Además de ser un referente del pop, la cantante también es una influencia en lo que respecta a causas sociales. No te pierdas lo que dijo, recientemente, sobre Trump.

Las últimas medidas de Donald Trump como el nuevo presidente de Estados Unidos generaron todo tipo de críticas. Y ahora, quien se ha manifestado en contra del mandatario es, ni más ni menos que Madonna (66 años) quien ha criticado abiertamente las últimas medidas aprobadas por Trump, las cuales afectan al colectivo LGTBI.

«Es muy triste ver a nuestro nuevo gobierno desmantelando lentamente todas las libertades por las que hemos estado luchando y GANADO a lo largo de los años«, ha escrito Madonna abiertamente en su cuenta de X. A su vez, en el mensaje, la intérprete y referente de la música pop posteó la bandera del orgullo, un corazón roto y agregó el siguiente mensaje: «¡No abandonen la lucha!«.

La reacción de Madonna se dio horas después de que Trump cumpliera con otra de sus promesas de campaña: firmar una orden ejecutiva que prohíbe el tratamiento de transición de género y cirugías a menores de 19 años. Su orden, además, la llevó a cabo porque considera este acto una «mutilación sexual». De hecho, este mismo mandato afirma que actualmente muchos médicos «están mutilando y esterilizando a un número cada vez mayor de niños bajo la afirmación radical y falsa de que los adultos pueden cambiar el sexo a través de una serie de intervenciones médicas irreversibles».

La estrella ha sido una fuerte defensora de la comunidad LGTBI, especialmente desde la década de los 90 cuando habló abiertamente sobre la crisis sanitaria provocada por el sida. Por su parte, en más de una ocasión, manifestó públicamente su deseo por la libertad tanto para sus fanáticos como para el resto de la población, pero no solo de Estados Unidos, sino del mundo entero. Así logró convertirse en una referente de masas en lo que respecta a las luchas sociales.

/m1

China saca ventaja en la carrera tecnológica con un avance en IA que deja en jaque a EE.UU. DeepSeek, una empresa china, iguala a los modelos de Silicon Valley a un costo 20 veces menor y con software de código abierto. El impacto: un billón de dólares evaporado en 24 horas. Un hito que cambia el liderazgo tecnológico y cuestiona el relato de superioridad occidental.

Javier Milei se jugó un pleno creyendo que sabía de antemano cuál era el caballo ganador. En su cortejo a Donald Trump y la oligarquía de Silicon Valley, que tiene como máximo exponente al supermillonario nazi Elon Musk, les dio más que lo que ellos pedían. Ofrendó la política exterior del país a Washington y a la internacional de ultraderecha. Renunció al BRICS, se propone dinamitar el Mercosur, boicotea a la CELAC, todo por apostar a una alianza incondicional con la Casa Blanca. Hasta que un día, una noticia cambia el mundo.

El viernes pasado fue uno de esos días. La empresa china DeepSeek lanzó un modelo de inteligencia artificial tan avanzado como los de las principales corporaciones de Estados Unidos, que se suponía llevaban una ventaja considerable en esta carrera tecnológica, que tiene varios años. Pero no solo eso: la novedad consistió en que podía alcanzar resultados similares a un costo entre veinte y cincuenta veces más bajo y con un software de código abierto, lo que permite que cualquier empresa mediana pueda replicarlo para entrenar su propia IA.

Los inversores huyeron en estampida de las grandes empresas tecnológicas yanquis. Por primera vez en la historia se destruyó un billón de dólares de valor financiero en 24 horas. Fue una piña en la nariz de los CEOs más ricos del planeta que sonreían en primera fila durante la asunción de Trump. También para el presidente, que había prometido invertir 500 mil millones de dólares para que OpenAI encabezara la conquista de la próxima revolución tecnológica. A OpenAI entrenar un modelo le sale 100 millones. A DeepSeek menos de seis millones.

Las consecuencias van más allá. Fue, también, una herida en el orgullo narcisista de un imperio en decadencia. La primera reacción de algunos expertos norteamericanos fue denunciar un engaño. Nunca concibieron que China pudiera hacer avances significativos en un área que creían controlada, y así fue como la noticia los encontró con la guardia baja. En pocas horas, DeepSeek superó a las apps tradicionales en los ránkings de descargas. Antes de que terminara el fin de semana ya había llegado a las tapas de los diarios.

Lo novedoso no es que China esté adelantando a Estados Unidos en materia de desarrollo tecnológico. Beijing ya ganó la carrera del 5G, que Washington abandonó por no poder presentar competencia. La industria china de autos eléctricos es imbatible. Ahora está desembarcando en una Europa que, ante las amenazas de Trump, comienza a mirar con otros ojos a oriente. El lunes por primera vez Volkswagen abrió la puerta a capitales de ese origen para darle oxígeno a la maltrecha industria automotriz alemana, otrora el corazón industrial del continente.

