Opinión
Con los ojos y el corazón en Roma y en Luján.
Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo.
Una de las experiencias más ricas de la iglesia es su diversidad de culturas y
lenguas. Católica significa Universal, que abarca a toda la humanidad, sin
excepciones.
Pensar que el mismo Padrenuestro es rezado en castellano, chino, inglés,
guaraní, alemán, italiano… es una maravilla a la que no debemos
acostumbrarnos.
El Evangelio es Buena Noticia, y está destinada a encarnarse en cada pueblo
desde su propia idiosincrasia, y a expresarse desde la belleza de su arte, lo
hondo de sus raíces. La fe se hace cultura y agrega nuevos rostros a la Familia
de los hijos de Dios.
Cada comunidad cristiana tiene sus fiestas patronales que le motivan a
expresar su fe y su cariño a los Santos, la Virgen… También cada Diócesis o
país tienen sus características propias. Pero no debemos perder de vista que
somos parte de un Pueblo que nos abarca, abraza y trasciende.
Uno de los riesgos que corremos en el presente es la fragmentación. Nos
seduce la tentación de ser clan defendiendo la propia idea, antes que ser
Pueblo.
Este mes octubre está aconteciendo algo muy importante para la Iglesia en
todo el mundo. Francisco está iniciando en Roma la segunda fase del camino
sinodal. Un camino en el cual se han escuchado las voces de todas las formas
de vivir la misma fe. Estamos en los momentos de revisar los desafíos que se
nos presentan en todo el mundo.
Una expresión que se hizo común en torno al año 1000 decía “lo que a todos
incumbe debe ser tratado por todos”. Y así está sucediendo.
El lema que nos está orientando es “Por una Iglesia Sinodal: comunión,
participación y misión”. El Papa Francisco, en su discurso de apertura destacó
la importancia del caminar en comunión: “Hemos aprendido a reconocer en
el Sínodo de los Obispos un sujeto plural y sinfónico capaz de sostener el
camino y la misión de la Iglesia católica, ayudando de modo eficaz al Obispo
de Roma en su servicio a la comunión de todas las Iglesias y de toda la
Iglesia».
Al final del Evangelio se nos cuenta que Jesús resucitado envió a los
discípulos diciéndoles: “Vayan por todo el mundo y anuncien la buena noticia
a todos los pueblos”. (Mateo 28)
Volviendo a la idea inicial, hay distintas lenguas que alaban al mismo Dios.
Multiplicidad de colores en la piel y los vestidos. Diversas culturas que, cada
una con su peculiaridad, acogen y expresan la misma fe.
En nuestra Patria este fin de semana se está celebrando un acontecimiento
muy importante: la edición número 50 de la Peregrinación juvenil a pie al
Santuario de Nuestra Señora de Luján. El lema: “Madre, bajo tu mirada
buscamos la unidad”.
Ciertamente que las Peregrinaciones a nuestra Madre son anteriores y muy
numerosas. Pero esta fue pensada en su origen como netamente juvenil,
aunque vayan también algunos adultos.
Ante este acontecimiento la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal
Argentina escribió una carta, de la cual te comparto un par de párrafos. “Es
bueno hacer memoria y recordar que la Virgen se quedó entre nosotros en el
año 1630. Aún antes de la creación del Virreinato del Río de la Plata, antes
que existamos como pueblo argentino”.
En la misa de beatificación del Cardenal Eduardo Francisco Pironio en
diciembre pasado, tuve el regalo de estar delante de la imagen original de la
Virgen y acariciarla con sumo cuidado. Como dicen los obispos en la carta,
“una imagen frágil, en medio de un pueblo tocado por diversas fragilidades,
desde su nacimiento hasta el día de hoy. Un pueblo necesitado de la caricia
de María de Luján, para sanar sus heridas, para poder seguir caminando,
luchando y esperando una Patria de hermanos”.
Contemplemos este acontecimiento con mirada profunda y creyente.
“Caminar a la casa de la Virgen representa una parábola de la vida misma y
de otra peregrinación, que es la que va hacia dentro del corazón. Porque
nuestro interior es santuario de Dios, Él habita en nosotros y en nuestros
lazos de hermandad. Y esta es una buena noticia que debe ser anunciada a
todos empezando por los más pobres, cuya dignidad no debe ser
despreciada.”
