Por Juan Lehman, agencia de noticias Sputnik.
En un contexto signado por la crisis, las dos principales coaliciones buscarán imponerse en los comicios nacionales. El oficialismo se dirime entre los conflictos puertas adentro y la urgencia por estabilizar la economía. La oposición, ante el riesgo de celebrar por adelantado. La carrera por la presidencia se avecina con más dudas que certezas.
A tan solo un mes de iniciado 2023, Argentina ya dio por comenzada la carrera por la presidencia. Frente a un escenario atravesado por el descontento con respecto a la dirigencia política —cristalizado en el surgimiento de figuras antisistema—, las dos coaliciones principales dirimen sus arduas discusiones internas para presentar las candidaturas de cara al 22 de octubre.
De un lado, el Frente de Todos —la alianza de centroizquierda que gobierna desde 2019— busca revertir el duro revés recibido en las elecciones legislativas de 2021, ante un adverso panorama agravado por la alta inflación, que en 2022 alcanzó el 95%. Del otro, la coalición opositora de Juntos por el Cambio —que gobernó entre 2015 y 2019 bajo la conducción de Mauricio Macri— recrudece el debate con vistas a un posible triunfo que los devuelva a la Casa Rosada.
«Lo que se define es si el sistema político se desempata: Argentina es un barco que necesita un capitán. Se requiere alguien que defina una hoja de ruta y que pueda ejecutarla, pero esto es muy difícil por la paridad entre las alianzas y las internas en los espacios», dice a Sputnik Lucas Romero, politólogo y director de la consultora Synopsis.
«Tenemos un empate técnico porque no convence ninguno de las dos coaliciones. Más allá del 40% de la sociedad que ya está convencida de a quién va a votar, el resto aún no se definió porque ninguna opción lo seduce», sostiene Hugo Haime, consultor y analista político, al ser consultado por Sputnik.
Según Romero, «en este momento todo indica que hay chances de alternancia política, por una leve ventaja de la oposición. Esto condiciona mucho la discusión al interior de las alianzas».
El Frente de Todos (contra todos)
El oficialismo atraviesa una coyuntura particular: la derrota de 2021 catalizó la fuerte interna que surca a la coalición. Los cruces entre el presidente Alberto Fernández y funcionarios que responden a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner —recrudecidos recientemente—, obligan a las figuras del espacio a repensar su estrategia de cara a los comicios.
Ante la incertidumbre, gobernadores de 15 de las 23 provincias argentinas decidieron desdoblar las elecciones para distanciarse de los comicios nacionales. «Los gobernadores dan señales de qué piensan: el desdoblamiento, junto al foco en los problemas locales, muestra que quieren desligarse de la elección nacional», afirma Romero.
«Toda la coalición coincide en que la unidad se debe preservar, pero sabe que sólo con mantenerse unido no alcanza: no está claro quién puede ser el mejor candidato. Es muy fácil juntarse para ganar, pero es complicado juntarse para perder«, apunta Romero. «No se saben las chances de ser reelecto, y esto es observado por todos los actores del Gobierno», agrega.
Dentro de los nombres que conforman el menú oficial, el que destaca por su impronta es el del propio mandatario. Según Romero, «no parece haber ningún aspirante concreto a la presidencia más allá de Alberto Fernández, que es el único que lo afirma abiertamente, pero no es el más competitivo del espacio debido al humor social», apunta el consultor.
Independientemente de los candidatos, el requisito sine qua non para ganar es único e insoslayable: «Las chances del Gobierno dependen directamente de que mejore la economía y baje la inflación«, sentencia Haime.
Que el destino del oficialismo dependa del devenir económico puede poner presión sobre el ministro de Economía, Sergio Massa, pero puede funcionar también como su plataforma electoral: «Como todo depende de la economía, si Massa logra resultados exitosos, probablemente no haya discusión y él sea el candidato. El ministro tiene muchos argumentos para lanzarse, pero necesita que los números le respondan», advierte Romero.
Sin lugar a dudas, la noticia principal que sacudió al oficialismo y al tablero político general de cara a los comicios es el renunciamiento de Cristina Fernández de Kirchner, tras su condena a prisión en la Causa Vialidad.
El anuncio de la expresidenta (2007-2015), figura central del dispositivo gobernante, tiene una explicación estratégica: «Cristina es la figura más importante, pero también se ve debilitada tanto por los resultados económicos como por las condenas judiciales. Por eso no quiere aparecer como la que impone todas las condiciones en el oficialismo y elige proponer una mesa de debate», apunta el consultor.
