Cultura Arte & pop
La dictadura militar y la censura de la música popular argentina: del rock nacional al Nuevo Cancionero del folklore.
Este 24 de marzo se cumplen 46 años del último golpe cívico militar en Argentina. Ese mismo día la Junta Militar —comandada por Jorge Rafael Videla, Emilio Eduardo Massera y Orlando Ramón Agosti— derrocó a la presidenta María Estela Martínez de Perón. De esta manera, se instauraba la dictadura más sangrienta de la historia argentina, caracterizada por la represión, el ataque contra los derechos humanos y la desaparición forzada de más de 30.000 personas.
En medio de este proyecto de clandestinidad, ilegalidad y violencia, la dictadura llevó a cabo uno de los ataques más siniestros a la cultura que nuestro país jamás haya vivido. Se censuraron libros, películas y revistas para borrar cualquier recuerdo de la cultura libre argentina, nacional y popular. Pero por sobre todo se prohibieron centenares de canciones con el objetivo de evitar, en palabras del dictador Videla, “cualquier lavado de cerebro, confusiones a nuestra juventud y desapegos a nuestros valores tradicionales”.
La música popular argentina previa a la dictadura.
Haciendo historia, el folclore y el rock en Argentina venían de épocas gloriosas. Contagiaban en la sociedad ganas de escuchar, compartir y de hacer música y se trataba de un faro para aquellos que buscaban manifestarse. En los 60 y los comienzos de los 70 surgieron bandas y artistas, como Sui Generis o Pescado Rabioso, que sentaron bases para una verdadera revolución musical. No solo cambiaron el arte en la Argentina, sino también fueron referentes y modelos de cambio para las juventudes latinoamericanas. La forma de vestirse y peinarse y las expresiones con mensajes sociales, poéticos o políticos, se transformaron en un código común del rock argentino que influenció a las masas. El rock nacional fue pionero en cantar en castellano en todo Iberoamérica.
“No bastaba con secuestrar y desaparecer gente ni con eliminar la vida política argentina, la dictadura necesitaba un consenso en la sociedad”, relata a Página/12 Sergio Pujol, historiador, ensayista y escritor de libros como Cien años de música argentina y Rock y dictadura. Crónica de una generación. “En el caso de la música, se creía que el efecto sobre la subjetividad de los jóvenes argentinos era mayor porque la vivían intensamente y compartían la escucha en hogares y recitales”, agrega.
“Como el rock en un principio no se presentaba como una forma de protesta contra el estado —continúa el historiador—para los militares fue más fácil ir en contra de artistas como Horacio Guarany o Mercedes Sosa”.
Pujol así explica de manera clara la mirada de los militares sobre el folclore: “Según la Junta Militar, al escuchar estas canciones que formaban parte del Movimiento del Nuevo Cancionero del folclore los jóvenes se veían alentados por la desobediencia e incorporaban los valores de la revolución”.
7 canciones censuradas durante la Dictadura Militar.
En un proceso militar caracterizado por políticas neoliberales, una deuda externa de 45 mil millones de dólares y la desaparición forzada de todo aquel que pensaba diferente, la represión fue utilizada como una política de estado que avanzó contra las libertades individuales. La música, y muchos de sus artistas, se transformaron en un blanco de persecución y censura.
Por esa razón, muchos artistas debieron ocultarse, exiliarse o auto-silenciarse. Otros se quedaron en el país para intentar evadir la persecución de sus letras mediante las metáforas y los recursos literarios. De esta manera, la denuncia y la libertad de opinión se escondieron (sobrevivieron verdaderamente) detrás de más cultura.
En un recordado discurso en la Universidad del Salvador, el almirante Massera sostuvo que “el alma del hombre se convirtió en un campo de batalla”. Ese discurso pone de manifiesto porque la dictadura persiguió a quienes alimentaban esas almas: los artistas.
