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Sociedad 

1˚de Mayo en Rusia y el mundo: De una festividad pagana a conmemorar el triunfo del movimiento obrero.

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1˚de Mayo en Rusia y el mundo: De una festividad pagana a conmemorar el triunfo del movimiento obrero.

El primero de mayo el mundo celebra el Día Internacional de los Trabajadores. En Rusia, esta festividad actualmente se conoce como el Día de la Primavera y del Trabajador, ya que en el hemisferio norte mayo es el tercer mes de primavera, cuando hasta en zonas más septentrionales, los días comienzan a ser más largos, las temperaturas suben de una manera más notable y la naturaleza brota en las calles.

El país eslavo comparte muchas costumbres relacionadas a la fiesta obrera con otras naciones, pero también cuenta con algunas tradiciones propias. Te contamos la historia del festejo y de los trágicos acontecimientos. Asimismo, te contaremos sobre tales tradiciones como las marchas populares y el riquísimo asado ruso, mejor conocido como shashlik.

La Historia De La Fiesta 

¿Desde cuándo se celebra el Día de la Primavera?

El primero de mayo fue un día especial en los tiempos tan lejanos como los de la antigua Roma. Los romanos llevaban a cabo sus rituales festivos con el único objetivo de complacer a Maia, diosa de la primavera y fertilidad. Tras la expansión del cristianismo, la fiesta pagana dejó de celebrarse. Sin embargo, el último mes de primavera aún conserva el nombre de la mitológica deidad.

El origen del Día del Trabajador

La historia del Primero de Mayo como fiesta de los trabajadores se remonta a los sangrientos sucesos que tuvieron lugar aquel día pero de 1886 en la ciudad estadounidense de Chicago. La fecha fue marcada por la primera manifestación masiva de obreros, en la que participaron entre 30 y 40 mil personas. Hartos de las insoportables condiciones laborales, los participantes exigían la reducción de la jornada laboral de 15 a 8 horas diarias y la asignación de dos días oficiales de descanso a la semana.

En otras ciudades norteamericanas, como Nueva York y Detroit, también se produjo una oleada de protestas. Las huelgas provocaron enfrentamientos con las fuerzas del orden local, lo que trajo como resultado numerosos muertos y heridos. Los organizadores de las protestas fueron condenados a la pena de muerte.

En memoria de los obreros que murieron en la lucha por sus derechos, en la Segunda Internacional que se celebró en París en 1889, se firmó un decreto para declarar el primero de mayo como Día Internacional de los Trabajadores. Un año más tarde, en EE. UU., Alemania, Bélgica, Dinamarca y Francia tuvieron lugar las primeras marchas obreras en conmemoración de la histórica movilización de 1886.

La Historia De La Fiesta En Rusia

En la antigua Rusia

En la antigua Rusia, la noche del 1 de mayo, los eslavos veneraban a la diosa de la vida, la primavera y la fertilidad Zhiva. Las verbenas en honor a la divinidad solían celebrarse cerca de los campos sembrados para que la patrona diera más cosechas y ganado.

Tras la puesta de sol, los campesinos hacían hogueras cerca de ríos y lagos, organizaban bailes y diferentes juegos. Se creía que al bañarse esa noche en el agua uno podía limpiarse el alma de pecados. También se llevaban a cabo ceremonias de limpieza del entorno con danzas rituales alrededor del fuego. Entre otras actividades, la gente también saltaba sobre el fuego. Según la creencia popular, cuanto más lejos pudiera saltar una persona por encima de las llamas, más larga sería su vida.

En el Imperio ruso

En el Imperio ruso, el piquete del Primero de Mayo se celebró por primera vez en 1891. Casi 200 personas se congregaron en las cercanías de San Petersburgo para exigir un cambio de poder en el país.

Las manifestaciones masivas, no comenzaron a celebrarse hasta principios del siglo XX. Fue el 1 de mayo de 1901, cuando se registraron protestas obreras en varias ciudades rusas. Los manifestantes salieron a las calles coreando consignas antigubernamentales.

En 1912, las marchas en contra del gobierno contaron con la participación de alrededor de 400 mil trabajadores. Los obreros seguían exigiendo un cambio de poder, la confiscación de tierras a los terratenientes y mejores condiciones de trabajo. Más tarde, a los manifestantes se les unieron soldados, marineros y campesinos.

