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Opinión

Desmitificando a Occidente. El origen del nombre Argentina.

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Vivimos en Argentina y tal vez muchos desconocen el origen del nombre de nuestro país, y es triste decirlo, evoca al saqueo colonialista europeo de las por entonces potencias marítimas de España y Portugal.

Antes, un poquito de historia.

Cuando los caribeños sufrieron la visita de Colón y sus secuaces en el año 1492 (según el calendario cristiano que se adopta globalmente pero que no es el único) comenzó una era de salvaje conquista española, saqueadora y genocida. 

Dicho sea de paso, España como Estado debería al menos pedir perdón por robo de tierras, tesoros y exterminio de muchos millones de seres humanos

A manera de apostilla, se discutía por esa época en la iglesia católica si nuestros pueblos originarios eran seres con alma. Sin alma eran meros animales, se podían poseer, usar, vender y eliminar. Por las dudas discutieron lo  suficiente hasta colonizar, expoliar y prácticamente extinguir las civilizaciones americanas.

¿Una barbaridad no?. Y si, porque los europeos que hoy se ven así mismos como la cuna de la civilización occidental, eran considerados “bárbaros” por los romanos, que significaba algo así como los que en vez de hablar emitían sonidos como “bar bar ó bla bla”, es decir que balbucean como animales. Para Roma eran la expresión del salvajismo, la brutalidad y la violencia desmedida.

Con los conocimientos e instrumentos tomados de Oriente, como las matemáticas, la astronomía, la brújula y el astrolabio – para medir ubicación de las estrellas en el cielo – los europeos aunaron estos con su codicia saqueadora y el despliegue militar adquirido en innumerables guerras.
No tardaron en usar las nuevas herramientas y se fueron a buscar por mar la tierra de “las Indias” de donde provenían tantos tesoros, como piedras preciosas, oro, plata, seda y utensilios exquisitos.
¿Buscaban abaratar el costo del transporte de las caravanas de camellos?. Eso es un eufemismo, una mentira. Buscaban quedarse o robarse el negocio del transporte, y luego, invadir y conquistar ese territorio. Al fin y al cabo es lo que hicieron, aún hacen y parece seguirán haciendo hasta entre sí las diferentes tribus de europa.

‘La matanza de Cholula’ de Félix Parra (1877)

En la búsqueda de riquezas ajenas Don Cristóbal y sus bandidos enfilaron al oeste esperando llegar a esas tierras “indias”, pero chocaron con este continente y empezaron la espantosa conquista.
No tardaron mucho en saber de las riquezas de oro y plata, y con ella la carnicería para quedarse con todo lo que pudieran, robarlo y llevárselo a europa, a España.

La motivación de la conquista, la colonización europea de américa, áfrica, oceanía y oriente no fue ni la evangelización, la tarea civilizadora de compartir conocimientos o la consecuencia de una simple exploración. La única motivación fue llegar a saquear y apoderarse de las tierras, los recursos tanto naturales como los de la esclavitud y los bienes de los pueblos que encontraban en su camino.
Para ello apelaron a lo peor de la codicia, al botín de guerra a repartir entre conquistadores y nobles que costaron millones de vida, la pérdida cultural insustituible y que el oro robado luciera en los palacios del viejo continente y alimentara el despegue europa como el continente más poderoso. La rapiña es su origen.

Terra agétea

El primer viaje europeo registrado que logró dar la vuelta al mundo fue el iniciado por el portugués Fernando de Magallanes al servicio del rey de España, que bordeó nuestro continente sudamericano, pasó por el estrecho que lleva su nombre y enfiló para el pacífico. Por desgracia él no fue uno de los 18 sobrevivientes de los 250 que iniciaron la travesía que se inició en el puerto de Sanlúcar de Barrameda, en el sur de España en 1519. Fernando de Magallanes fallece en Filipinas y quien completa el rodeo de la India y África para llegar a España en 1522 fue el español Juan Sebastián Elcano.

Comenzaron a aparecer los mapas globales, los mapamundi, siendo los portugueses los más prestigiosos cartógrafos, uno de ellos Lopo Homen en 1554  hizo uno donde motivado por las historias de minas de plata al sur del imperio Inca llamó a esta zona del planeta como Terra agétea o argentea, que proviene del latin “argentum” que significa plata. Nos describió como la “Tierra de la Plata”.

Se suponía que esta era la zona donde estaban las sierras llenas del metal precioso y eso impulsó a los españoles a ganar la carrera rapiñezca y llegar primero a las costas de lo que se llamó “el Río de la Plata”.