Virgencita de Luján, ruega por nosotros.
El Papa Francisco invita al mundo entero este lunes 7 de octubre a una
Jornada de Ayuno y Oración para pedir el don de la paz.
Ofrezcamos nuestra parte y recemos juntos por la paz.
@Comunicación Arzobispado San Juan
/Fuente de imagen: Archivo Google
Opinión
El que come y no convida…
Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo
Hay dichos populares que son muy expresivos.
Hace unos meses me encontré circunstancialmente con una mujer de cerca de 90 años de edad, nacida en un país de Europa. Debido a la pobreza y el hambre en su tierra, se vinieron con parte de la familia a vivir a la Argentina. Me contaba que se pasaba hambre en su pueblo. En una oportunidad su hermano mayor había conseguido unas pocas papas y cebollas, y las comían a escondidas, porque no alcanzaban para compartir con los vecinos. Recordaba con amargura el sentimiento de comer con vergüenza y culpa. Salvando las distancias, también he visto niños que en el recreo se esconden para comer el alfajor sin ser vistos.
Como contradicción con estos sentimientos vemos el despilfarro ostentoso en otros sectores de la sociedad. Comida que se tira, se pudre. Es obsceno el desperdicio de lo que para muchos es inalcanzable. Sería bueno que tuvieran vergüenza y culpa, como los pobres y los niños.
Este domingo de realiza la Jornada Mundial de los Pobres. El Papa Francisco nos ha regalado para este año un Mensaje con el lema «La oración del pobre sube hasta Dios» (cfr. Sirácida 21,5).
Estamos en camino a la celebración del Jubileo en 2025, poniendo el foco en el 2024 especialmente en la oración. En su mensaje Francisco escribe: “En este año dedicado a la oración, necesitamos hacer nuestra la oración de los pobres y rezar con ellos. Es un desafío que debemos acoger y una acción pastoral que necesita ser alimentada”. Y nos recuerda el Papa lo que ya enseñó hace más de diez años: «la peor discriminación que sufren los pobres es la falta de atención espiritual. La inmensa mayoría de los pobres tiene una especial apertura a la fe; necesitan a Dios y no podemos dejar de ofrecerles su amistad, su bendición, su Palabra, la celebración de los Sacramentos y la propuesta de un camino de crecimiento y de maduración en la fe. La opción preferencial por los pobres debe traducirse principalmente en una atención religiosa privilegiada y prioritaria» (EG, 200)”.
En algunas Visitas Pastorales me alegra cuando veo que en las parroquias los voluntarios de Caritas empiezan su servicio compartiendo un rato de oración con las familias que acogen. Esto hace que “en los rostros y en las historias de los pobres que encontramos en nuestras jornadas… la oración sea camino para entrar en comunión con ellos y compartir su sufrimiento”.
Esta Jornada “es una ocasión propicia para llevar a cabo iniciativas que ayuden concretamente a los pobres, y también para reconocer y apoyar a tantos voluntarios que se dedican con pasión a los más necesitados. Debemos agradecer al Señor por las personas que se ponen a disposición para escuchar y sostener a los más pobres. Son sacerdotes, personas consagradas, laicos y laicas que con su testimonio dan voz a la respuesta de Dios a la oración de quienes se dirigen a Él. El silencio, por tanto, se rompe cada vez que un hermano en necesidad es acogido y abrazado. Los pobres tienen todavía mucho que enseñar porque, en una cultura que ha puesto la riqueza en primer lugar y que con frecuencia sacrifica la dignidad de las personas sobre el altar de los bienes materiales, ellos reman contracorriente, poniendo de manifiesto que lo esencial en la vida es otra cosa”.