En la Unión Soviética

Tras la Revolución de Octubre de 1917, cuando los bolcheviques tomaron las riendas del país y muchas de las demandas de los trabajadores fueron satisfechas, el 1 de mayo se convirtió en una fiesta oficial a nivel nacional. Un año después, esta fecha fue proclamada Día de la Internacional. En los desfiles festivos participaron más de un millón de trabajadores por todo el país.

En 1928, se firmó un decreto según el cual los días 1 y 2 de mayo se convirtieron en jornadas festivas para todos los ciudadanos de la URSS. Los lemas y reivindicaciones políticas empezaron a sustituirse por mensajes de felicitación.

En 1933, se celebró en el centro de Moscú el primer desfile aéreo. A partir de entonces y hasta el comienzo de la Gran Guerra Patria (22 de junio de 1941) las exhibiciones de vuelo constituyeron una parte integral de la fiesta ya que permitían demostrar el poder del Ejército soviético. Sin embargo, durante los casi cuatro años de la guerra, que terminó en mayo de 1945, no se celebró ningún evento festivo con motivo del Primero de Mayo.

El año 1956 fue marcado por la primera transmisión televisiva de la manifestación del Primero de Mayo tanto en Moscú como en otras ciudades de la URSS. Desde entonces, los eventos conmemorativos se han transmitido regularmente por la televisión llegando a las casas de millones de familias soviéticas.

Durante la década de 1970, la fiesta pasó a llamarse Día Internacional de la Solidaridad Obrera, mientras los días 1 y 2 de mayo siguieron siendo días libres para todos los ciudadanos.

En 1990, la ya tradicional marcha obrera se celebró en la Plaza Roja por última vez. La columna principal de manifestantes fue seguida por miles de personas que portaban pancartas antisoviéticas en las que se leían consignas a favor de los rotundos cambios políticos. Ante esa inesperada movilización, el entonces jefe del Gobierno, Mijaíl Gorbachov, abandonó la tribuna. La transmisión televisiva del evento fue cortada de inmediato.

Tradiciones rusas

Tras el colapso de la URSS, se decidió volver a renombrar la fiesta, esta vez como Día de la Primavera y el Trabajo.

En 2014, los sindicalistas celebraron la primera marcha masiva de la Rusia post-soviética, que se desarrolló en muchas ciudades por todo el país. Desde entonces, la tradición de las manifestaciones del Primero de Mayo se ha ido recuperando gradualmente.

Hoy en día, para celebrar el 1 de mayo, los rusos siguen saliendo en desfiles, participan en actividades festivas y fiestas, acuden a ferias al aire libre y talleres, así como participan en carreras de autos y motocicletas. Sin embargo, la mayoría de los ciudadanos prefieren pasar los feriados en el campo con sus amigos y familiarespreparando el tradicional asado ruso proveniente del Cáucaso y Asia Central, conocido como shashlik.


Asesoría y Corrección: Lic. Mariela Echegaray (San Juan, Argentina)

Fuentes:

  1. https://m.lenta.ru/articles/2024/03/29/pervomay/amp/
  2. https://icdn.lenta.ru/images/2024/03/20/12/20240320121209706/pic_b1ff4226770cd2b127ceb23b4d7f7e63.jpg
  3. https://icdn.lenta.ru/images/2024/03/20/11/20240320112119061/pic_dba36cf924363e154d5fe2b9b534274b.jpg
  4. https://icdn.lenta.ru/images/2024/03/20/11/20240320113732418/pic_d7f31aa8b481e109acf8ed73bb4a7ee9.jpg
  5. https://photo-kwi.ru/media/dsc_0176.jpg

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Asignaciones familiares se actualizarán según la fórmula jubilatoria.

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Asignaciones familiares se actualizarán según la fórmula jubilatoria.

El Gobierno definió dentro del Presupuesto 2025 derogar el ajuste de las asignaciones familiares mediante la ley de movilidad, por lo que quedarán definitivamente atadas a la actual fórmula jubilatoria establecida en el DNU 274 que cambió el régimen anterior.

El artículo 68 del proyecto de Presupuesto 2025 que ingresó al Congreso establece la derogación del artículo que establece que “las asignaciones familiares previstas en la ley 24.714, sus normas complementarias y modificatorias, con excepción de la establecida en el inciso e) del artículo 6° de la ley 24.714, serán móviles”. Y anula también que “el cálculo del índice de movilidad se realizará conforme a lo previsto en el Anexo de la ley 26.417”.