En 1601 un español llamado Martín del Barco Centenera escribió un poema que narra de manera épica la conquista de sudamérica y que contiene varios datos de la realidad de aquellos años. A esa publicación la tituló: La Argentina y conquista del Río de la Plata.

La popularidad del libro en el momento de su publicación influyó decisivamente para que fuera habitual denominar como la Argentina a la región que se extiende entre el Océano Atlántico Sur y los Andes en torno al Río de la Plata. Ese nombre fue finalmente adoptado como propio por el país que actualmente se denomina República Argentina”, según Wikipedia.

La rapiña motivacional

La intención de este primer artículo es comenzar a entender las motivaciones reales detrás de la primera campaña global registrada de conquista y rapiña ejecutada por tribus devenidas en naciones que nunca dejaron de pelear entre sí y que hoy llamamos europa.
Aunque España inició esta carrera y se convirtió por un tiempo en la primer potencia de la zona, luego Francia e Inglaterra dominarían la escena siendo triunfante la tribu anglosajona como Reino Unido hasta la segunda guerra mundial y luego como Estados Unidos.

¿Suena chocante que le llamemos tribus? 

Tribu es la manera que los conquistadores despectivamente siempre utilizaron para con las sociedades y organizaciones que ellos conquistaron y consideraron primitivas.
El uso de esta terminología es calco de lo que sus “papás romanos” le hicieran como bullying y se utiliza para reforzar la idea de la superioridad de la “civilización” y el merecimiento del conquistador de obtener los beneficios de la colonización por su supremacía, incluida la racial. Esto está en el ADN de  la cultura occidental, nos impregna por todos lados y es preciso utilizar este recurso lingüístico para exponerlo.
Occidente se comporta como él mismo describe a las tribus, solo que ahora en vez de “seres primitivos con garrotes” son salvajes con misiles y armas nucleares.

Una observación necesaria

Las sociedades no son homogéneas, hay sectores dentro de la misma y para todos es visible que unos tienen más poder económico que otros. Estos sectores o clases más pudientes son los que tienen el llamado “poder real” y en las épocas de las que hablamos eran señores feudales, esclavistas, nobles y reyes.
Los pueblos oprimidos de europa son víctimas, no son responsables de las consecuencias de las conquistas y las guerras, del saqueo o los genocidios que si son culpa de sus élites económicas y gobernantes. Cuando mencionamos a una tribu o nación, la referencia es hacia quienes dominan y a quienes por codicia y mezquindad se suman a las atrocidades independientemente de su origen social.

Volviendo a Argentina

Si alguno se pregunta qué tiene que ver esto con el nombre de nuestro país, la respuesta es que todo. No sólo nuestro nombre es por el punto en el GPS medieval que marca dónde creían se encontraba la plata que hay que saquear, sino porque la cultura dominante, la de la clases poderosas que moldearon este país, nos dice que bajamos de los barcos y por lo tanto somos una digna tribu superior y europea.
Invisibiliza la conquista, oculta la masacre, el despojo, los etnicidios y oculta hasta nuestro mestizaje potenciando la discriminación y el racismo.

Somos Argentina, la tierra de la plata, tierra de riquezas que debería dejar de ser objeto del saqueo que continúa con otras formas y dar frutos para nuestro pueblo diverso, multi étnico, plurinacional y hermoso.


Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Ahora San Juan

Opinión

Jorge Elbaum cuestionó el apoyo de Javier Milei a Israel: “Está involucrándose de forma irresponsable”

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“En vez de ser neutral, está sobreactuando un aspecto ideológico, Milei no entiende lo que son los intereses de nuestro país”, añadió el sociólogo y primer presidente del Llamamiento Argentino Judio.

El Presidente Javier Milei mostró su completo apoyo hacia Israel tras el ataque sufrido desde irán, sin embargo, hay varias cuestiones a tener en cuenta a la hora de llevar a cabo lo que se refiere a un alineamiento bélico. Es por eso que para desarrollar este tema en profundidad, Canal E se comunicó con el sociólogo y primer presidente del Llamamiento Argentino Judio, Jorge Elbaum.

“La justicia argentina, específicamente la sala de la Cámara de Casación, no se expidió sobre la causa del atentado, sino sobre la causa del ocultamiento del mismo, en el cual fue llevado a juicio y condenado el juez de instrucción de la causa Galeano”, comentó Jorge Elbaum. “Esa es la causa en la cual 3 jueces de casación se expidieron”, agregó.