Hubo que esperar hasta 2009 para que el Comité Federal de Radiodifusión (COMFER) publicara una lista con más de 200 canciones prohibidas por el gobierno de facto. Catalogada como “lista negra”, incluía a aquellas que para los militares eran “canciones cuyas letras no son aptas para ser difundidas por los servicios de radiodifusión”.
Cómo la Cigarra de Mercedes Sosa
“Tantas veces me borraron, tantas desaparecí. A mi propio entierro fui sola y llorando. Hice un nudo del pañuelo pero me olvidé después que no era la única vez y seguí cantando…”.
Este clásico, originalmente compuesto por María Elena Walsh, iba a incluirse en el álbum Serenata para la Tierra de Uno. “La negra” grabó una versión en 1978 pero finalmente no salió en el disco por la fuerte censura que recibió durante el gobierno de facto.
La revancha fue en 1982, cuando Sosa incluyó esta canción en «Mercedes Sosa en Argentina», transformándose en un himno del renacer democrático y de todos aquellos que estuvieron exiliados.
«La Cultura es la sonrisa» de León Gieco.
En 1981 León Gieco publicó el álbum «Pensar en Nada«, que incluía esta canción de protesta al cierre de la Universidad de Luján. El artista ya había sufrido la censura en otras obras como «Canción de amor para Francisca» y «Tema de los mosquitos».
“La cultura es la sonrisa que brilla en todos lados, en un libro, en un cine o en un teatro. Solo tengo que invitarla para que venga a cantar un rato. Ay, ay,ay que se va la vida más la cultura se queda aquí…”
«Ayer Nomás» de Moris y Pipo Lernoud
“Ayer nomás, en el colegio me enseñaron, que este país es grande y tiene libertad”, remarca la canción originalmente escrita por Moris y Lernoud. Prohibida en la dictadura de 1966 y nuevamente en 1976, Litto Nebbia —líder de Los Gatos— realizó una nueva versión para evitar problemas con la censura.
Fue incluida en el álbum «Los Gatos» de 1967, uno de los pilares del rock argentino.
«Me gusta ese tajo» de Pescado Rabioso
La letra de este hit del grupo liderado por Luis Alberto Spinetta contiene una clara connotación sexual y resultaba transgresora para los años 70: “me gusta ese tajo que ayer conocí, ella me calienta, la quiero invitar a dormir”, canta el Flaco en esta canción incluida en un disco simple de 1973.
«Viernes 3 AM» – Serú Girán
En 1978, luego de la separación deLa Máquina de Hacer Pájaros, Charly García conformó Serú Girán junto a David Lebón, Pedro Aznar y Oscar Moro. Apodados “los Beatles Criollos”, fueron uno de los grupos más reconocidos de la música argentina por su alta calidad musical y su poderosa puesta en escena.
«Viernes 3 AM«, incluida en el álbum La Grasa de las Capitales (1979), fue censurada por la dictadura militar por «incentivar al suicidio«. “Y llevas el caño a tu sien, apretando bien las muelas”, dice un fragmento de este himno compuesto por Charly García.
«El Twist de Mono Liso»– María Elena Walsh
La reconocida cantautora y escritora ya había sufrido en primera persona la censura del libro Dailan Kifki, una historia publicada en 1962 que trata de un elefante que cambiaría la vida de toda una familia con su llegada.
El «Twist de Mono Liso«, canción infantil lanzada en 1962, fue considerada “impropia” para la dictadura militar, ya que habla de una naranja excéntrica que vive en libertad a pesar de los intentos de domesticación. “La naranja se pasea de la sala al comedor, no me tires con cuchillo, tírame con tenedor”.
«Guerrillera» de Horacio Guarany
Guarany, considerado uno de los folcloristas argentinos más importantes de esa época, acostumbraba decir que pertenecía «al glorioso Partido Comunista«. Esa declaración lo condenó como uno de los músicos incluidos en las listas negras de censura.
