El desastroso efecto sobre el clima causado por los ataques terroristas que hicieron volar las tuberías que llevaban gas ruso a Europa es un tema tabú en la cobertura por la prensa hegemónica de la actual conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático.
Por Victor Ternovsky- Periodista Agencia de Noticias SPUTNIK
Los medios ‘mainstream’, siempre tan preocupados por las cuestiones climáticas y ambientales, evitan escrupulosamente el incómodo tema del daño provocado por la fuga de los gasoductos dinamitados. Por ejemplo, al diario español El País le interesa más el supuesto «sombrío historial represivo» del Estado anfitrión, así como las supuestamente «alarmantes condiciones y restricciones» en las que se celebra la cumbre.
Pero no escribe ni una sola palabra sobre las alarmantes consecuencias de los atentados en el mar Báltico calificados por la parte rusa como «actos de terrorismo internacional». Unos actos que provocaron la mayor emisión de metano de la historia. Según diferentes estimaciones, la rotura de los gasoductos hizo llegar a la atmósfera más de medio millón de toneladas de este gas, cuyo efecto invernadero es 28 veces más poderoso que el del dióxido de carbono, al tiempo que su potencial para aumentar el calentamiento global es 80 veces mayor que el del CO2.
En términos climáticos, la ventaja de metano radica en que su duración en la atmósfera es relativamente corta, unos 10 años, en lugar de las décadas o centenares de años en el caso del CO2. Por otro lado, al entrar en contacto con el agua, una parte del gas fugado se oxidó y se transformó en dióxido de carbono, tal y como se desprende de las declaraciones a la prensa del experto Grant Allen, profesor de Física Atmosférica de la Universidad Británica de Manchester.
El diario español ABC constata que «todos los expertos» coinciden en la «gravedad» del efecto de lo que califica como «un supuesto sabotaje». Según una estimación de la organización medioambiental Fundación para la Defensa del Medioambiente, la fuga en los gasoductos Nord Stream tendrá el mismo impacto climático en las próximas dos décadas que la contaminación anual de ocho o nueve millones de coches. Así lo señaló Daniel Zavala-Araiza, investigador medioambiental de la mencionada entidad y de la Universidad de Utrecht, con sede en Países Bajos.
«Es también, por ejemplo, cinco veces la causada por toda la industria energética alemana», sostuvo el experto, cuyos cálculos no son de los más alarmantes.
Según Marcelo Mena, exministro del Medioambiente y hoy director del Global Methane Hub, el metano liberado a la atmósfera contribuirá a elevar los niveles de ozono troposférico, un contaminante que «causa daño a la salud de las personas y afecta la productividad de las cosechas, haciendo que se dañen algunos cultivos». Agregó que durante la próxima década «este incidente va a aportar al calentamiento global, contribuyendo al derretimiento de los hielos en el Ártico».
Mientras que Deutsche Welle indica que «durante siglos, el efecto invernadero se ha producido de forma orgánica debido a la liberación natural de metano y dióxido de carbono por parte de plantas, animales y zonas húmedas».
«Sin embargo, la actividad humana de los últimos 150 años ha provocado un enorme aumento de las emisiones artificiales de gases de efecto invernadero, lo que ha hecho que la temperatura global se dispare a un ritmo alarmante», añade el medio a tiempo de subrayar que «los líderes mundiales han reconocido que reducir las emisiones de metano es vital para limitar el calentamiento global».
Para este fin, en la conferencia climática mundial de la ONU celebrada el año pasado, más de 100 países se comprometieron a reducir las emisiones de metano en un 30% para 2030. Un compromiso que no ha tenido ningún efecto real, algo que reconoció recientemente France 24, constatando que las emisiones de metano «están alcanzando niveles récord». Además, señala que el mundo está aún muy lejos de los objetivos del Acuerdo de París, que entró en vigor en 2016, donde se establecen medidas para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. El medio francés también insistió que «todos los medios son buenos para mitigar» los efectos de metano, mencionando medidas como «imponer impuestos sobre el ganado».
La medida que no aparece entre las destinadas a hacer frente al calentamiento global es llevar a la justicia a quienes atentaron contra los gasoductos Nord Stream, donde hasta medios como El País coinciden en que lo que se hizo fue explotar «una bomba climática». Lo que no dicen los medios hegemónicos es quién lo hizo.
La parte rusa tiene pocas dudas al respecto. El pasado mes de septiembre, el presidente ruso, Vladímir Putin, atribuyó los atentados a los países «anglosajones».
«Han pasado a un sabotaje increíble», denunció el mandatario a tiempo de agregar que la ‘medida’ buscó potenciar tanto el efecto de las sanciones antirrusas, como también el dominio norteamericano en el mercado energético de la UE. De hecho, EEUU aprovechó el conflicto de Ucrania para desplazar a Rusia como el principal proveedor de gas a Europa.
En un artículo, El Periódico de la Energía califica como «negociazo» los envíos de gas estadounidense al bloque europeo, unos envíos que se multiplicaron al tiempo que sus precios son exorbitantes.
«Cuando tienes precios de energía estadounidenses que son mucho más bajos que los nuestros y su productor de hidrocarburos los vende tres o cuatro veces más caro de lo que lo vende a sus industriales», existe «un doble rasero implícito, lo que es un verdadero problema de acercamiento y sinceridad en el comercio transatlántico», dijo Emmanuel Macron en alusión a EEUU y agregó que abordaría este tema durante su visita a Washington, programada para principios de diciembre.
El ministro alemán de Economía hasta ha llegado a arremeter abiertamente contra Washington, al constatar que algunos proveedores de energía, incluyendo «países amigos» como EEUU, aplican precios «astronómicos» al suministro de gas dirigido a la UE. El siguiente en pronunciarse fue el presidente francés.
Aunque seguramente no planteará el tema de los atentados contra Nord Stream, ya que la postura de la UE se vio marcada por el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, quien dijo a la agencia Sputnik que no tiene «ninguna» idea sobre las responsabilidades del sabotaje. Aunque Rusia sí tiene su versión.
«Según los datos disponibles, los representantes de la Marina Real británica participaron en la planificación, financiación y realización del atentado terrorista en el mar Báltico el pasado 26 de septiembre de este año para hacer explotar los gasoductos Nord Stream 1 y Nord Stream 2», declaró el Ministerio de Defensa de Rusia en un comunicado, mientras que la UE sigue manteniendo un silencio revelador al respecto.
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