La vida es un don de Dios, un regalo de su amor. Es cierta la expresión popular “nadie tiene la vida comprada”. Sin embargo, la cultura materialista nos puede llevar a considerar las cosas como posesión individual sin tener en cuenta el Destino Universal de los bienes de la creación. Por eso nos recuerda el Papa que “la felicidad no se adquiere pisoteando el derecho y la dignidad de los demás”. Francisco concluye su mensaje evocando a Santa Teresa de Calcuta, que entregó la vida por los pobres. “El 26 de octubre de 1985, cuando habló a la Asamblea General de la ONU mostrando a todos el rosario que llevaba siempre en mano, dijo: «Yo sólo soy una pobre monja que reza. Rezando, Jesús pone su amor en mi corazón y yo salgo a entregarlo a todos los pobres que encuentro en mi camino. ¡Recen también ustedes! Recen y se darán cuenta de los pobres que tienen a su lado. Quizá en la misma planta de sus casas. Quizá incluso en sus hogares hay alguien que espera vuestro amor. Recen, y los ojos se les abrirán, y el corazón se les llenará de amor».”
Los gestos de cercanía y ternura hacia los pobres no se improvisan. Surgen de un corazón que reza.
Como les conté, esta semana los obispos argentinos estuvimos reunidos en Pilar, hubo elecciones para autoridades de distintos espacios de nuestra iglesia y he sido designado como presidente de la Comisión Episcopal de Comunicación de la Conferencia Episcopal Argentina. Estoy realmente muy contento y agradecido.
Opinión
Una vida rota pero no perdida
Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo
Cuando nos conocimos con Ezequiel él tenía 26 años de edad, y yo aún no
había cumplido los 60. Estábamos en una reunión con unas 200 personas, y él
nos compartió un relato acerca de su vida y cómo había luchado para llegar a
este momento.
La infancia y adolescencia le resultaron etapas difíciles. La primaria la cursó
en una escuela parroquial a pocas cuadras de la casa. Le costaba la
integración con sus compañeros con quienes se peleaba con mucha
frecuencia; y varias veces le llamaron la atención por faltas al respeto a
docentes y directivos.
En la familia era moneda corriente presenciar discusiones, agresiones físicas
y verbales. Hacinamiento, alcoholismo y promiscuidad generaban un clima
insufrible. Poco se ocupaban de Ezequiel, que arrastraba esos años como una
carga pesada. Estuvo a punto de repetir el año un par de veces, pero lo
hicieron pasar para que no abandonara.
En la secundaria fue a otra escuela, esta vez de gestión estatal. La historia se
repitió con más crudeza todavía. No sé quién abandonó primero; si Ezequiel
decidió dejar o la escuela le soltó la mano. Fue algo mutuo y sin intentos por
buscar soluciones alternativas.
En casa las cosas iban de mal en peor. Él sentía que estaba de más y trataba
de quedarse lo menos posible.
La esquina, la pandilla, el consumo de alcohol y drogas, el delito. Un tobogán
preanunciado. En un momento también dijo chau a “su” casa.
Expulsado de la Escuela y de la familia, su grupo de pertenencia era tóxico
por donde se lo mirara. Se acostumbró a dormir en estaciones de trenes o de
ómnibus, comer mal, sentir frío. Se iban vislumbrando como destino “las 3
C”: calle, cárcel, cementerio. La muerte rondaba a su alrededor.
Cuando tenía 20 años se cruzó en la calle con Jeremías, ex compañero de
consumo de los primeros tiempos. Recordaba que en una noche de frío
Jeremías le había dado su campera como abrigo y ese gesto a Ezequiel le
había quedado grabado. Se saludaron con mucho afecto.
A Ezequiel le llamó la atención la sonrisa de Jeremías, que hacía dos años
había dejado el consumo de drogas. A la vez retomó los estudios y consiguió
unas changas de jardinería. Lo invitó a conocer su “nueva familia” como le
llamaba a la comunidad que le había acompañado en su camino. Ese día Eze
llegó con la vida rota. Sucio, con la salud frágil, sin expectativas, sin presente
ni futuro.
Lo recibió Mariela, trabajadora social y miembro del equipo del Hogar, que
enseguida lo presentó a otros cinco jóvenes que estaban dando la misma
pelea.
Le ofrecieron quedarse aquel día si quería y le dieron unas pocas pautas de
convivencia para esa jornada. Al caer la tarde estaba bañado y con ropa
limpia. Compartió la cena con ellos y se fue. “Mañana te esperamos de
nuevo, depende de vos.” Le había llamado la atención sobre una pared un
cuadro de Jesús Buen Pastor cargando la oveja en sus hombros.
