Connect with us

Sociedad 

El club de las 5 de la mañana: ¿madrugar mucho es el secreto de una vida mejor?

Published

on

El club de las 5 de la mañana: ¿madrugar mucho es el secreto de una vida mejor?

Son las cinco y cuarto de la mañana y camino por mi calle sintiéndome la gran cosa. La luz del amanecer baña los edificios. “Gana la mañana y ganarás el día”, dice el gurú de la productividad Tim Ferriss. Tengo en la mira mi recompensa por levantarme tan ridículamente temprano: un café con leche de avena.

Los trenes aún no comenzaron a circular y el silencio hace que se escuchen sonidos que hasta ahora no había registrado, como un misterioso graznido de gaviotas. Nunca las había oído en Camden, la zona del noroeste de Londres donde vivo, a muchos kilómetros de la costa. 

El contador de gas de mis vecinos está emitiendo un extraño zumbido, ¿debería tocar el timbre y avisarles? Probablemente lo mejor sea no hacerlo. Me dirijo a la desértica calle principal. Seis carriles donde ahora los únicos signos de vida son camionetas de reparto de supermercados y algún que otro colectivo.

Quizá lo más desconcertante de levantarse tan temprano es desenmascarar la mentira de que Londres es una ciudad abierta las 24 horas del día. Los comercios de la esquina que yo imaginaba abiertos toda la noche están cerrados tras persianas con pintadas de graffitis. ¿Qué es eso que ven mis ojos? Un ser humano balancéandose de un lado a otro. Claramente regresa a casa después de una gran noche.

Paso por la parada del colectivo que va al aeropuerto, donde tres trabajadores, identificables por sus cordeles y su falta de equipaje, dirigen sus ojos somnolientos hacia el asfalto sin coches. Lo que irradian no es precisamente la exuberancia de un día para triunfar.

Más adelante, por fuera del gimnasio 24 horas, una pareja con licras de color gris a juego miran ensimismados una pantalla de teléfono. Tal vez estén sincronizando sus entrenamientos. Les doy los buenos días, pero entran corriendo como ratones asustados.

Mi humor empieza a decaer. En las ocho cafeterías por las que pasé no hay ningún café que tomar: están todas cerradas. Me dirijo a una zona verde para meditar, pero en el camino me doy cuenta de que un hombre encapuchado se puso a caminar al mismo ritmo que yo. Me asusto y decido regresar a casa. ¿Me estará siguiendo? Miro hacia atrás. No me sigue nadie. La falta de sueño me está desquiciando.

¿Por qué estoy haciendo esto? Porque, en un intento de formar parte del elitista club de las personas que se despiertan a las 5 de la mañana, llevo una semana tratando de madrugar. Ser madrugador es cada vez más popular entre los ricos y famosos. Están todos suscritos al club de las 5. Desde Jennifer López, Jennifer Aniston y las hermanas Kardashian hasta nerds de las tecnológicas como Mark Zuckerberg, de Facebook; Tim Cook, de Apple; y Jack Dorsey, fundador de Twitter. Anna Wintour y Michelle Obama también lo hacen; y Gwyneth Paltrow es miembro desde hace mucho. La actriz comparte en Instagram sus despertares a las 5 de la mañana para un raspado de lengua de 30 minutos y una extracción de aceite ayurvédico (yo tampoco sé lo que es), antes de prepararse para 20 minutos de meditación trascendental seguida por un entrenamiento de baile ideado por la gurú del fitness Tracy Anderson, su amiga personal.

El actual fenómeno cultural del madrugón extremo tuvo su primera explosión en las redes sociales, inspirado por el libro de Robin Sharma ‘El club de las 5 de la mañana’, entre otros títulos fácilmente traducibles a hashtags, como ‘La mañana milagrosa’ o ‘La hora de la energía’. “Dominá tus mañanas, elevá tu vida”, el eslogan de Sharma, gurú en temas de liderazgo, sirvió de inspiración a legiones de engreídos —perdón, de personas muy disciplinadas— para decidirse a compartir sus impresionantes rutinas madrugadoras con el hashtag #5amClub, que en TikTok suma un total de 17,5 millones de publicaciones.