Asimismo, se deroga el artículo de la ley 24.714 que establece que “la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES) tendrá a su cargo el cálculo de la movilidad de conformidad con las pautas establecidas en la presente ley”.

En el artículo siguiente del Presupuesto 2025 se ratifica el ajuste mediante la nueva fórmula jubilatoria, con el cálculo por inflación. De esta manera, la actualización que hasta hoy está establecida mediante un DNU pasaría a tener fuerza de ley si se aprueba el proyecto.

“Los haberes se actualizarán mensualmente de acuerdo con las variaciones del Nivel General del Índice de Precios al Consumidor Nacional publicado por el INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICA Y CENSOS (INDEC)”, establece la fórmula.

@Ámbito

/Fuente de imagen: Ámbito

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AFIP habilitó el pago de impuestos en dólares para el blanqueo: ¿Cómo se debe hacer la transferencia?

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AFIP habilitó el pago de impuestos en dólares para el blanqueo: ¿Cómo se debe hacer la transferencia?

El organismo nacional dio a conocer cómo deberán hacer los contribuyentes para poder acceder al beneficio anunciado este domingo. Los pasos a seguir son los siguientes:

1 – Establecer contacto con la entidad bancaria en la Argentina.

2 – Generar la Orden de Transferencia, consignando:

  • Moneda: dólares estadounidenses
  • Beneficiarios: AFIP, colocando la leyenda “RRA27743” más CUIT/CUIL/CDI del interesado en el campo 70 del mensaje Swift MT 103.
  • Cuenta destinataria de los fondos, el importe a cancelar y los gastos.

3 – Generación del VEP: desde el Portal del Régimen de Regularización de Activos, seleccionar la opción Transferencia Bancaria Internacional e identificar el banco receptor.

4 – Comunicación al banco del VEP a cancelar: Deberá proporcionar datos como número de VEP, CUIT, CUIL o CDI. Además, debe asegurar su cancelación antes del vencimiento del VEP generado.

5 – Verificación de la acreditación: El contribuyente debe confirmar la acreditación en la entidad bancaria argentina.

6 – El Banco efectivizará el pago del VEP, que será válido hasta 24 horas del día de su generación.

7 – Confirmación del Pago: El contribuyente es responsable de verificar que el VEP ha sido pagado desde el servicio Portal del Régimen de Regularización de Activos.

La AFIP informó que los contribuyentes deberán tener en cuenta que tanto los gastos como las comisiones “serán responsabilidad del contribuyente”, “los fondos deben ser suficientes, considerando los gastos y comisiones” y que “todas las operaciones relacionadas con el VEP se regirán por el horario de Argentina”.

@Ámbito

/Fuente de imagen: Ámbito

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El club de las 5 de la mañana: ¿madrugar mucho es el secreto de una vida mejor?

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El club de las 5 de la mañana: ¿madrugar mucho es el secreto de una vida mejor?

Son las cinco y cuarto de la mañana y camino por mi calle sintiéndome la gran cosa. La luz del amanecer baña los edificios. “Gana la mañana y ganarás el día”, dice el gurú de la productividad Tim Ferriss. Tengo en la mira mi recompensa por levantarme tan ridículamente temprano: un café con leche de avena.

Los trenes aún no comenzaron a circular y el silencio hace que se escuchen sonidos que hasta ahora no había registrado, como un misterioso graznido de gaviotas. Nunca las había oído en Camden, la zona del noroeste de Londres donde vivo, a muchos kilómetros de la costa. 

El contador de gas de mis vecinos está emitiendo un extraño zumbido, ¿debería tocar el timbre y avisarles? Probablemente lo mejor sea no hacerlo. Me dirijo a la desértica calle principal. Seis carriles donde ahora los únicos signos de vida son camionetas de reparto de supermercados y algún que otro colectivo.

Quizá lo más desconcertante de levantarse tan temprano es desenmascarar la mentira de que Londres es una ciudad abierta las 24 horas del día. Los comercios de la esquina que yo imaginaba abiertos toda la noche están cerrados tras persianas con pintadas de graffitis. ¿Qué es eso que ven mis ojos? Un ser humano balancéandose de un lado a otro. Claramente regresa a casa después de una gran noche.

Paso por la parada del colectivo que va al aeropuerto, donde tres trabajadores, identificables por sus cordeles y su falta de equipaje, dirigen sus ojos somnolientos hacia el asfalto sin coches. Lo que irradian no es precisamente la exuberancia de un día para triunfar.