Al concluir su testimonio contó que llevaba seis años en este camino. Me
atrajo su relato y al terminar me acerqué a conversar un rato a solas. Me
contó que su experiencia era como haber conocido el infierno. Lo marcó
mucho su historia familiar de violencia y exclusión.
En la comunidad aprendió el valor del abrazo, la caricia en la cabeza, la mano
en el hombro, la sonrisa. Experimentó la ternura de Jesús Buen Pastor que te
carga en sus hombros sin reproches.
En un momento del diálogo le pregunté si no se había acercado antes a la fe
o a alguna parroquia. Me respondió “yo pensé que Dios a los malos no nos
quería”.
Me dolió mucho esa respuesta, expresión clara de una vivencia concreta. Él
se dio cuenta de mi cara de desagrado, me tomó la mano y me dijo “pero
ahora no tengo dudas de su amor por nosotros; se jugó la vida”.
Muchos jóvenes como Ezequiel y Jeremías salen adelante. Otros cuantos, no.
Pero vale la pena el intento que tantas personas realizan con cariño.
Aun después de varios años de aquel encuentro hay imágenes o expresiones
que me quedan dando vueltas. Hay gente —demasiada gente— que siente
tocar el infierno o estar allí. Un amigo te puede salvar la vida. Ninguna vida
está tan rota para que el amor fracase. Dios envió a Jesús para buenos y
malos, justos e injustos. Hay que recibir la vida como viene. Vos podés hacer
algo por los demás.
En esta semana previa a la Jornada Mundial de los Pobres me vino evocar
esta historia.
Como escribe Francisco en su nueva Encíclica, “Su corazón abierto nos
precede y nos espera sin condiciones, sin exigir un requisito previo para
poder amarnos y proponernos su amistad: «nos amó primero» (1 Jn 4,10).
Gracias a Jesús «nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y
hemos creído» en ese amor (1 Jn 4,16)” (DN 1).
De lunes a viernes tendremos la Asamblea de los Obispos de la Argentina.
Acompañanos con tu oración.
Opinión
Rusia | El Día de la Victoria: la historia y las tradiciones de la fiesta.
El 9 de mayo de 1945, la población de la URSS logró poner fin a la Gran Guerra Patria, derrotando al nazismo alemán. Para conmemorar esta histórica hazaña, esa fecha se instituyó como el Día de la Victoria, una jornada que desde hace 79 años se celebra solemnemente en todo el mundo, con especial importancia en los países postsoviéticos. El Día de la Victoria se dedica a honrar a los defensores caídos y a rendir homenaje a los veteranos de la guerra, tanto a los vivos como a los que ya han fallecido. Te contamos la historia de ese festejo y de las tradiciones que se han formado a lo largo de las décadas, así como de las que han aparecido hace poco.
El Camino hacia la Victoria Soviética: cómo se derrotó a la Alemania Nazi
La URSS se vio sacudida por la Segunda Guerra Mundial el 22 de junio de 1941 cuando la Alemania de Hitler invadió el territorio soviético, un conflicto que perduró durante casi cuatro años.
En 1944, las fuerzas soviéticas lanzaron una ofensiva, logrando revertir el avance de los nazis y recuperando territorios previamente ocupados. Ya en abril, las tropas soviéticas alcanzaron la capital alemana de Berlín.
Durante las cruentas batallas de la ofensiva de Prusia Oriental, las fuerzas soviéticas lograron romper las defensas nazis, asegurando el acceso al mar Báltico y eliminando las principales fuerzas enemigas.
Esta campaña resultó en la pérdida de más de 600,000 soldados del Ejército Rojo. El costo total que la URSS pagó por la victoria fue el sacrificio de las vidas de 26,6 millones de ciudadanos soviéticos.
Por atroz que fuera la guerra, los sacrificios no fueron en vano, ya que el 1 de mayo de 1945 la Bandera de la Victoria fue izada sobre el edificio del Reichstag, marcando así el final oficial de la ofensiva, que concluyó formalmente un día después, el 2 de mayo de 1945. La Unión Soviética había logrado la victoria sobre Hitler y sus aliados europeos.