Publicada en el álbum «Luche Luche» de 1977, la canción «La Guerrillera» era un canto emotivo a la libertad y el valor, por lo que generó una gran molestia en los militares. “La Libertad se hace novia de mi pañuelo, la Guerrillera tiene sangre en el alma!”.
Moris, Ariel Ramírez, Gustavo Santaolalla, Miguel Cantilo, Miguel Abuelo, Marilina Ross, Piero, Pappo, Víctor Heredia y Roque Narvaja son otros ejemplos de los cientos de artistas que sufrieron el embate de la maquinaria represiva del estado.
La música como arma de tortura.
Al mismo tiempo que la Junta Militar censuraba parte de la cultura para “expurgar de contenidos políticos e inmorales a los repertorios de las canciones populares”— vuelve a enfatizar el historiador Sergio Pujol. La melodías de muchos de esos artistas eran usadas para llevar a cabo un cruento proceso de tortura contra miles de personas detenidas clandestinamente.
Mientras Serú Girán debutaba con uno de sus primeros conciertos en el Estadio Obras en 1978, canciones de Mercedes Sosa o de los Rolling Stones —entre otras— sonaban en forma repetitiva y con excesivo volumen en las salas de tortura de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) para desgastar y tapar los gritos de las personas secuestradas ilegalmente.
En una entrevista con Página/12, Abel Gilbert —periodista, músico y autor de Satisfaction en la ESMA: música y sonido durante la Dictadura— aseguraba que “lo que todavía resulta problemático es la falta de decisión para reconocer la contigüidad entre la cultura y la barbarie”. Gilbert es aún más explícito: “había 5 cuadras entre el Servicio de Información del Ejército y el Teatro Colón y 6 entre la ESMA y Obras Sanitarias. El uso siniestro de lo sublime resulta de lo más perturbador”.
El lento regreso del rock nacional en la década de los 80´.
La vuelta de Almendra a fines de 1979 y de Mercedes Sosa en 1982 permitieron el regreso paulatino de los recitales. Con ellos, muchos artistas que estaban exiliados, como Litto Nebbia, León Gieco o Miguel Abuelo comenzaron a reconstruir el tejido de la cultura del rock en Argentina. El silencio se fue abriendo en forma de prosa y melodía. La libertad mutó lentamente hacia la poesía y el ritmo.
En 1982, con un gobierno de facto aún vigente y con la Guerra de Malvinas, comenzó a regir la inédita prohibición de la música en inglés. Los militares creían que con esta decisión se iba a enaltecer el sentimiento patriótico y nacional, desconociendo el principio universal de que la cultura no tiene fronteras. Por eso, en las radios dejaron de sonar míticas bandas como Pink Floyd, The Beatles o Queen y paradójicamente los artistas de rock nacional y folklore volvieron a ocupar un rol central.
Con el paso del tiempo y junto a la conquista de la democracia, las canciones prohibidas durante el gobierno de 1976 se fueron convirtiendo en himnos de nuestra cultura que ampliaron el horizonte de la música nacional.
Hace apenas unos días, esas mismas letras que alguna vez fueron perseguidas, se hicieron un espacio entre las nuevas generaciones: Litto Nebbia se presentó en el masivo festival Lollapalooza 2022 e introdujo, nuevamente, a muchos “hijos de la democracia”, en las raíces de la cultura y de la música popular de nuestro país.
Como si todo fuese ayer nomás, como si todos los días fueran el día de la memoria, ese clásico de Nebbia volvió a inspirar a toda una generación: “Ayer nomás, en el colegio me enseñaron, que este país, es grande y tiene libertad”.
/Página 12.
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Dillom triunfó en los premios MTV Europe Music Awards 2024
El cantante, que también está nominado al Latin Grammy, celebró la estatuilla la cual es votada por millones de seguidores alrededor del mundo. El reconocimiento se da luego de que el compositor se cruzara con «La Pistarini», el militante libertario que lo insultó en un vuelo.