Más adelante, por fuera del gimnasio 24 horas, una pareja con licras de color gris a juego miran ensimismados una pantalla de teléfono. Tal vez estén sincronizando sus entrenamientos. Les doy los buenos días, pero entran corriendo como ratones asustados.

Mi humor empieza a decaer. En las ocho cafeterías por las que pasé no hay ningún café que tomar: están todas cerradas. Me dirijo a una zona verde para meditar, pero en el camino me doy cuenta de que un hombre encapuchado se puso a caminar al mismo ritmo que yo. Me asusto y decido regresar a casa. ¿Me estará siguiendo? Miro hacia atrás. No me sigue nadie. La falta de sueño me está desquiciando.

¿Por qué estoy haciendo esto? Porque, en un intento de formar parte del elitista club de las personas que se despiertan a las 5 de la mañana, llevo una semana tratando de madrugar. Ser madrugador es cada vez más popular entre los ricos y famosos. Están todos suscritos al club de las 5. Desde Jennifer López, Jennifer Aniston y las hermanas Kardashian hasta nerds de las tecnológicas como Mark Zuckerberg, de Facebook; Tim Cook, de Apple; y Jack Dorsey, fundador de Twitter. Anna Wintour y Michelle Obama también lo hacen; y Gwyneth Paltrow es miembro desde hace mucho. La actriz comparte en Instagram sus despertares a las 5 de la mañana para un raspado de lengua de 30 minutos y una extracción de aceite ayurvédico (yo tampoco sé lo que es), antes de prepararse para 20 minutos de meditación trascendental seguida por un entrenamiento de baile ideado por la gurú del fitness Tracy Anderson, su amiga personal.

El actual fenómeno cultural del madrugón extremo tuvo su primera explosión en las redes sociales, inspirado por el libro de Robin Sharma ‘El club de las 5 de la mañana’, entre otros títulos fácilmente traducibles a hashtags, como ‘La mañana milagrosa’ o ‘La hora de la energía’. “Dominá tus mañanas, elevá tu vida”, el eslogan de Sharma, gurú en temas de liderazgo, sirvió de inspiración a legiones de engreídos —perdón, de personas muy disciplinadas— para decidirse a compartir sus impresionantes rutinas madrugadoras con el hashtag #5amClub, que en TikTok suma un total de 17,5 millones de publicaciones.

Para una escéptica, en todo esto hay algo de pensamiento mágico: el que sea capaz de hacer una sola cosa, salir de la cama mientras los demás duermen, tendrá tiempo de ponerse en forma, comer sano y alcanzar todos sus objetivos. Aun así, me decidí a intentarlo tras atiborrarme con un tsunami de páginas de Internet en las que se hablaba de cafés con cúrcuma, diarios de gratitud y saludos al sol.

No está en mi naturaleza ser lo que se dice una alondra mañanera, pero la pandemia transformó mi relación con el tiempo, como le ocurrió a muchas otras personas. Sin ningún lugar al que ir por las noches, trasnochar se había vuelto inútil, y poco a poco fui adelantando la hora de despertarme.

Como fotógrafa, levantarse con el amanecer para captar la mejor luz del día también tenía sentido. Durante el confinamiento de enero de 2021 había iniciado un proyecto que consistía en subir a la cima del parque de Primrose Hill, cerca de Camden Town, para fotografiar el amanecer desde allí. En el mirador hay inscritas unas palabras del poeta William Blake. “He conversado con el Sol espiritual; lo vi en Primrose Hill”. Aquella quietud de color violeta pálido, mientras permanecía de pie junto a otros observadores del amanecer, fue lo más cerca que estuve nunca en Londres de vivir una experiencia sagrada.

El hábito de madrugar se me quedó, pero no las caminatas a paso ligero. Me suelo levantar, sin despertador, a las seis y media de la mañana. A esa hora no estoy en mi mejor momento. Me tomo un café instantáneo y me quedo mirando cosas por Internet durante 90 minutos. Después me preparo para el trabajo. ¿Será posible que levantarme a las 5 de la mañana y seguir una rutina estructurada me centre y me vuelva más productiva? Mi compromiso es hacerlo durante una semana.