Para una escéptica, en todo esto hay algo de pensamiento mágico: el que sea capaz de hacer una sola cosa, salir de la cama mientras los demás duermen, tendrá tiempo de ponerse en forma, comer sano y alcanzar todos sus objetivos. Aun así, me decidí a intentarlo tras atiborrarme con un tsunami de páginas de Internet en las que se hablaba de cafés con cúrcuma, diarios de gratitud y saludos al sol.

No está en mi naturaleza ser lo que se dice una alondra mañanera, pero la pandemia transformó mi relación con el tiempo, como le ocurrió a muchas otras personas. Sin ningún lugar al que ir por las noches, trasnochar se había vuelto inútil, y poco a poco fui adelantando la hora de despertarme.

Como fotógrafa, levantarse con el amanecer para captar la mejor luz del día también tenía sentido. Durante el confinamiento de enero de 2021 había iniciado un proyecto que consistía en subir a la cima del parque de Primrose Hill, cerca de Camden Town, para fotografiar el amanecer desde allí. En el mirador hay inscritas unas palabras del poeta William Blake. “He conversado con el Sol espiritual; lo vi en Primrose Hill”. Aquella quietud de color violeta pálido, mientras permanecía de pie junto a otros observadores del amanecer, fue lo más cerca que estuve nunca en Londres de vivir una experiencia sagrada.

El hábito de madrugar se me quedó, pero no las caminatas a paso ligero. Me suelo levantar, sin despertador, a las seis y media de la mañana. A esa hora no estoy en mi mejor momento. Me tomo un café instantáneo y me quedo mirando cosas por Internet durante 90 minutos. Después me preparo para el trabajo. ¿Será posible que levantarme a las 5 de la mañana y seguir una rutina estructurada me centre y me vuelva más productiva? Mi compromiso es hacerlo durante una semana.

La víspera de mi primer madrugón me acuesto a las 21:00 con el audiolibro de Sharma y enseguida caigo en un sueño inusualmente profundo. A las 4:50, la alarma de mi teléfono suena a todo meter con la canción Wake Up, de Arcade Fire. Desde arriba se oye un ruido sordo. Por accidente, he reclutado a mi vecino para el club de las 5.

Preparo un café y me desplomo en el sofá. Pero entonces recuerdo que eso no estaba permitido. Debo seguir la fórmula 20/20/20 del libro: de 5:00 a 5:20, algún ejercicio vigoroso; de 5:20 a 5:40, meditar o escribir un diario; y de 5:40 a 6:00, leer o aprender. Aunque dormido ocho horas, me siento fatal.

El gimnasio está descartado y, afortunadamente, también está cerrado. Decido hacer un poco de meditación, lo cual resulta genial, pero cuarenta minutos más tarde estoy casi dormida. Me siento exactamente igual que cuando te levantás temprano para tomar un vuelo, con la diferencia de que esta vez no voy a ninguna parte. Tengo sensación de anticlímax y también un hambre atroz. Por algún motivo, mi apetito se desreguló por completo. Como tostadas, avena, dos tortitas y una barrita de frutos secos. A la hora del almuerzo, tengo náuseas y un frío glacial. El día transcurre en una niebla improductiva.

El segundo día es mucho peor porque por alguna razón dormí fatal. Me levanto tambaleante de la cama y voy dando tumbos hasta la cocina para poner la tetera. En el proceso, vuelco una caja abierta de avena y suelto una sarta de palabrotas al modo de Glasgow. Oigo un portazo encima de mí.

Me dirijo a la esterilla de yoga. Pero la postura del perro boca abajo me deja mareada, así que paro. A continuación paso a mi diario, pero ‘quiero volver a la cama, por favor’ es lo único que se me ocurre escribir. Me meto rápidamente en Duolingo para poder marcar la casilla “aprendizaje”, pero ese búho verde y escabroso no es el compañero ideal para amanecer.

Son las seis de la mañana y tengo todo el día por delante. Apenas tengo fuerzas para levantarme del sofá. Mucho menos para meterme en el metro y llegar hasta la oficina.

Intento terminar algo de trabajo. El día pasa lentamente hasta que en un momento tengo la extraña sensación de que algo hermoso me espera. Qué será, me pregunto. Entonces caigo en la cuenta. En solo cinco horas podré irme a la cama.

El tercer día es igual de triste, sobre todo porque me quedo dormida hasta las ocho de la mañana y luego recuerdo que tengo una reunión en la otra punta de la ciudad. Lo de escribir en el diario de gratitud tendrá que esperar.

