Jorge Julio López fue secuestrado la noche del 27 de octubre de 1976 durante un gran operativo en Los Hornos, junto a otros militantes peronistas. Eran noches en las que avanzaba la dictadura cívico militar más sangrienta de la historia Argentina.
A la cabeza de los grupos de tareas que se desplegaron esa noche de octubre estaba el director de Investigaciones de la Policía Bonaerense, Miguel Etchecolatz, hombre de extrema confianza del jefe de la fuerza, coronel Ramón Camps.
A Jorge Julio López lo habían mantenido secuestrado durante casi seis meses en cuatro centros clandestinos conocidos como Cuatrerismo, Pozo de Arana, Comisaría Quinta y Comisaría Octava. Allí había sido torturado y también había presenciado varios asesinatos, entre ellos los de sus compañeros de militancia en Los Hornos, Patricia Dell’Orto y Ambrosio Francisco de Marco.
López había sobrevivido y el 4 de abril de 1977, cinco meses y cinco días después de su secuestro, fue “blanqueado” y puesto “a disposición del Poder Ejecutivo” en la Unidad 9 de La Plata, de donde fue liberado el 25 de junio de 1979.
Dos décadas después, en 1999, se presentaba a declarar por primera vez en los Juicios por la Verdad. Allí, ante los jueces de la Cámara de Federal de Apelaciones, brindó un minucioso relato sobre su secuestro, las torturas sufridas, los asesinatos, violaciones y demás delitos de lesa humanidad que presenció, y los diferentes centros clandestinos en los que estuvo.
Sin embargo, el procedimiento judicial no tuvo consecuencias penales.
La nulidad de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, sancionadas durante el Gobierno de Raúl Alfonsín, promovió la reapertura de los juicios por delitos de lesa humanidad cometidos hasta 1983. El primero de esos juicios reabiertos fue el que se siguió contra Miguel Etchecolatz, ex director de Investigaciones de la Policía Bonaerense durante la dictadura, y uno de los principales responsables de los delitos cometidos contra Jorge López.
En 2005, López se presentó a declarar nuevamente en la etapa de instrucción de la causa contra Etchecolatz.
El 28 de junio de 2006, Julio López declaró como testigo del juicio oral. Su testimonio había sido impactante, por la claridad con que había relatado lo que había sufrido y visto entre 1977 y 1979. Además, había reconocido a Miguel Etchecolatz como uno de los represores que lo habían torturado y como autor material del asesinato de Patricia Dell’Orto.
Dos meses y medio después, el 18 de septiembre de 2006, era el día de los alegatos. López iba a estar ahí. Sin embargo, nunca llegó. Desapareció sin dejar rastros. Fue visto por última vez en los alrededores de la casa de Susana Gopar, una policía bonaerense en actividad cuyo teléfono figuraba en la agenda de Miguel Etchecolatz.
Un día después, Etchecolatz era condenado a cadena perpetua por su participación en la última dictadura militar al considerar los testimonios de, entre otros, Julio López.