La víspera de mi primer madrugón me acuesto a las 21:00 con el audiolibro de Sharma y enseguida caigo en un sueño inusualmente profundo. A las 4:50, la alarma de mi teléfono suena a todo meter con la canción Wake Up, de Arcade Fire. Desde arriba se oye un ruido sordo. Por accidente, he reclutado a mi vecino para el club de las 5.

Preparo un café y me desplomo en el sofá. Pero entonces recuerdo que eso no estaba permitido. Debo seguir la fórmula 20/20/20 del libro: de 5:00 a 5:20, algún ejercicio vigoroso; de 5:20 a 5:40, meditar o escribir un diario; y de 5:40 a 6:00, leer o aprender. Aunque dormido ocho horas, me siento fatal.

El gimnasio está descartado y, afortunadamente, también está cerrado. Decido hacer un poco de meditación, lo cual resulta genial, pero cuarenta minutos más tarde estoy casi dormida. Me siento exactamente igual que cuando te levantás temprano para tomar un vuelo, con la diferencia de que esta vez no voy a ninguna parte. Tengo sensación de anticlímax y también un hambre atroz. Por algún motivo, mi apetito se desreguló por completo. Como tostadas, avena, dos tortitas y una barrita de frutos secos. A la hora del almuerzo, tengo náuseas y un frío glacial. El día transcurre en una niebla improductiva.

El segundo día es mucho peor porque por alguna razón dormí fatal. Me levanto tambaleante de la cama y voy dando tumbos hasta la cocina para poner la tetera. En el proceso, vuelco una caja abierta de avena y suelto una sarta de palabrotas al modo de Glasgow. Oigo un portazo encima de mí.

Me dirijo a la esterilla de yoga. Pero la postura del perro boca abajo me deja mareada, así que paro. A continuación paso a mi diario, pero ‘quiero volver a la cama, por favor’ es lo único que se me ocurre escribir. Me meto rápidamente en Duolingo para poder marcar la casilla “aprendizaje”, pero ese búho verde y escabroso no es el compañero ideal para amanecer.

Son las seis de la mañana y tengo todo el día por delante. Apenas tengo fuerzas para levantarme del sofá. Mucho menos para meterme en el metro y llegar hasta la oficina.

Intento terminar algo de trabajo. El día pasa lentamente hasta que en un momento tengo la extraña sensación de que algo hermoso me espera. Qué será, me pregunto. Entonces caigo en la cuenta. En solo cinco horas podré irme a la cama.

El tercer día es igual de triste, sobre todo porque me quedo dormida hasta las ocho de la mañana y luego recuerdo que tengo una reunión en la otra punta de la ciudad. Lo de escribir en el diario de gratitud tendrá que esperar.

¿Por qué es tan difícil? Se lo pregunto a Russell Foster, que en la Universidad de Oxford dirige el Instituto de Neurociencia Circadiana y del Sueño. Pero lo que él quiere saber es de dónde viene mi interés en apuntarme al club de las 5 de la mañana. Decir que Foster es mordaz con los que hicieron un fetiche del madrugón sería quedarse corta. “No hay nada intrínsecamente importante en levantarse a las 5 de la mañana, es sólo el espantoso engreimiento del madrugador”, dice. 

Los empresarios y gurús de la productividad tienen dinero para pagar a gente que les haga todo; imponer este horario a otras personas es punitivo y jactancioso

Russell Foster
Director del Instituto de Neurociencia Circadiana y del Sueño de la Universidad de Oxford

“Benjamin Franklin fue el que empezó todo cuando dijo ‘acostarse temprano, levantarse temprano hace a un hombre sano, rico y sabio’; y así fue desde entonces; viene de una ética protestante del trabajo, trabajar es bueno y si no podés o no querés trabajar, eso es malo por definición; no dormir se considera digno y productivo”.

Muchas investigaciones señalan que levantarse temprano puede hacernos más felices, y hasta que comamos más sano. Pero Foster señala un escollo importante. “Para dormir lo suficiente, mucha gente debería acostarse a las nueve de la noche. Desgraciadamente, la mayoría de nosotros no puede porque tenemos mucho que hacer, ya sea ayudar a los niños con los deberes o lavar la ropa; así que el peligro es que no nos acostamos cuando deberíamos. Otro factor probable es que otras personas sigan haciendo ruido a tu alrededor, ¿cómo vas a dormirte?”.