No se llevaron a cabo las testimoniales del caso AMIA

Posteriormente, Elbaum planteó: “Uno de ellos sugirió, por fuera de la causa de su tratamiento, referirse a otra causa, específica del atentado, que no ha habido juicio hasta ahora porque no se llevaron a cabo las testimoniales de los 8 acusados”. Luego, manifestó que, “estamos viendo un alineamiento político estratégico muy irresponsable por parte del Gobierno argentino, ya que cualquier vinculación estratégica bélica tiene que ser decidida por el Congreso”.

El Gobierno argentino hace un alineamiento y una sobrevaloración muy irresponsable, llamando al representante diplomático de Israel a presenciar una reunión de gabinete, en el marco de un alineamiento que Argentina históricamente no posee”, sostuvo el entrevistado. “Argentina, tradicionalmente, busca la paz, ha sido un ejemplo de no alineamiento, salvo en la época de Menem”, complementó.

El desconocimiento de Milei sobre lo establecido en la Constitución

Por otro lado, el sociólogo señaló: “El tema no es si Milei toma la decisión como Presidente de hacer una alianza diplomática, el problema es que está participando de una situación de guerra y no estaría mal en el caso de que fuese una decisión tomada por el Congreso”. A su vez, remarcó que, “lamentablemente, el Presidente desconoce la Constitución y se toma atribuciones que tendrán que ser juzgadas”.

El Presidente no puede establecer los alineamientos que está realizando en términos bélicos, apoyando a aquellos países como Israel y Estados Unidos, que son los que votan en contra de Argentina en los foros internacionales relativos a Malvinas”, expresó Elbaum. “En vez de ser neutral, está involucrándose de forma irresponsable, sobreactuando un aspecto ideológico, Milei no entiende lo que son los intereses de nuestro país”, concluyó.

@Perfil.

/Imagen principal: Archivo/

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La misión es responsabilidad de todos. 

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NOTA de OPINION de monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo

Así lo entendieron y vivieron los primeros cristianos.

En la Biblia, el libro de los Hechos de los Apóstoles nos muestra a quienes abrazaban la fe poniendo todo en común y atendiendo a las necesidades de los más pobres y excluidos. El testimonio de vida acompañaba la predicación, ya que “la multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba sus bienes como propios, sino que todo era común entre ellos (…) Ninguno padecía necesidad”. (Hechos 4, 32)

Y esta práctica no solo era promovida entre las personas de la misma comunidad, sino también entre las de diversas geografías. De este modo, vemos a San Pablo organizando una colecta entre las iglesias ubicadas en ciudades más prósperas para auxiliar a las más pobres de Jerusalén.

Con el tiempo se ha ido perdiendo esa conciencia, junto al abandono de la intensa actividad misionera y la disponibilidad a la entrega generosa de la vida. Una manera más cómoda e inocua de vivir la fe en algunas regiones del mundo, fue reemplazando a la audacia y la confianza en la Providencia de Dios.

A los obispos, sacerdotes, diáconos y otros agentes pastorales nos cuesta hablar con franqueza de las cuestiones económicas. Nos da cierto pudor o vergüenza, pero tampoco damos cabida a los laicos para que lo hagan.

A esto se suma que más de la mitad de las Parroquias de la Arquidiócesis (me animo a decir que del país) no tienen formado el Consejo de Asuntos Económicos, y las que sí lo han convocado, no siempre logran que funcione de modo adecuado.

La falta de Catequesis sobre el Precepto del sostenimiento del culto hace que se instalen algunos mitos. Entre ellos, los más frecuentes son que los sacerdotes reciben su sueldo del Estado o del Vaticano; que las parroquias no tienen los gastos habituales de las familias en energía eléctrica, gas, internet y otros servicios; que los libros de catequesis son gratuitos; que el combustible que utilizan para recorrer las capillas va de regalo; y otras cosas más en las cuales no abundo en razón de la brevedad.

Una de las actitudes evasivas que a veces he escuchado es “que primero pongan otros”. La avaricia de los ricos no puede ser excusa que justifique la falta de compromiso personal.

Es bueno preguntarnos: ¿cómo es mi vínculo con el dinero?

San Pablo nos dice que debemos cuidarnos de la avaricia para no caer en la idolatría del dinero. Es bueno dejarnos interpelar por las enseñanzas en la Palabra de Dios acerca de lo económico. “Dios bendice al que da con alegría.” “Hay más alegría en dar que en recibir.” “Lo tenían todo en común.” “La avaricia es una idolatría.” “No se puede servir a Dios y al dinero.”

Este fin de semana en todas las iglesias de la Argentina estamos realizando esta campaña de conciencia y compromiso con el sostenimiento de la misión evangelizadora que todos tenemos por ser bautizados. Lo llamamos “Domingo del compartir”.