Ese proceso ya tiene un par de décadas y en el último lustro se consolidó la posición de la potencia emergente. Lo que comienza a mostrar fisuras cada vez menos disimulables es el relato que imperó por décadas en occidente. Durante todo ese tiempo Estados Unidos basó su supremacía en el supuesto de una superioridad económica, militar y tecnológica, pero también en lo que respecta al bienestar de la sociedad y a las libertades individuales de los ciudadanos. Cada vez más gente comienza a preguntarse si eso se corrobora.

Lo que China pone en crisis es, a fin de cuentas, el corazón del argumento popularizado por Margaret Thatcher y que recorrió intacto medio siglo de neoliberalismo: “no hay alternativa”. Si existe un país que está obteniendo resultados que para los manuales de occidente tendían la categoría de milagroso pero haciendo exactamente lo contrario que los economistas de Chicago, del FMI o de la Unión Europea dicen que hay que hacer entonces no solamente hay una alternativa sino que, a todas luces, parece superadora.

¿Cómo hizo China para sacar a cientos de millones de personas de la pobreza, desarrollar en pocas décadas la infraestructura más avanzada del planeta, ponerse a la cabeza en la investigación de ciencia y tecnología y al mismo tiempo abrir su economía no sólo para adaptarse a la globalización sino para, cuando llegue el momento, conducirla? Organizar la economía desde un Estado sumamente eficiente y orientado estratégicamente a la búsqueda del desarrollo nacional en lugar de hacerlo alrededor del derecho a la acumulación infinita de una oligarquía. Plata hay.

El sistema chino no es un sistema ideal. Ni siquiera es un sistema exportable a otros lugares del planeta, porque está construido sobre las bases de una cultura milenaria. Mientras nosotros los vemos venir, ellos están volviendo. Lo importante es que cada vez más gente se entere de que no es necesario resignarse a trabajar doce horas por día para hacer más ricos a los que ya son ricos. Hay otras maneras de hacer las cosas. Cada país debería ser libre y soberano para encontrar la adecuada para sus características y la voluntad de su pueblo.

/Ed

El «Reloj del Juicio Final», una representación simbólica que muestra un estimado de la cercanía del fin de la humanidad, se posicionó este 2025 más cerca que nunca a la catástrofe, debido a las amenazas biológicas y tecnologías disruptivas como la inteligencia artificial (IA).

El «Reloj del Juicio Final» se posicionó a 89 segundos de la medianoche, lo más cerca que el Reloj ha estado de la medianoche en sus 78 años de historia, informó este 28 de enero el Consejo de Ciencia y Seguridad (SASB) del Boletín de los Científicos Atómicos, ente encargado de fijar la hora.

El SASB detalló que la hora indica que el mundo se encuentra en una situación de riesgo sin precedentes y que continuar por el camino actual es «una forma de locura». Se agregó que entre los factores para fijar esa hora se incluyen las amenazas nucleares, la crisis climática, las amenazas biológicas y las tecnologías disruptivas como la IA.

«El propósito del Reloj del Juicio Final es iniciar una conversación global sobre las amenazas existenciales muy reales que quitan el sueño a los principales científicos del mundo. Los líderes nacionales deben iniciar el debate sobre estos riesgos globales antes de que sea demasiado tarde», declaró Daniel Holz, presidente de la SASB y profesor de la Universidad de Chicago.

El SASB decidió mover el «Reloj del Juicio Final» de 90 a 89 segundos para la medianoche, debido a que las tendencias que han preocupado profundamente al SASB en años anteriores han continuado y, a pesar de los inequívocos signos de peligro, los líderes nacionales y sus sociedades no han hecho lo necesario para cambiar el rumbo.

Una de las más nuevas preocupaciones de este grupo de científicos es el crecimiento de la IA. Herb Lin, miembro de la SASB e investigador de política y seguridad cibernéticas, advierte que esa tecnología podría llegar pronto al ámbito militar.

«Las propuestas para integrar la inteligencia artificial en las armas de guerra plantean interrogantes sobre hasta qué punto se permitirá que las máquinas tomen o apoyen decisiones militares«, declaró Lin.

El Boletín de los Científicos Atómicos fue fundado en 1945 por Albert Einstein, J. Robert Oppenheimer y científicos de la Universidad de Chicago que ayudaron a desarrollar las primeras armas atómicas en el Proyecto Manhattan. Dos años después, el Boletín creó el «Reloj del Juicio Final» dos años más tarde para transmitir las amenazas de origen humano a la existencia humana y al planeta.

SPUTNIK