Firma del Acta de Capitulación: los detalles del fin de la guerra
El documento que selló la derrota total de Alemania en la Segunda Guerra Mundial fue firmado en dos ocasiones.
La primera firma del acta de capitulación se celebró el 7 de mayo en la ciudad francesa de Reims.
El acta sellaba el reconocimiento definitivo de Alemania como la parte perdedora en el conflicto, poniendo fin a años de devastación y sufrimiento en Europa. El protocolo estipulaba que el acta no constituía un acuerdo amplio de rendición de Alemania y sus fuerzas armadas, sino que registraba el cese de las hostilidades. Entró en vigor el 8 de mayo a las 23:01 hora local (01:01 del 9 de mayo, hora de Moscú).
El 8 de mayo, la Unión Soviética exigió la firma de la segunda acta de capitulación incondicional de Alemania como única condición para poner fin a la guerra. Además, Iósif Stalin no estaba satisfecho con que el acta fuera firmada en Francia y no en la capital de la Alemania derrotada. Asimismo, las tropas alemanas no cumplieron con las condiciones requeridas, ya que no cesaron las hostilidades como se estipulaba en el acuerdo.
La segunda acta de capitulación incondicional de Alemania se firmó en la ciudad alemana de Karlshorst el 8 de mayo a las 22:43 (a las 00:43 del 9 de mayo, hora de Moscú). El mariscal Gueorgui Zhúkov fue el encargado de recibir la rendición de las fuerzas nazis, un momento trascendental que simbolizó el fin de una era de conflictos.
Hecho curioso: Tras la firma de la capitulación, el gobierno alemán fue disuelto y las tropas alemanas finalmente depusieron las armas. A pesar de estos acontecimientos, legalmente la guerra con Alemania no terminó sino hasta el 25 de enero de 1955. Hasta ese momento, los prisioneros de guerra alemanes contribuyeron en la reconstrucción de las ciudades devastadas de Rusia.
La historia del Día de la Victoria
Es interesante destacar que el 8 de mayo de 1945, el Presídium del Sóviet Supremo de la Unión Soviética firmó el decreto que establecía el Día de la Victoria en la Gran Guerra Patria como un nuevo feriado nacional. Este decreto determinaba que el 9 de mayo se considerara un día no laborable.
Y fue precisamente el 9 de mayo, a las 02:10, cuando la ciudadanía de la Unión Soviética se enteró de la capitulación de Alemania. La Voz de la Victoria fue el locutor de la Radio de Toda la Unión Soviética, Yuri Levitán, quien pronunció los primeros mensajes de la victoria sobre la Alemania nazi y el fin de la guerra.
Y en la noche del mismo día, al oscurecer, Moscú celebró el fin de la guerra con impresionantes fuegos artificiales, lanzando treinta salvas desde mil cañones, iluminando el cielo nocturno en una emotiva muestra de alegría y triunfo.
El primer desfile de la Victoria de 1945
Hoy en día, cada 9 de mayo por la mañana, las tropas desfilan solemnemente por la Plaza Roja, en una ceremonia que conmemora y honra la victoria soviética en la Segunda Guerra Mundial. Pero el primer desfile de la Victoria se celebró en Moscú el 24 de junio de 1945.
El pueblo soviético celebra el Día de la Victoria el 9 de mayo de 1945
El mariscal Gueorgui Zhúkov pasó revista al desfile, mientras que el mariscal Konstantín Rokossovski comandó las escuadras militares. Iósif Stalin, líder soviético, observó el desfile desde el Mausoleo de Lenin, supervisando la celebración del triunfo sobre la Alemania nazi.
Es interesante destacar que, para el primer desfile de la Victoria, trajeron desde Berlín la bandera roja que los soldados soviéticos habían izado sobre el Reichstag tras la toma de la capital alemana. Sin embargo, finalmente no mostraron esa bandera en el desfile.
En su lugar, llevaron 200 banderas y estandartes nazis capturados. Los soldados soviéticos que regresaron del frente arrojaron solemnemente los estandartes nazis a los pies del mausoleo de Lenin. Posteriormente, estos trofeos de guerra fueron enviados a los museos de la Gran Guerra Patria en toda la URSS.
¿Por qué el Día de la Victoria se celebra en fechas diferentes?