¿Por qué es tan difícil? Se lo pregunto a Russell Foster, que en la Universidad de Oxford dirige el Instituto de Neurociencia Circadiana y del Sueño. Pero lo que él quiere saber es de dónde viene mi interés en apuntarme al club de las 5 de la mañana. Decir que Foster es mordaz con los que hicieron un fetiche del madrugón sería quedarse corta. “No hay nada intrínsecamente importante en levantarse a las 5 de la mañana, es sólo el espantoso engreimiento del madrugador”, dice. 

Los empresarios y gurús de la productividad tienen dinero para pagar a gente que les haga todo; imponer este horario a otras personas es punitivo y jactancioso

Russell Foster
Director del Instituto de Neurociencia Circadiana y del Sueño de la Universidad de Oxford

“Benjamin Franklin fue el que empezó todo cuando dijo ‘acostarse temprano, levantarse temprano hace a un hombre sano, rico y sabio’; y así fue desde entonces; viene de una ética protestante del trabajo, trabajar es bueno y si no podés o no querés trabajar, eso es malo por definición; no dormir se considera digno y productivo”.

Muchas investigaciones señalan que levantarse temprano puede hacernos más felices, y hasta que comamos más sano. Pero Foster señala un escollo importante. “Para dormir lo suficiente, mucha gente debería acostarse a las nueve de la noche. Desgraciadamente, la mayoría de nosotros no puede porque tenemos mucho que hacer, ya sea ayudar a los niños con los deberes o lavar la ropa; así que el peligro es que no nos acostamos cuando deberíamos. Otro factor probable es que otras personas sigan haciendo ruido a tu alrededor, ¿cómo vas a dormirte?”.

Según Foster, los defensores más entusiastas de este régimen de sueño son personas que pueden permitirse externalizar la administración de su vida personal. “Estos empresarios y gurús de la productividad tienen dinero para pagar a gente que les haga todo; imponer este horario a otras personas es punitivo y también jactancioso, ‘oh, qué buena persona que soy, ¿por qué no te parecés más a mí?’, cuando la verdad es que la mayoría de nosotros no nos lo podemos permitir”.

En la argumentación de Foster hay varias ideas excelentes, pero yo sigo deseando ser capaz de despertarme más temprano. ¿Me costará menos con el tiempo? La psicoterapeuta del sueño Heather Darwall-Smith no está muy segura. “Cada persona tiene un cronotipo que determina su reloj corporal; todo el mundo sabe que algunas personas son alondras mañaneras y otras, búhos noctámbulos”, dice. “Pero la verdad es que en su mayoría, la gente está en algún punto intermedio. Hay personas que se acuestan a las diez de la noche y se despiertan a las cinco de la mañana, una rutina que encaja con su cronotipo, pero muchos de nosotros no somos así; y no olvidemos que hay mucha gente a la que los turnos de trabajo le imponen estar en pie a las 5 de la mañana”.

En el cuarto día del experimento estoy malhumorada y hecha pedazos. Tuve que cancelar una salida al pub porque, oh sorpresa, una noche de vino no va bien con lo de despertarse al amanecer. También me volví insufrible. “¿Te acostaste tarde?” le pregunto a un colega que bosteza a la avanzada hora de las once de la mañana. Me dan ganas de decirle que llevo despierta SEIS HORAS ENTERAS, pero desisto. La gente podría sentir celos de mi autodisciplina.

El quinto día es el peor. Duermo hasta las 5:43 y desayuno un Magnum con pedazos de caramelo para compensar mi ausencia del pub. En la sexta mañana me va mejor. Tengo una entrega y el tiempo extra me viene bien para avanzar. El séptimo día es el de la infructuosa odisea en busca de un café. Me di cuenta de que salir a la calle me da mucho más ánimo y energía.

Decido hablar con personas, no famosas, que se las arreglaron para que lo del club de las 5 de les funcione. Jenny Wilson es cromoterapeuta y se levanta cada mañana a las 4:55. El resto de su familia duerme mientras ella se da una ducha rápida antes de empezar el día en la habitación de invitados. “La llamo mi hora mágica, porque cuando tengo ese tiempo para mí, el resto del día se desarrolla como por arte de magia”, dice. 

