Hace unos días miraba una nota de Télam donde se mencionaban las divisiones y disputas de Juntos por el Cambio (JxC) acompañada de una foto donde está “la mesa nacional”. Se me ocurrió al ver esa imagen preguntarme: ¿Y por la casa del Frente de Todos (FdT) cómo andamos?.
Probablemente a muchos les sea más cómodo no hablar de “ciertas cosas”, temas como las internas oficialistas desde los del mismo espacio, cualesquiera sean del color que sean, se vuelven tabú y siempre se tratan de tapar con el manto de no caer en fuego amigo.
Por desgracia, hecha esa aclaración, debo arrancar diciendo que no puedo negar la preocupación y cierta desazón que produce el accionar del FdT como estructura política a todo nivel y principalmente el nacional.
JxC y FdT tienen sus propios relatos y sus medios de propaganda, mientras el arco conservador pro estadounidense e inglés tiene a los grupos de La Nación, Clarín, Infobae y Perfil como sus relatores, del lado teóricamente “nacional y popular” están los medios oficiales, algunos como Página12 y el grupo de C5N, pero no mucho más.
Las narrativas de ambos tienen un punto en común: nosotros somos los buenos, no se publica nada que afecte a los nuestros y los otros son el problema.
Desde los voceros de JxC la propaganda apunta siempre a destruir y presentar el apocalipsis inminente, y por ello, la necesidad imperiosa de aplicar el capitalismo salvaje (neoliberalosmo) y que se anule el Estado. Su solución es siempre esquilmar a las mayorías y beneficiar aún más a los súper privilegiados, poniendo siempre la lupa sobre cualquier inconveniente del oficialismo etiquetado como k, sea real o no (en esto la derecha es experta).
Desde el oficialismo la respuesta no es contundente, evita el debate ideológico principal, de fondo, se para en que está haciendo cosas, que todo está cada vez mejor, el cielo es diáfano y los ángeles nos cantan mientras la economía mejora. Quiere mostrarse como moderado y casi siempre cede en el debate político contra el poder real.
Una cosa es negociar desde una posición de fuerza con convicción política para llegar a un acuerdo conveniente y otra es ceder en nombre de la moderación para no “molestar” a los poderosos.
Nota: En el periodismo político no hay posiciones neutras, la opinión está siempre orientada ideológicamente. El que diga lo contrario miente y esconde sus intenciones.
El FdT que asumió con muchas expectativas fue dilapidando su caudal en una sangría constante, producto esencialmente de sus propios errores políticos y actitudes de una parte de su dirigencia.
Al contrario de JxC, aunque duela en el alma decirlo, no hay una sola reunión de la cúpula para tratar temas centrales por parte de la coalición gobernante. No hay comunicados conjuntos, no hay debate, ni convocatoria, ni mesa. Charlas individuales, llamadas cruzadas y el peor de los mecanismos para expresar las opiniones: las redes sociales.
No pueden ocultar esta falencia, no hay excusa práctica, pandémica, tecnológica o estadual que impida que se realicen reuniones periódicas.
Fernández dice, se desdice y le habla a los propios por los medios. Cristina manda cartas o tweets, Máximo se va por las redes por lo del acuerdo con el FMI sin juntarse con el bloque, Aníbal mata a Berni por twitter sin llamarlo a charlar y Berni abandona el espacio k por los medios, todo, todo así.
El ejecutivo se corta solo en la discusión con el FMI y no se ve que consulte mucho a sus socios, Guzmán dice una cosa semi progresista con su tono cansino pero se hace otra cosa bien ortodoxa en economía. El acuerdo con el Fondo se plantea como «la única salida» sin saber hasta ahora qué se acordó realmente, aunque ya se dijo que habrá ajuste de tarifas «gradual» y un nuevo préstamo para pagar el préstamo.