Como dice el mensaje de la Conferencia Episcopal para este año 2024, “es necesario fortalecer la pastoral económica en nuestras comunidades, impulsar la catequesis sobre el sostenimiento económico de la misión de la Iglesia, buscar una gestión eficiente de nuestros recursos y animar la transparencia y rendición de cuentas”.

Te propongo preguntar qué necesidad concreta hay en tu comunidad. 

Sostengamos entre todos lo que es de todos, compartiendo el compromiso por la misión evangelizadora de la Iglesia. 

Durante la semana que comienza estaremos reunidos en Pilar, Provincia de Buenos Aires, todos los obispos de la Argentina. Acompañanos con tu oración para que en las deliberaciones y decisiones nos dejemos mover por el Espíritu Santo.


Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Ahora San Juan.

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Las heridas abiertas de Jesús

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NOTA de OPINION de monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo.

Rezamos en el Salmo 62: “Tengo sed de Ti como tierra reseca, agotada y sin agua”.

Todos tenemos heridas que vamos adquiriendo a lo largo de la vida. Hablo de las del alma, aquellas que se producen por amar y no ser amados. Recuerdo la letra del tango tan expresivo: “de cada amor que tuve tengo heridas/ heridas que no cierran y sangran todavía”. (Julio Sosa, “Tarde”)

En este sentido, me conmueve también el poema de Miguel Hernández que con suma belleza y hondura nos comparte “llegó con tres heridas, la del amor, la de la muerte, la de la vida”.

Acojamos nuestras experiencias.
La herida de la soledad, del abandono.
Herida de la pobreza y el hambre del desamparo.
Heridas de la guerra que mutila, destruye y mata, no sólo los cuerpos; también los sueños, los proyectos…

Heridas en la familia por historias no resueltas, en que el egoísmo, la avaricia por la herencia, la traición, provocan golpes muy hondos y dolorosos.
Heridas en la Iglesia o con la Iglesia. No haber sido recibidos, ni acompañados, ni escuchados. Experiencia de negación de consuelo y aliento. Lo que te cobran en algunos lugares por bautizar un niño.
Heridas en la fe. Le pedí a Dios y no me respondió.
Heridas con los amigos porque juzgan sin escuchar.
La herida de la indiferencia y la no comprensión.

Y seguramente vos podrías sumar unas cuántas heridas más de tu propia vida, y realizar un largo elenco de las llagas que siempre quedaría incompleto. 

Sabernos heridos es algo muy común. Sin embargo, nos cuesta hablar de lo que nos lastima. Solemos conversar acerca de los logros, talvez de algunos fracasos, pero no de las heridas. Pensamos que nos hace vulnerables, débiles ante los demás.

Te comparto una experiencia que he atesorado especialmente en los Santuarios. Allí podemos acercarnos como peregrinos heridos o simplemente como turistas curiosos. Los peregrinos buscan consuelo y, si se puede, respuesta a cuestionamientos existenciales. 

En el Evangelio que proclamamos este fin de semana se presenta Jesús Resucitado ante sus discípulos, pero está ausente el Apóstol Tomás que se negaba a creer en el testimonio de los demás. Les dijo: “Si no veo la marcade los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré”. (Juan 20, 25) A la semana siguiente Jesús se aparece nuevamente y cumple el deseo de Tomás.

A Jesús lo encontramos vivo en sus llagas, ellas representan distintas formas de sufrimiento y exclusión. Por eso quise iniciar esta reflexión volviendo la mirada a nuestras heridas, para reconocer en ellas al Señor. Lo llamamos Jesús Misericordioso porque Él sabe lo que es sufrir, y se presenta mostrando sus heridas luminosas y su costado abierto por la lanza del soldado.

Miremos nuevamente a Jesús en la cruz. Recordemos sus Palabras.
Aparta de mí este cáliz. 
Uno de ustedes me entregará.
Tengo sed.
Por qué me has abandonado.
Todo se ha cumplido.

Te propongo que hablemos con los amigos más cercanos de las heridas que habitualmente escuchamos, que recibimos, ¿qué actitud tomamos? ¿Damos espacio? ¿Encontramos espacio? ¿Reconozco con humildad que soy indigente? ¿Qué me dice la fe?

Aprendamos, como nos enseña San Pablo, llorar con el que llora y reír con el que ríe. (Rm 12, 15)

Comentando el Evangelio de este domingo, nos dice San Agustín que Jesús “sabía que en el corazón de sus discípulos quedaban heridas, y para sanarlas conservó las cicatrices de su cuerpo”.

Como canta Cristóbal Fones, “al final de la vida llegaremos, con la herida convertida en cicatriz”.

¡Feliz Pascua, nuevamente!


Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Ahora San Juan.

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