El ritual de Jenny siempre es el mismo: 30 minutos de yoga seguidos por 20 minutos de meditación que termina expresando en voz alta sus intenciones para el día. “Después de eso estoy lista para preparar el desayuno de mis hijos y seguir con mi vida, significa empezar el día con una sensación de logro, de que ya hice cosas increíbles antes de que se haya levantado nadie”.

Tras leer el libro ‘El club de las 5 de la mañana’, la agente de libertad condicional Quynh Nguyen-Dang se impuso una rutina mañanera que sigue desde enero. Todas las mañanas pone su reloj inteligente a vibrar a las 4:30 y otra vez a las 5:00. Se pone la ropa de deporte, se sube al coche y conduce hasta su gimnasio local para una sesión de treinta minutos de cardio. “Es un trayecto precioso, muy tranquilo; la otra mañana me paré a contemplar las nubes rosadas; cuando estoy en el gimnasio, suelo mandar correos electrónicos y actualizar las redes de mi negocio de moda mientras pedaleo en la estática; el día tiene un número de horas limitado y esa es una forma genial de avanzar; es como una sociedad secreta; todas las mañanas veo al mismo grupo de mujeres; después, todas hacemos cola frente al espejo, nos peinamos y nos preparamos para ir a trabajar”.

Pero adoptar un régimen tan estricto también tiene su costo. “A las 9 de la noche me convierto en calabaza”, dice. “Me siento mal cuando tengo que decir que no a ver a gente después del trabajo, pero los fines de semana suelo dormir hasta más tarde”.

El octavo día me levanto sin despertador a las 5:04. La mañana me llama. ¿Salgo de la cama para aprovechar el día? No lo hago.

Decido volver a mi horario habitual, pero ahora con una nueva concentración. La semana no fue una pérdida de tiempo, ni mucho menos. Me ayudó a comprender cuánto tiempo perdía antes, sobre todo por las mañanas. Lo que importa no es a qué hora te levantás, sino cómo utilizás los valiosos minutos de los que disponés.

Traducción de Francisco de Zárate.

DAr

Sociedad Sucesos

Murió Toto Schillaci, goleador del Mundial Italia 90

Published

on

Murió Toto Schillaci, goleador del Mundial Italia 90

Sufría de cáncer de colon y estaba internado en terapia intensiva desde la semana pasada. La Federación Italiana de Fútbol dispuso que  se haga un minuto de silencio en su memoria en todos los partidos que se disputen entre este miércoles y el domingo.

El mundo del fútbol está de luto. El antiguo delantero de la selección italiana Salvatore Toto Schillaci, máximo goleador del Mundial de Italia 90, murió a los 59 años. Schillaci sufría un cáncer de colon y estaba internado en cuidados intensivos en el Hospital Civico de Palermo.

Así lo anunció la Federación Italiana (FIGC), que destacó en comunicado que Schillaci fue un “jugador – símbolo del Mundial 1990 en Italia” y dispuso que se haga un minuto de silencio en su memoria en todos los partidos que se disputen en el país desde este miércoles al próximo domingo.

Sus celebraciones de los goles, convertidas en un símbolo de la alegría colectiva, quedarán para siempre en legado del fútbol italiano“, añadió el presidente de la FIGC Grabriele Gravina.

Por su parte, desde el Inter de Milán -club en el que el delantero jugó entre 1992 y 1994- destacaron que Schillaci “hizo soñar a todo un país durante las noches mágicas del Mundial-1990”.

Además del Inter y tras formarse y debutar como profesional en el Messina, en su isla natal de Sicilia, Schillaci vistió la camiseta de la Juventus de 1989 a 1992.

“En la Juve tuvimos la suerte de emocionarnos con él antes de que, en aquel increíble verano de 1990, toda Italia lo hiciera, encantada con sus maravillosas y enérgicas celebraciones”, recordó el club piamontés, con el que Schillaci ganó la Copa de la UEFA en 1990.

Vivió su momento de gloria en el Mundial disputado en tierras italianas, en el que acabó como máximo goleador con seis tantos que llevaron a la ‘Squadra Azzurra’ a las semifinales del torneo, donde perdió en los penales (1-1 tras alargue, 4-3 en penales) ante la Argentina de Diego Maradona.

@Página12.

Continue Reading

Sociedad Actualidad

La Sociedad Argentina de Pediatría se pronunció en contra de la baja de edad de imputabilidad

Published

on

La Sociedad Argentina de Pediatría se pronunció en contra de la baja de edad de imputabilidad

El documento resalta que solo el 2,6 por ciento de los delitos son cometidos por menores de 18 años. Y advierte que esos chicos también son víctimas. 