A los días movidos que tuvo, ahora se le suma un gran triunfo: el cantante y rapero Dillom ganó su primer premio MTV: en esta ocasión, triunfó como «Mejor Artista Latinoamericano Sur» en los Europe Music Awards 2024 (EMAs), que se celebraron en Manchester, Inglaterra.
Gracias a su álbum conceptual Por Cesárea, el cual fue aclamado por la crítica especializada por jugar con el postrock, el hip hop y el pop con tonos oscuros y sombríos, el compositor venció a sus colegas de la categoría como Emilia Mernes, Luck Ra, María Becerra y Trueno.
A su manera, el intérprete mandó un video en vertical, mientras que él está posicionado de manera horizontal, y agradeció a todos sus fanáticos y seguidores que lo votaron en la terna. «Muchísimas gracias a toda la gente que me votó, vamos Argentina y gracias por este hermoso premio», sentenció.
Y esta semana recién empieza para el también productor, ya que está nominado por primera vez a los Latin Grammy en la categoría «Mejor Álbum de Música Alternativa». La gala será este jueves 14, desde el Kaseya Center de Miami.
El más que reconocido merecimiento, que se da en medio de una intensa gira por el país y por otros países de América Latina, sucede luego del cruce con el troll libertario «La Pistarini».
Resulta que el twittero ultraderechista había subido a la red social una foto del cantante sentado en el avión, acompañada de insultos hacia su persona. El momento en el que el cantante se acercó a increparlo se volvió viral.
«Lo último que me faltaba, coincidir en el vuelo con el pelotudo de Dillom«, había escrito en su cuenta el usuario @La_Pistarini —en la vida real, se llama Juan Carlos Siber—, quien en posteos anteriores había manifestado opiniones en contra de los inmigrantes, a favor de Javier Milei y Donald Trump. Sin embargo, no tuvo en cuenta que el rapero de 23 años advirtió enseguida ese contenido y quedarse en silencio no era una opción
La respuesta de Dillom
Primero, Dillom comentó el mismo posteo e invitó al twittero a un intercambio cara a cara. «Deci qno tenes foto de la cara sino te busco y te doy un sopapo (sic)», comentó el rapero y aseguró que ante una primera ronda de preguntas respecto a quién había sido el autor del contenido «no se hizo cargo ninguno».
Con celular en mano y después de intercambiar mensajes con algunos de sus seguidores, que lo ayudaron a identificar al provocador, el autor del hit «Cirujía» se levantó de su asiento para dar con él. «¿Vos sos Pistarini? ¿El que sube fotos mías a Twitter? ¿Tenés algún problema?», le dijo Dillom al twittero libertario.
«Ninguno capo, andá tranquilo», le respondió el hombre, que siempre permaneció sentado en su butaca, intentó dejar de ser grabado al tapar con su mano la cámara y estaba visiblemente incómodo por la reacción del cantante.
«Te arranco la cabeza, ah mira que guapo que sos, pelotudo, portate bien, ¿dale?», fueron las últimas palabras de Dillom para cerrar el intercambio. «Así de guapos son en persona», fue la reflexión final del artista unos momentos más tarde.
/Pag12
Cultura Arte & pop
Prendas tradicionales rusas en el Museo Provincial de Bellas Artes de San Juan.
Se exhibieronn prendas tradicionales para niñas y mujeres, junto a reproducciones fotográficas de cuadros clásicos del siglo XIX y XX donde está presente el uso del “kokoshnik” – diadema rusa – acompañados de texto explicativo.
La muestra estuvo en pensada inicialmente del 1 al 15 de Octubre, pero se extendió hasta el lunes 21. La misma se realizó en el Hall Central Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson con entrada libre y gratuita.
Los trajes típicos se basan en el “sarafán”, un vestido sin mangas, largo y de línea trapezoidal con tirantes que se usa con una camisa blanca de mangas largas.
Está presente la “rubakha”, variante antigua de la camisa contemporánea que podían usar tanto hombres como mujeres..