Debido a la diferencia horaria entre Moscú y otras capitales europeas, existen algunas discrepancias sobre la fecha del Día de la Victoria. Mientras que en Rusia se celebra el 9 de mayo, en varios países se conmemora un día antes.
Junto con Rusia, los países postsoviéticos, así como Israel y Serbia, reconocen el 9 de mayo como el día de la Victoria. Por otro lado, los demás países celebran esta fiesta el 8 de mayo. Sin embargo, las diásporas rusas en el extranjero continúan celebrando la Gran fiesta precisamente el 9 de mayo.
Actualmente este día es no laboral y goza del estatus de la fiesta nacional en Rusia. Sin embargo, el Día de la Victoria no siempre fue un día feriado: los ciudadanos de la URSS no trabajaron el 9 de Mayo solo los primeros dos años después de la Victoria. Dejó de ser el día de descanso el 23 de diciembre de 1947 y permaneció así durante 18 años.
A lo largo de este período de tiempo, la celebración del Día de la Victoria fue marcada por la organización de eventos como fuegos artificiales, reuniones festivas, conciertos y actividades con la participación de veteranos, pero solo por la noche, después del trabajo. No fue hasta 1965, en conmemoración del 20 aniversario de la celebración, cuando se decidió restablecer su estatus como día libre.
Tradiciones del Día de la Victoria
En el transcurso de casi 80 años desde el primer Día de la Victoria en Rusia, han surgido numerosas tradiciones. En la actualidad, se organizan diversos eventos festivos y desfiles militares para conmemorar esta fecha tan significativa. Además, destaca la acción del «Regimiento Inmortal», de la cual hablaremos más adelante.
El desfile de la Victoria
Cada año, el 9 de mayo a las 10:00 hora de Moscú, la Plaza Roja es el escenario de una ceremonia solemne: el desfile de la Victoria. Ante la mirada de los espectadores, desfilan militares de diversas ramas y cadetes, incluyendo destacamentos de mujeres, en un evento que rinde homenaje a los héroes y la historia militar de Rusia.
Después, el desfile continúa con el paso del equipo militar por la Plaza Roja, y dependiendo del clima, puede participar también la aviación. Posteriormente, el comandante del desfile recorre todas las tropas, saludándolas solemnemente en honor al Día de la Victoria, un momento cargado de significado y emoción para todos los presentes. Una vez finalizada esa parte, el presidente de Rusia pronuncia un discurso, felicitando a todos los rusos, y especialmente a los veteranos, en conmemoración del Día de la Victoria.
En los tiempos de la Unión Soviética, los desfiles se celebraban obligatoriamente en las 12 ciudades heroicas, que incluían Moscú, Minsk, Stalingrado, Odesa, Sebastopol, Tula, Leningrado, Kerch, Múrmansk, Kiev, Novorosísk y Smolénsk. Además, se rendía homenaje en la Fortaleza heroica de Brest, que marcó el inicio del ataque de la Alemania nazi a la URSS. Estas ciudades simbolizaban la resistencia y la valentía del pueblo soviético durante la Gran Guerra Patria.
Estos desfiles en las diferentes ciudades rusas no solo son una muestra de patriotismo y conmemoración, sino que también sirven como un recordatorio del sacrificio de aquellos que lucharon por la victoria en la Segunda Guerra Mundial. Cada ciudad aporta su propio toque único a las celebraciones, resaltando la diversidad y el espíritu nacional que une a la nación en este día tan significativo.
La tradición de ofrendas florales a la Tumba del Soldado Desconocido
El 9 de mayo de 1967, en el Día de la Victoria, Leonid Brézhnev, Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética, inauguró el monumento conocido como la Tumba del Soldado Desconocido en el Jardín de Alexander, junto a las murallas del Kremlin. Este evento marcó la primera vez que se depositaron coronas fúnebres en esta Tumba. Esta tradición se mantiene hasta nuestros días. Durante el Día de la Victoria, el presidente ruso, junto con los veteranos y los distinguidos invitados del desfile, como líderes extranjeros, depositan flores al son de la música solemne en la Tumba del Soldado Desconocido.