Una vez más se discute en Argentina la baja en la edad de imputabilidad. En junio pasado el Gobierno presentó y envió al Congreso un proyecto de ley para que encarcelar a adolescentes de 13 años sea una posibilidad. En el marco de la discusión, la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) emitió una posición firme en defensa de los adolescentes en conflicto con la ley penal y en contra de los proyectos que promueven la disminución de la edad de imputabilidad.

Mientras en las comisiones de la Cámara de Diputados se trata el proyecto de Ley Penal Juvenil, presentado por el Ejecutivo el 28 de junio por intermedio de la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, y el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, el texto elaborado por las Subcomisiones de Humanidades y Derechos de la Niñez y Adolescencia de la SAP y difundido este lunes pone el acento en “las condiciones de extrema vulnerabilidad en la que se encuentran los adolescentes sujetos a procesos judiciales”.

“Nos parece que poner la edad como el elemento a discutir es de una mirada simplista que deja de lado la complejidad que tienen las vidas de los niños, niñas y adolescentes”, sostuvo Javier Indart De Arza, presidente de la Sociedad Argentina de Pediatría, en diálogo con Página 12.

“Las estadísticas son bastantes claras respecto a la responsabilidad de los adolescentes en delitos penales”, aseguró al resaltar que solo el 2,6% de los delitos son cometidos por menores de 18 años. “Es claro que la baja de imputabilidad no resuelve el flagelo de la violencia y de la inseguridad”, agregó.

Pasar de “delincuentes” a “víctimas”

El documento difundido sostiene que estos adolescentes son víctimas de numerosas y sistemáticas agresiones físicas y emocionales desde los primeros años de su vida. “La adolescencia de hoy viene golpeada y no está siendo pensada desde una perspectiva de derechos. Hasta se sigue hablando de ellos como ‘menores’ como si no fueran personas”, sumó Indart De Arza.

El informe de la SAP argumenta que “sus expectativas de un futuro mejor son muy limitadas. En esta situación, su participación en hechos delictivos está organizada y programada, en su gran mayoría, por grupos de delincuentes adultos. En otras, su libre campo de autodeterminación se encuentra totalmente limitado por su realidad social, cultural, familiar, educativa o económica”.

En ese sentido, el pediatra afirmó: “Mismo en las raras situaciones donde ellos son los que gestionan el crimen, no hay que dejar de preguntarse qué fue lo que los llevó a tomar esta decisión. Uno se puede detener frente al delito y a quien lo ejerce o ver lo que estamos haciendo como sociedad para generar esto”.

Penas de adultos para adultos

El informe además pregona que las sanciones deben ser proporcionales a la gravedad de los hechos cometidos y que las penas a niños, niñas y adolescentes no deberían ser homologables a las de los adultos.

Llegado el caso en que se detenga y prive de la libertad a los jóvenes, María Julieta Rosso, presidenta de la Subcomisión de Humanidades de la SAP, sostuvo: “Bregamos por instituciones habilitadas para la contención de adolescentes en conflicto, orientadas a la rehabilitación, garantizando condiciones edilicias adecuadas y proveyendo programas de educación y de capacitación laboral, de manera de dotarlos de herramientas para facilitar su reinserción social”.

Desde la Sociedad de Pediatría defienden la importancia de fomentar la “justicia restaurativa”, que consiste en evaluar la posibilidad de interactuar el autor del delito con la víctima –si ésta así lo acepta– para reconocer humanidad e identidad a quien ha sufrido por causa de él y pueda sinceramente arrepentirse y comprometerse a enmendar las consecuencias de su conducta. “Un cambio profundo sucede cuando uno acepta la culpa –señaló Indart De Arza–, por eso es importante que tenga la posibilidad de reconocer el daño e intentar solucionarlo. Buscar que sea una responsabilidad compartida: que la sociedad no mire a un costado y que el chico pueda dar cuenta de lo que hizo”.

“No existen medidas que resuelvan el delito. No existen medidas cortoplacistas que puedan abordar con profundidad y seriedad un problema tan complejo. La violencia en niños y adolescentes requiere de una política estatal compleja completa y sostenible en el tiempo”, dice el documento.