Kokóshnik: la evolución de la diadema rusa
En la antigua Rus las mujeres no llevaban sombrero, eran cosa de hombres. Las mujeres tenían sus propios tocados, más bellos y cómodos: los ‘kokóshnik’. Estaban hechos de materiales delicados, como seda o terciopelo y se decoraban con perlas, encajes, piedras y bordados de hilo de oro.La palabra kokóshnik viene del término eslavo kokosh, que significa “pollo” o “gallo”. Esos antiguos tocados rusos en forma de cresta (de abanico o de pantalla circular) han sido durante mucho tiempo un símbolo de la moda rusa.
En su estructura, el kokóshnik es un abanico ligero hecho con papel grueso y una cinta metálica o corona, cosidas a un sombrero o una redecilla. La base estaba hecha de damasco (tejido con brocados ornamentales) o terciopelo rojo sobre una superficie dura hecha de tela o cartón, que o bien se pegaban o bien se acolchaban juntas.
En la parte superior, la cresta se decoraba con ornamentos: flores frescas o artificiales, brocados, encajes, cuentas, perlas de río (a partir del siglo XVI se recolectaban en el lago Ilmen), hilos de oro, láminas, vidrio o piedras preciosas. El cuello solía cubrirse con hilos de oro bordados.El kokóshnik tenía un fondo de tela. Se fijaba por detrás a la cabeza mediante cintas. Al colocarlo, el kokóshnik solía empujarse ligeramente hacia la frente, mientras que la parte de atrás solía cubrirse con una tela o una pieza añadida de terciopelo carmesí, y se sujetaba con cintas.
Sobre los kokóshnik se solían poner chales de seda o lana que se bordaban con frondosos adornos hechos con unos pañuelos de oro o plata, es decir, losubrús; una manta ligera y delgada decorada con encajes bordados o un velo. El pañuelo se ponía en diagonal y se sujetaba bajo la barbilla. Un largo velo hecho de gasa o seda se fijaba bajo la barbilla o bajaba desde la parte superior del kokóshnik hasta el pecho, los hombros o la espalda.
La forma del kokóshnik variaba mucho de una región a otra, pero tendía a depender de las particularidades de la costumbre de recoger el pelo en un arnés o dos trenzas: alrededor de la cabeza sobre la frente, por el cuello y las sienes, etc.Varias láminas, cortes, coberturas del cuello y otros detalles, que variaban mucho según la región rusa, servían de diseños y decoraciones adicionales. Sin embargo, todas se mantenían sobre una base dura, el kokóshnik. En tiempos más recientes, la tradición de vestir el kokóshnik perduró como complemento nupcial hasta la década de 1920. La joven novia vestía este tradicional tocado desde el día de su boda hasta el día en que nacía su primer hijo. Entonces, solo podía lucir el kokóshnik en ceremonias especiales o los días festivos.
Pedro el Grande prohibió a las mujeres nobles que vistieran el kokóshnik mediante un decreto real. Pero regresó a la moda de la corte femenina de la mano de Catalina la Grande, quien promovió la moda à la russe en la conciencia del siglo XVIII, y lo trajo de vuelta a las fiestas de disfraces.
Las guerras napoleónicas inspiraron un renovado interés por las vestimentas tradicionales. Entre 1812 y 1814, los vestidos rusos rojos y azules (los sarafán) volvieron a estar de moda./ La emperatriz María Fiódorovna con un kokóshnik con tiara de diamantes, alrededor de 1880.
Los vestidos de baile de la corte de principios del siglo XX y la imaginación de los diseñadores rusos y los modistos emigrados incrementaron de forma significativa la popularidad de los kokóshnik.
El Sarafán: Un símbolo de la feminidad rusa
El sarafán es una prenda femenina rusa tradicional que ha sido usada por las niñas y mujeres en las zonas rurales de Rusia desde el siglo XVIII. Este vestido sin mangas es largo y tiene una línea trapezoidal, con tirantes. Se acompaña de una camisa blanca de manga larga y a menudo se ceñía a la cintura con un cinturón de tela. El sarafán fue especialmente popular en el centro y norte de Rusia, así como en las regiones del Volga.El nombre sarafán proviene del persa sarapa, que significa de la cabeza a los pies. El sarafán fue usado por las mujeres campesinas, pero las clases altas abandonaron esta prenda en favor de la moda europea occidental.
