Me voy a concentrar en América Latina primero, para tratar de entender lo que pasa en el mundo, porque si no, no entendemos lo nos pasa a nosotros… y después en Argentina en las elecciones del año que viene. Si me dan ratito más, les cuento quien gana.
Seymour Lipset era un politólogo estadounidense que decía que «quien solo conoce su país, no conoce ningún país«. Por eso, para entender lo que nos está pasando, es importante salir del ombligo y ver qué está pasando alrededor. Y lo que está pasando alrededor es que el mundo está cambiando, se está post occidentalizando y en el occidente que nosotros vivimos periféricamente, las cosas cambian mucho más rápido.
Ejemplos. Si yo les digo, piensen un economista, tecnócrata, que es convocado para salvar el país y durante un año estabiliza la economía y después es electo presidente, después de lo cual convoque a elecciones parlamentarias, las gana y gobierna durante una década con un partido propio. Alguien puede decir Tercer Mundo, Ecuador, Rafael Correa. Y con el mismo criterio pueden decir Francia, Emmanuel Macron.
Y si no, un presidente que pierde las elecciones alega fraude y moviliza a sus a sus electores a tomar el Congreso por asalto de manera violenta. América Latina: Bolsonaro; o Estados Unidos: Donald Trump. O entonces un empresario futbolístico muy importante, que se presenta la política, gana las elecciones y preside con corrupción, no sean mal pensados: Horacio Cartes en Paraguay, Silvio Berlusconi en Italia. O una crisis tal que lleva a que caigan los Jefes de Gobierno y asuma a alguien que no fue votado, electo por el Parlamento y que hace tal desaguisado que en pocas semanas lo echan porque la economía se hunde: Rodríguez Saa en Argentina o Liz Truss en Gran Bretaña.
En la Fundación Mediterránea, Milei ratificó el rumbo, el modelo y “las formas”
Lo que nos está pasando en América Latina está pasando en Occidente. No nos pasa solamente a nosotros. En Argentina, como veníamos, pensábamos que nos estamos reconstruyendo en vez de disolviéndonos, pero las democracias latinoamericanas se están disolviéndose en la fragmentación, amateurización y divorcio.
Fragmentación es evidente a nivel de los partidos y dentro de los partidos. Y esa fragmentación significa también mucha circulación. Gente nueva que surge, inesperada. Un militar sentado 28 años en el Congreso, que de repente es presidente cuando nadie lo esperaba, o un líder estudiantil en Chile que su único trabajo fue militar estudiantilmente para llegar a presidente o un maestro rural en Perú, Pedro Castillo.
Y con esta circulación viene la amateurización. Somos gobernados por personas que no fueron entrenadas para eso. En Argentina, decimos: Gracias a Dios, finalmente, llega alguien que no es de lo que nos trajeron hasta acá. Sin embargo, ese alguien recurre a equipos que venían formados de antes. Los principales ministros de este Gobierno, fueron ministros de cuatro años atrás, (Federico) Sturzeneger, (Patria) Bullrich, (Luis) Caputo. Argentina es un país que, aunque nos parezca lo contrario, a veces contradice las tendencias.
La tendencia en América Latina está más cerca de la anarquía que de la tiranía. De la dilución del poder que de la concentración del poder. A veces Miley tiene raptos agresivos y uno piensa: esto es peligroso para la República y después mira lo que está pasando alrededor y dice: no, es una sobreactuación. Porque el peligro que enfrenta nuestro continente es lo contrario, es la selva, no el Estado fuerte.
Para el economista Marengo, en Argentina se viene una época sin inflación, donde será clave la competitividad
Esto no pasa solamente acá, que doy dos ejemplos. Y seguimos discurriendo sobre el continente hasta llegar a Argentina. Los partidos que hoy gobiernan Francia con Macron e Italia con Georgia Meloni no existían en 2010. Los partidos que gobiernan las principales cunas de la civilización occidental hoy fueron inventados hace menos de 14 años y en América Latina en los cuatro últimos años, 21 – 22 – 23 y 24, hubo 16 elecciones presidenciales, contando lo de Uruguay del domingo pasado y el balotage que viene.