La cinta de San Jorge
Es imposible imaginar el Día de la Victoria sin la presencia de la cinta de San Jorge. Poco antes de la celebración, en las ciudades más grandes, los voluntarios comienzan a repartir las cintas de colores negro y naranja en las calles principales, ofreciéndolas de forma gratuita a todos los ciudadanos. Pero esta tradición no siempre ha existido.
Fue en 2007 cuando la cinta de San Jorge fue utilizada por primera vez como símbolo del 9 de mayo, convirtiéndose desde entonces en un emblema icónico de la conmemoración de la Victoria en la Gran Guerra Patria.
La marcha del Regimiento Inmortal (Bessmertni polk)
En 2012, los activistas de Tomsk, una de las ciudades siberianas más pobladas de Rusia, celebraron por primera vez la marcha del Regimiento Inmortal, saliendo a las calles con imágenes de sus familiares que lucharon contra el nazismo alemán en la Guerra. Al año siguiente, en 2013, esta conmovedora tradición se extendió por todo el país, convirtiéndose en una poderosa muestra de respeto y recuerdo hacia los héroes.
La acción continúa hasta el día de hoy, pero en 2024 se decidió no llevar a cabo la marcha tradicional. Sin embargo, aún es posible participar en la manifestación en línea: basta con subir las fotos de los familiares veteranos a la página web del movimiento.
Marcha Regimiento Inmortal en Moscú
Felicitaciones a los veteranos
En la jornada festiva, es habitual felicitar a los veteranos y a los niños de la guerra. El 9 de mayo, se les agradece por el cielo pacífico que disfrutamos y se les regalan claveles rojos u otras flores como muestra de respeto y gratitud por su hazaña.
La veterana Valentina Sergúshkina, 6 de mayo de 2024. Gobierno de Sebastopol
Año tras año, el número de veteranos de la Gran Guerra Patria va disminuyendo. Según datos obtenidos a principios de 2024, el país cuenta solo con 12,5 mil veteranos, una cifra que refleja la inevitable realidad del paso del tiempo y la importancia de honrar y preservar su legado y sacrificio.
Tradiciones de celebración del Día de la Victoria en otros países
Bielorrusia
Los bielorrusos celebran el Día de la Victoria el 9 de mayo tan ampliamente como los rusos. Por la mañana se realiza un gran desfile, después la gente sale a las calles con las imágenes de los héroes de sus familias, esta manifestación la llaman «Bielorrusia recuerda». Al mismo tiempo, las cintas de San Jorge no sirven como símbolo de la fiesta en Bielorrusia. En su lugar, los bielorrusos tienen su propio análogo en los colores de la bandera nacional, rojo y verde.
Alemania
En Alemania, la fiesta se celebra el 8 de mayo y se denomina el Día de la Liberación. En Berlín, ese día no se realizan desfiles como en Moscú, sino que la gente deposita flores en el monumento a los soldados soviéticos como muestra de respeto y agradecimiento por su papel en la derrota del nazismo y la liberación de Alemania. A veces, en las calles de la ciudad tienen lugar pequeñas procesiones, y cerca del Reichstag se entonan canciones de guerra.
Gran Bretaña
En Gran Bretaña, el Día de la Victoria también se celebra el 8 de mayo, pero no es un día feriado oficial para los británicos. Sin embargo, activistas sociales y ciudadanos comprometidos depositan flores y ofrendas florales en el memorial en la calle Whitehall en Londres. Y el día siguiente, a los veteranos les reúnen para una recepción solemne en el crucero «Belfast», donde ahora está abierto un museo.
Francia
En Francia, el 8 de mayo tampoco es una gran fiesta nacional, ya que se venera más el Día de la Liberación de París de los nazis. Sin embargo, una semana antes del Día de la Victoria, la televisión local suele transmitir cada vez más películas de guerra.
Selección de material, redacción y traducción: Club de estudiantes “Latidos Unidos” de la Universidad Estatal de Moscú de Relaciones Internacionales (MGIMO) |
Asesoría y Corrección: Bricslat (Argentina)
Fuentes:
- El Día de la Victoria: la historia y las tradiciones de la fiesta. Lenta.ru
- https://icdn.lenta.ru/images/2024/03/26/17/20240326173200277/detail_8bd2ee8b944db65af96efc671c623424.jpg
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