«Cristina es una figura paradójica: ella tiene sin dudas el mayor peso en el Gobierno pero no puede liderar la oferta, porque también tiene niveles de rechazo que le impiden atraer un voto más independiente», señala Romero.
Sin embargo, la decisión de Cristina podría no ser definitiva. Tal como afirmaron dirigentes cercanos a ella —como el ex ministro de Desarrollo Territorial, Jorge Ferraresi— un «operativo clamor» con miles de personas en las calles pidiendo por su referente podría redundar en la candidatura de la expresidenta.
¿Juntos por el Cambio?
Al otro lado del río, mientras observan la situación en el oficialismo, la coalición de Juntos por el Cambio se ilusiona con una potencial victoria. Sin embargo, celebrar antes de tiempo tiene sus consecuencias: «La oposición ve por delante una victoria, y cree que quien vaya como candidato será el presidente. Esto agita mucho la competencia interna: le prestan más atención a la competencia interna que a la nacional y se ‘matan’ entre ellos para ver quién va a liderar el espacio«, considera Romero.
En la alianza resaltan dos figuras centrales: el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, y la ex ministra de Seguridad de Macri, Patricia Bullrich. El primero, identificado como «moderado», busca construir su candidatura utilizando a su distrito como plataforma. La segunda, en cambio, bajo su imagen de intransigente o «dura», focaliza su discurso en la «mano dura» policial y la lucha contra el narcotráfico.
La disputa podría saldarse, en caso de no llegar a un acuerdo previo, en el marco de las elecciones primarias (PASO, por sus siglas).
Según Haime, «entre Bullrich y Larreta habrá una pelea muy empatada, aunque apuntan a públicos distintos. Bullrich toma mucho votos de los convencidos, mientras que Larreta absorbe apoyo por fuera de su partido. La clave va a estar ahí: si un sector ajeno vota en la interna, eso le va a convenir al jefe de Gobierno».
Romero coincide con la observación de su colega y agrega que «Larreta es más competitivo para pelear contra el oficialismo: en un balotaje, la disputa está por convencer a los moderados, que se dividen entre las dos opciones. Larreta atrae mucho más a este sector».
Así como en el oficialismo la potencial candidatura de la vicepresidenta reordenaría el debate puertas adentro, en la oposición se replica el fenómeno en la figura de Mauricio Macri. La definición del expresidente en torno a luchar por un nuevo mandato es una incógnita. «Macri está jugando como el conductor del espacio, dándole un contenido. Lo que haga aún es un interrogante», apunta el director de la consultora Synopsis.
Hugo Haime encuentra argumentos para sustentar la declinación a la candidatura: «Macri conserva niveles de apoyo considerables, pero creo que no será candidato. Mantiene un rechazo superior al 50% del electorado, y tendría menos margen de error en caso de ganar, debido a su anterior mandato», sugiere el analista.
La amenaza de la antipolítica
La emergencia de Javier Milei, histriónico economista liberal que cosechó el 17% de los votos en su candidatura a diputado en la Ciudad de Buenos Aires, representa una alerta para la candidatura de la ex ministra de Seguridad.
«Milei le ha quitado potencia a Bullrich, porque su discurso más radicalizado atrajo a votantes identificados con ella. Sin embargo, el economista viene bastante rezagado como para igualar la competitividad de Juntos por el Cambio», sostiene Romero.
El crecimiento de la popularidad del outsider podría repercutir, también, en el oficialismo. Según el consultor, «antes Milei le servía al gobierno porque dividía el voto opositor y se llevaba sus votos. Pero ahora el economista está tomando parte del apoyo de Bullrich, que es la candidata contra la que el Frente de Todos quisiera competir, por su postura más radical».
La emergencia de un tercer espacio como el liderado por el libertario puede incidir en las estrategias de las dos coaliciones mayoritarias. Sin embargo, el escenario que se dibuja en el horizonte es de una contienda pareja entre ambos espacios.
Según Romero, este panorama plantea desafíos respecto a los obstáculos económicos que el próximo gobierno deberá sortear: «Una elección reñida que no de con amplio margen al ganador puede ser una mala noticia porque los retos por delante son muchos y requieren de consensos políticos. Hay que ver quién puede reunir el apoyo para tomar medidas que puedan generar costos políticos, y asumirlos», considera el consultor.
Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Ahora San Juan.