Según Foster, los defensores más entusiastas de este régimen de sueño son personas que pueden permitirse externalizar la administración de su vida personal. “Estos empresarios y gurús de la productividad tienen dinero para pagar a gente que les haga todo; imponer este horario a otras personas es punitivo y también jactancioso, ‘oh, qué buena persona que soy, ¿por qué no te parecés más a mí?’, cuando la verdad es que la mayoría de nosotros no nos lo podemos permitir”.

En la argumentación de Foster hay varias ideas excelentes, pero yo sigo deseando ser capaz de despertarme más temprano. ¿Me costará menos con el tiempo? La psicoterapeuta del sueño Heather Darwall-Smith no está muy segura. “Cada persona tiene un cronotipo que determina su reloj corporal; todo el mundo sabe que algunas personas son alondras mañaneras y otras, búhos noctámbulos”, dice. “Pero la verdad es que en su mayoría, la gente está en algún punto intermedio. Hay personas que se acuestan a las diez de la noche y se despiertan a las cinco de la mañana, una rutina que encaja con su cronotipo, pero muchos de nosotros no somos así; y no olvidemos que hay mucha gente a la que los turnos de trabajo le imponen estar en pie a las 5 de la mañana”.

En el cuarto día del experimento estoy malhumorada y hecha pedazos. Tuve que cancelar una salida al pub porque, oh sorpresa, una noche de vino no va bien con lo de despertarse al amanecer. También me volví insufrible. “¿Te acostaste tarde?” le pregunto a un colega que bosteza a la avanzada hora de las once de la mañana. Me dan ganas de decirle que llevo despierta SEIS HORAS ENTERAS, pero desisto. La gente podría sentir celos de mi autodisciplina.

El quinto día es el peor. Duermo hasta las 5:43 y desayuno un Magnum con pedazos de caramelo para compensar mi ausencia del pub. En la sexta mañana me va mejor. Tengo una entrega y el tiempo extra me viene bien para avanzar. El séptimo día es el de la infructuosa odisea en busca de un café. Me di cuenta de que salir a la calle me da mucho más ánimo y energía.

Decido hablar con personas, no famosas, que se las arreglaron para que lo del club de las 5 de les funcione. Jenny Wilson es cromoterapeuta y se levanta cada mañana a las 4:55. El resto de su familia duerme mientras ella se da una ducha rápida antes de empezar el día en la habitación de invitados. “La llamo mi hora mágica, porque cuando tengo ese tiempo para mí, el resto del día se desarrolla como por arte de magia”, dice. 

El ritual de Jenny siempre es el mismo: 30 minutos de yoga seguidos por 20 minutos de meditación que termina expresando en voz alta sus intenciones para el día. “Después de eso estoy lista para preparar el desayuno de mis hijos y seguir con mi vida, significa empezar el día con una sensación de logro, de que ya hice cosas increíbles antes de que se haya levantado nadie”.

Tras leer el libro ‘El club de las 5 de la mañana’, la agente de libertad condicional Quynh Nguyen-Dang se impuso una rutina mañanera que sigue desde enero. Todas las mañanas pone su reloj inteligente a vibrar a las 4:30 y otra vez a las 5:00. Se pone la ropa de deporte, se sube al coche y conduce hasta su gimnasio local para una sesión de treinta minutos de cardio. “Es un trayecto precioso, muy tranquilo; la otra mañana me paré a contemplar las nubes rosadas; cuando estoy en el gimnasio, suelo mandar correos electrónicos y actualizar las redes de mi negocio de moda mientras pedaleo en la estática; el día tiene un número de horas limitado y esa es una forma genial de avanzar; es como una sociedad secreta; todas las mañanas veo al mismo grupo de mujeres; después, todas hacemos cola frente al espejo, nos peinamos y nos preparamos para ir a trabajar”.

Pero adoptar un régimen tan estricto también tiene su costo. “A las 9 de la noche me convierto en calabaza”, dice. “Me siento mal cuando tengo que decir que no a ver a gente después del trabajo, pero los fines de semana suelo dormir hasta más tarde”.

El octavo día me levanto sin despertador a las 5:04. La mañana me llama. ¿Salgo de la cama para aprovechar el día? No lo hago.

Decido volver a mi horario habitual, pero ahora con una nueva concentración. La semana no fue una pérdida de tiempo, ni mucho menos. Me ayudó a comprender cuánto tiempo perdía antes, sobre todo por las mañanas. Lo que importa no es a qué hora te levantás, sino cómo utilizás los valiosos minutos de los que disponés.

Traducción de Francisco de Zárate.

DAr

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