De esas 16, en 13 ganaron partidos políticos que tenían menos de 10 años de existencia, incluyendo Argentina. Excepciones: Uruguay, Paraguay y Brasil. El Mercosur es algo diferente en América Latina, Argentina es algo diferente en el Mercosur.
A partir de esto que estamos viendo, podemos tratar de imaginarnos cómo se recomponen las piezas. Pero lo importante es que a la fragmentación habitualmente se le superpone la polarización. Es algo raro. Fragmentación es partirse en muchos pedazos. Polarización es concentrarse en dos, lejos. Y a veces vemos las dos cosas.
En Brasil la polarización es altísima a la hora de elegir presidente. Lula, Bolsonaro se llevan todos los votos y están lejos uno del otro. El Congreso es todo centro. La mayor parte de las gobernaciones e intendencias brasileñas son centristas, ese famoso centrón, donde van a buscar los votos con el que gobierna cualquier presidente de izquierda y de derecha. En Argentina no había centrón, se está formando ahora por el esfuerzo conjunto del presidencialismo que ordena al oficialismo y desordena a la oposición. Y de la acción ácida erosiva de Javier Milei, que rompe todos los espacios para buitrear dentro de cada uno. ¿Y esto qué es? ¿Quizás perverso? Es también muy inteligente. Esto es lo que tiene que hacer para construir gobernabilidad en un sistema que le otorgó menos del tercio en las dos cámaras.
¿Qué va a pasar hasta 2025?
Entremos a imaginarnos los escenarios electorales. Primer dato a tener en cuenta no es una elección nacional. Son 24 elecciones distritales, no habrá una boleta única en la cual un Milei vaya a la cabeza. Es probable que las boletas que apoye Milei tengan un león dibujado. Pero los candidatos de Milei en las provincias no se caracterizaron por ser particularmente brillantes.
Quizás el León no ayude, hacen falta también buenos candidatos. Y en la política Argentina los gobernadores y líderes provinciales, incluso los partidos que no gobiernan, tienen el poder de la lapicera.
En las elecciones que vienen se hacen provincia por provincia, se tejen provincia por provincia y se leen provincia por provincia, salvo el lunes posterior a la elección. Si ustedes quieren saber cómo van a ser las tapas de los diarios llamados nacionales alias porteños, después de la elección, va a ser el resultado bonaerense, porque siempre es así.
La elección de la provincia de Buenos Aires da el tono del resultado nacional. Quien gana la provincia de Buenos Aires gana el país, no es así, pero es la percepción que pasa. Pueden ir a buscar desde 2005 en adelante y encontrarse con todo esto.
Fíjense lo siguiente, en 2005 hubo elecciones intermedias. El debate de “alta peluquería”, dijo Aníbal Fernández en esa época. Cristina le ganó a Chiche, dos años después, Cristina era presidenta. La elección bonaerense anticipó la nacional.
Ahora, en 2009, la siguiente De Narváez le ganó a Néstor (Kirchner), a Scioli y a Massa que iban todos juntitos en la lista, lo puso en brochet y se los comió juntitos. Y De Narvaez no fue presidente.
En 2013 Massa gana la elección. Título de Clarín: “Se abre una nueva época”. Massa no fue presidente. En 2017, Esteban Bullrich ganó la elección contra Cristina y Macri no fue reelecto. En 2021, (Diego) Santilli ganó la elección y Patricia Bullrich no fue electa.
¿Qué significa esto? Las elecciones son distritales, aunque la lectura será nacional. El resultado de la provincia de Buenos Aires no importa, es irrelevante. Sin embargo, esta es la primera vez en la historia que hay un cambio en la votación de la Provincia de Buenos Aires ¿por qué? Es una de las cuatro que votan al mismo tiempo que la Nación, las demás desacoplan. En el caso de la elección a Diputados nacionales son simultáneas.