El sarafán es una prenda icónica en la vestimenta tradicional rusa y tiene un significado simbólico en la cultura del país. Este vestido delantal era considerado un símbolo de feminidad y se asociaba con la modestia y la pureza. Las mujeres rusas solían usar sarafanes de colores vivos para ocasiones especiales como bodas y festivales, mientras que los sarafanes de uso diario eran más simples y de colores más apagados.
El sarafán también era una forma de expresar la identidad regional y social. Cada región de Rusia tenía su propio estilo y diseño de sarafán, con diferentes adornos y detalles. Por ejemplo, los sarafanes utilizados en los Urales tenían una forma trapezoidal y estaban decorados con botones o listones en el frente, mientras que los sarafanes sordos no tenían costuras en el frente y estaban hechos de una sola pieza de tela.Hoy en día, el sarafán se usa principalmente en representaciones de folclore ruso. Sin embargo, todavía se pueden encontrar versiones modernas de esta prenda en la moda contemporánea, con diseñadores que se inspiran en el sarafán para crear piezas únicas y elegantes.
La Rubakha
La vestimenta de los hombres era sencilla y constaba de algunas prendas básicas. Estos eran comunes tanto a los campesinos como a los nobles adinerados, aunque estos últimos a menudo tenían sus ropas hechas de materiales más caros, podían usar diseños sofisticados y también tenían sus ropas generosamente decoradas con piedras semipreciosas y bordados elaborados. Rubakha, o sorochka, era el nombre de la camisa que estaban hechas de lino o algodón, podían no tener cuello y, en la mayoría de los casos, tenían un «cuello torcido» (es decir, abierto hacia un lado); este tipo de camisa se llamaba kosovorotka. El cuello y los adornos de la camisa a menudo estaban bordados con hermosos diseños.La rubakha es el elemento básico de cualquier vestuario tradicional ruso, que podían usar tanto hombres como mujeres.
Por lo general, la rubakha se usaba con una faja o correa en la cintura que podía estar hecha de seda o lana y, a menudo, tenía borlas en los extremos. Los hombres mayores solían vestirse de manera más humilde que los jóvenes solteros. Aunque la vestimenta de los hombres no era tan elaborada como la de las mujeres, aún reflejaba la identidad y la cultura rusa
Las prendas pertenecen a la Casa Rusa de Buenos Aires, que es el centro de la cultura y las ciencias rusas en Argentina. Organizó Fundación FIPPE
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El oscuro legado de ‘El Cuervo’: cómo un disparo mortal consagró una de las películas de culto más relevantes
A 30 años desde su estreno, la historia de ‘El cuervo’ perdura entre sus seguidores con su profundo mensaje, en el que el amor verdadero es más fuerte que la muerte.
30 años después de su rotundo éxito, llega a los cines una nueva versión de ‘El cuervo’, protagonizada por Bill Skarsgard. Aunque el director, Rupert Sanders, aseguró que la película es más fiel a la novela gráfica original de James O’Barr, difícilmente alcanzará el nivel de éxito de la película de 1994, un clásico de culto que marcó un ‘legado maldito’ en la historia de Hollywood.
La película, estrenada el 13 de mayo de 1994, cautivó al público por la oscura atmósfera gótica recreada por el director Alex Proyas y la interpretación de Brandon Lee, que le aseguraron un lugar en la historia del cine. Sin embargo, fue igualmente recordada por la tragedia ocurrida durante su producción: la prematura muerte de su actor principal.