En estos momentos desde el gobierno de Fernández dicen que quieren todo el acuerdo listo para la semana que viene para meterlo en marzo al Congreso. Mientras, los diputados no tienen por ahora mucha idea de qué van a votar y en el medio de todo: la interna 2023 ya lanzada junto a un nivel de pobreza estructural que duele.
El discurso pasó de ser combatir el hambre y la pobreza a cómo pagar la deuda. Menudo salto para quienes se dicen peronistas y/o progresistas.
Los albertistas ya salen por la reelección, los kirchneristas y aliados contraatacan y todo en ese tono. La interna la oficializó el propio Alberto luego de las elecciones pasadas. ¿Se enteraron que se perdieron las elecciones intermedias y no fue porque hubo una sola lista en las PASO?.
El frente no frentea, parece limitarse a discutir cargos y tratar de administrar «lo que hay» sin hacer reformas o los cambios sustanciales esperados por su base electoral. El macrismo y sus socios, muy bien asesorados, no levantan la voz demasiado, no se pusieron soberbios a pesar de haber ganado, presionan donde saben que duele y nunca dejan de atacar al kirchnerismo para que Alberto siempre vaya girando a la centro derecha mientras se alimenta el sueño reeleccionista.
Los del “campo nacional y popular” se muestran al igual que sus socios en la coalición, sin dirección clara, sin una orgánica o juntadas “del palo”, con mensajes divergentes y sin debates institucionales dentro del espacio. De muy poco sirve que cada tanto CFK “baje línea” en una carta. Falta debate en serio y construcción política cimentada en la juventud como la que impulsó Néstor.
¿Cómo explicar que los que dicen tener una mirada crítica de la sociedad y gobiernan no se juntan a ver cómo la mejoran?. Pareciera que están todos abrumados por sus funciones, cuidando sus quintas y mirando al 2023. El debate político, que no es posible detener, queda circunscrito a la militancia de cada espacio, bastante huérfana y viviendo en una especie de diáspora. Así no es posible consolidar ninguna fuerza.
¿Nadie se puso a pensar que el objetivo central político para el 23 es evitar que JxC gane para poder encarar los cambios que hacen falta y que ya casi no hay tiempo para este internismo suicida?.
En San Juan también se respiran aires similares por parte de quienes solamente miran enceguecidos el 23, pensando solamente en eso y pegándose entre sí para escalar posiciones o debilitar “adversarios” en sus carreras “de ascenso”. Casi nadie escapa a estas disputas teñidas de peleas tras bambalinas.
Esto le cae a funcionarios, legisladores e intendentes con pretensiones, pero también a las huestes de algún diputado nacional que hablaba de “unidad hasta que duela” pero luego se separan y abren su bloque local en diputados nombrándolo FdT. No se salva nadie.
¿Se enteraron que apenas si se ganó en las últimas elecciones?. No hay manteca para tirar al techo y el que juega a dividir el FdT o cree que sacando a los que no les gusta le va ir mejor se equivoca y termina jugando para la oposición.
La virtud y mayor fortaleza del FdT es precisamente su amplitud, que va desde compañeros más bien conservadores, pasando por progresistas, peronistas de todos los peronismos, sectores de izquierda tradicional y un gran abanico de aliados, sindicatos y movimientos sociales.
¿Se puede despreciar semejante capital político por posar la mirada solamente en la hoja de un árbol mientras se descuida el bosque?.
Hay que tener más vuelo político, dejar de lado los egos y las ambiciones mezquinas.
A veces todo suena a una disputa entre los que ni siquiera se asoman a la ventana para ver un poquito de la realidad fuera de los escritorios, versus quienes miran hacia adentro porque lo único que quieren es ocupar esa silla que anhelan tanto, no defender ideales.
Hay poco tiempo y quien crea que tiene la vaca atada puede terminar faenado por un macrismo sanjuanino, que sin hacer nada, puede terminar llegando gracias a los errores del FdT y no por un mérito propio que no tiene.
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