Con la boleta única de papel se desacopla elección provincial. En la provincia de Buenos Aires no hay una lista provincial porque hay 8 secciones electorales con legisladores desconocidos que son designados por los intendentes o por el Gobernador, pero Axel Kiciloff no controla el aparato, no maneja la lapicera. Así que los bonaerenses tendrán en la boleta del cuarto oscuro a los diputados nacionales encabezados por Cristina o Karina, quien sea, que no van a tener capacidad de arrastrar a los desconocidos que sean candidatos a legislador o a las celebrities que sean reclutadas para arrastrar a los candidatos a concejal de los intendentes, que serán los que hagan campaña la provincia de Buenos Aires.
En esta elección, la PBA se va a poner los pantalones largos después de 140 años de vida. Después de 1880, es la primera vez que la provincia de Buenos Aires tiene la posibilidad de crecer políticamente, no para transformarse en locomotora del país, pero para dejar de ser lastre.
Mientras tanto, las otras provincias van haciendo su experiencia de manera mucho más exitosa que la provincia de Buenos Aires. Y un detalle para ir terminando. ¿Cuál es la estrategia del presidente? Nosotros tendemos a pensar, incluso desde el interior del país, nacionalmente. Milei no, salió tercero en las dos Buenos Aires, tercero en las dos Buenos Aires, perdió en la capital y perdió en la provincia ante dos partidos en cada una pero arrasó en 16 provincias del interior, con más del 70 en Córdoba y en Mendoza.
La estrategia de Milei es federal y esto significa que quiere generar recursos para el interior para que haya fondos y población. Y la provincia de Buenos Aires, será problema del que la gobierna.
La Argentina que viene en el corto plazo, es una Argentina, por supuesto, del agro, pero también del gas, del petróleo, de la minería. El RIGI es una estrategia para atraer inversiones, pero sobre todo es una estrategia para construir coaliciones, para ir desagregando gobernadores. Milei ya tiene más gobernadores que Cristina.
El RIGI es la manera, Kicillof no lo quizo. Cuando la provincia se hunda, porque no hay inversiones ahí, entonces Milei va a asfaltar los caminos que conducen a la ciudad de La Plata para que el incendio sea en la capital de la provincia y no en la ciudad de Buenos Aires. ¿Puede fallar? Puede fallar, pero la estrategia es muy inteligente, federalizar la economía, extractivamente no productivamente. Ahí tenemos un problema a largo plazo, generacional: apuntar a los jóvenes, sobre todo a los jóvenes varones, que son el apoyo que sustenta movimientos de este.
Si los jóvenes varones no votaran Milei no sería presidente; Bolsonaro no lo habría sido y Trump tampoco. Las sociedades se dividen en cuatro sectores, viejos y jóvenes, mujeres y varones. 3 cuadrantes son tradicionales. El cuadrante masculino joven apoya mucho este tipo de cambio. Este cambio agresivo, que cambia la economía y quizás se erosiona las bases de la convivencia. Quizás digo, porque otra vez creo que la agresividad es parte de la sobreactuación para construir popularidad que le permite mantener la estabilidad.
Pero la agresividad tiene rendimientos decrecientes. En algún momento tiene que reducirlo, sino empieza a ser contraproducente. ¿Cuál es el escenario ideal para la Argentina que viene de 2025 para adelante? Winston Churchill ganó la guerra y al mes siguiente perdió las elecciones, pero la paz estaba conquistada. Raúl Alfonsín, 41 años de su victoria, consolidó la democracia, perdió las elecciones, nunca volvió al poder por la democracia estaba conquistada.
Milei está estabilizando la economía. Ojalá le vaya bien. Argentina necesita, después de la estabilidad democrática, estabilidad económica. La prueba de su éxito será cuando pierda las elecciones y la estabilidad lo sobreviva, porque entonces será de todos los argentinos.