Distintos instrumentos internacionales, así como instancias judiciales de las máximas instancias nacionales e interamericanas se pronunciaron al respecto del tema. En el informe, los integrantes de la asociación hicieron una recopilación  afirmaron que “si el Estado Argentino optara por agravar las penas para los delitos cometidos por menores de edad o dispensara al niño en conflicto con la ley penal un trato similar al adulto infractor, estaría conculcando convenios internacionales incorporados a la Constitución Nacional o bien desconociendo jurisprudencia de aplicación obligatoria”.

Plan integral

“En la discusión sobre el tema desde la SAP nos parece interesante poder ser propositivos y ofrecer posibles acciones frente a la problemática para acompañar desde una mirada de salud integral y no desde el punitivismo”, manifestó Indart De Arza. Así, la asociación propone un programa integral que apunte a la restauración y reinserción social de los niños y adolescentes, interviniendo no solamente desde la Justicia, sino más bien desde la educación y la salud.

En ese sentido, el informe desarrolla una serie de recomendaciones para el abordaje de adolescentes no punibles, entre las que se pueden mencionar el diseño de “un sistema donde el Estado esté permanentemente presente para promover el desarrollo personal, educativo y social del niño”. También la necesidad de “garantizar la protección de los derechos del niño, en todas sus etapas de desarrollo, dotándolo de las herramientas educativas, sociales y económicas para fortalecer su autonomía y visualizar la responsabilidad penal de un niño o adolescente teniendo en cuenta su realidad social, cultural y personal”.

Entre las propuestas además resaltaron la importancia de tener en cuenta que la vinculación de adolescentes con las armas y drogas “está relacionado casi directamente con amparo de ‘capangas’ marginales y connivencia policial”, a la vez que requirieron promover actividades intramuros “con alto contenido social” para la reinserción.

Y pidieron “abordar –con carácter fuertemente preventivo– determinantes como la violencia familiar y de género, las organizaciones delictivas de adultos y de agentes de seguridad que utilizan niños para delinquir, los adultos que son agentes de tráfico de drogas, la deserción escolar, la precariedad laboral de los adultos a cargo, el acceso a estupefacientes y sustancias psicoactivas, psicotrópicos y drogas ilegales”.

“Es simplista decir que el tema se soluciona bajando la edad de imputabilidad, no existe una respuesta sencilla a un problema muy complejo”, aseguró Indart De Arza. “Este tema vuelve a aparecer recurrentemente gobierno tras gobierno. Nosotros lo que creemos es que más que la baja de imputabilidad, lo que hay que poner en el centro de la agenda es la atención integral de los niños y adolescentes”, completó.

@Página12 // Informe: Lucía Bernstein Alfonsín.

Continue Reading

Sociedad Actualidad

Precupación en el comercio ante la nueva temporada: alquileres y servicios altos, ventas bajas.

Published

on

Precupación en el comercio ante la nueva temporada: alquileres y servicios altos, ventas bajas.

“Se están dando con un 200% de aumento en los locales comerciales pero de igual forma están impactando en las familias que alquilan. Por ende, ese 200% que iba a compras en el comercio ahora va a ese canon. Eso es lo que agota y consume el consumo. Son valores muy importantes ya sea para el usuario o cliente como para el comerciante”, explicó Marcelo Quiroga, presidente de la Cámara de Comerciantes Unidos de San Juan.  

 “Se dañó la rentabilidad al comerciante que no está aumentando las cosas un 200%, porque si no no vendería nada. Entonces, nos encontramos en esta disyuntiva que es, si aumentamos lo suficiente, no vendemos, y si no aumentamos, perdemos rentabilidad. El cliente hoy en día destina todo el dinero que tenía por ahí de un flujo circulante a gastos de impuestos y alquiler y o posterga compras o usa tarjeta de crédito, cuando puede”, continúo.

“Las ventas están tranquilas y ya se ven vidrieras en lo que es todo el microcentro, shopping y macrocentro con la nueva temporada. Es una iniciativa de los comerciantes para poder estimular el consumo: para que la gente venga y cambie el vestuario. La verdad que no estamos ajenos a la situación económica y sabemos que el tema de la energía y los servicios están “comiendo el consumo”, explicó sobre la relación entre la caida del consumo y la elevación del costo de vida de los consumidores.

@DiarioLaProvinciaSJ

/Fuente de imagen: DiarioLaProvinciaSJ

Continue Reading

Continue Reading