‘El cuervo’ cuenta la historia de Eric Draven, un músico que es brutalmente asesinado junto con su prometida. Un año después, es resucitado por un misterioso cuervo para vengarse de quienes le hicieron daño. El amor, la muerte y la sed de venganza fueron temas que calaron hondo en los espectadores, con un estilo visual marcado por paisajes urbanos lluviosos, más una banda sonora inquietante, que se desmarcó de varias superproducciones de la época.
‘El cuervo’ por siempre
Brandon Lee, hijo de la leyenda de las artes marciales Bruce Lee, que había empezado a hacerse lugar en Hollywood, fue el protagonista de ‘El cuervo’. Sin embargo, en marzo de 1993, durante el rodaje de una escena, Lee, de 28 años, resultó herido de muerte cuando el actor Michael Massee, que interpretaba a uno de los maleantes, disparó una pistola de utilería en la cual accidentalmente una bala había quedado en el cañón.
El tiroteo fue considerado un accidente. Sin embargo, Massee se tomó un largo año sabático. «Creo que nunca se supera algo así», declaró al programa de noticias Extra en 2005.
El incidente conmocionó a Hollywood y provocó cambios generalizados en los protocolos de seguridad de los sets de rodaje, especialmente en lo relativo al manejo de armas de fuego. A pesar de la tragedia, se tomó la decisión de completar la película, utilizando dobles y tecnología CGI para terminar las escenas restantes de Lee.
El éxito de la cinta fue agridulce, ya que tanto el público como la crítica alabaron el trabajo del actor al tiempo que lloraron la pérdida de una estrella que había estado a punto de alcanzar la grandeza.
Legado oscuro
A lo largo de los años, la trágica muerte de Lee ha desencadenado numerosas teorías conspirativas, con algunos fans y especuladores cuestionando el relato oficial de los hechos.
Una de las teorías más persistentes es la de que la muerte de Brandon fue parte de una «maldición» sobre la familia Lee. Esta teoría sugiere que las muertes prematuras tanto de Brandon como de su padre no fueron meros accidentes, sino parte de algo sobrenatural. El repentino fallecimiento de Bruce Lee en 1973 alimentó la especulación de que estaba maldito debido a sus supuestas conexiones con las artes marciales o porque desafiaba las prácticas tradicionales chinas. La teoría se extiende a Brandon, postulando que su muerte fue una continuación de esta supuesta maldición.
Las teorías de conspiración también fueron alimentadas por los extraños paralelismos entre la ficción y la vida real, con la trágica historia de fondo de O’Barr -quien creó el cómic luego de que su prometida fuera asesinada por un conductor ebrio- o la inminente boda del protagonista principal Eric y su novia Shelly, descrita en ‘El cuervo’, con el hecho de que Lee debía casarse con su propia prometida, Eliza, el 17 de abril de ese año.
Otro suceso que ha llamado la atención de muchos cinéfilos, es la gran similitud entre la muerte de Lee en el rodaje de ‘El cuervo’ y la muerte de la directora de fotografía, Haylna Hutchins, por el disparo de Alec Baldwin en el set de ‘Rust’. Ambas producciones cinematográficas se vieron ensombrecidas por tiroteos mortales que conmocionaron al público y suscitaron amplios debates sobre la seguridad en la industria.
«Ver que en los casi 30 años transcurridos entre las películas no habíamos mejorado eso fue ciertamente devastador», comentó Jeff Most, productor de ‘El cuervo’ (1994) en una entrevista concedida a The Guardian. «Como productor con más de 30 años de experiencia y numerosas películas de acción a sus espaldas, puedo asegurar que no hay lugar en el mundo en el que un actor sea responsable del arma que maneja», añadió, en defensa de Baldwin.
Tras el éxito de Lee como ‘El cuervo’, hubo secuelas olvidables. En algunas ocasiones, Bradley Cooper o Jason Momoa estaban previstos para interpretar a Eric. Aunque ningún proyecto ha logrado lo que la película inicial sí.
La historia de ‘El cuervo’ perdurará con su profundo mensaje, en el que se promete que el amor verdadero es más fuerte que la muerte.
@RT.
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