Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo y secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM)
San Francisco de Asís enviaba a sus frailes diciendo: “Vayan a predicar y, si es necesario, usen palabras”. Esto sucede en varios ámbitos de la vida, pero particularmente en lo que hace a la comunicación de la fe, el testimonio que exprese lo que decimos es fundamental.
La carta de Santiago es elocuente: “Muéstrame si puedes tu fe sin obras, que yo, por mi parte, mediante mis obras te mostraré mi fe” (St 2, 18). En este sentido el Papa nos enseña: “En la evangelización, por tanto, el ejemplo de vida cristiana y el anuncio de Cristo van juntos; uno sirve al otro. Son dos pulmones con los que debe respirar toda comunidad para ser misionera”. No se trata entonces de discursos que expliquen sin mostrar el compromiso de la comunidad.
Desde unas décadas atrás, en todo el mundo, la iglesia dedica el mes de octubre a destacar de modo particular la dimensión misionera de la fe. Para esto el Papa nos ha entregado un mensaje que lleva como lema “PARA QUE SEAN MIS TESTIGOS”, tomado del envío que hizo Jesús a sus discípulos poco antes de su Ascensión al cielo. Te comparto el versículo completo: “El Espíritu Santo vendrá sobre ustedes y recibirán su fuerza, para que sean mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los confines de la tierra” (Hc1, 8).
En ese mensaje Francisco nos recuerda que la misión no es tarea de unos pocos especialistas o de hombres y mujeres consagrados. “Todo bautizado está llamado a la misión en la Iglesia y bajo el mandato de Iglesia. La misión por tanto se realiza de manera conjunta, no individualmente, en comunión con la comunidad eclesial y no por propia iniciativa. Y si hay alguno que en una situación muy particular lleva adelante la misión evangelizadora solo, él la realiza y deberá realizarla siempre en comunión con la Iglesia que lo ha enviado.” Compartimos la fe de la iglesia, la alegría de sabernos miembros de una misma familia amada por Dios.
Por eso es responsabilidad de todos, y está en la raíz de la sinodalidad, que este camino nos acerca a tres palabras: comunión, participación y misión.
Francisco nos dice algo que ya sabemos, pero no siempre tenemos en cuenta. “El Espíritu es el verdadero protagonista de la misión, es Él quien da la palabra justa, en el momento preciso y en el modo apropiado.” Por eso, a la hora de prepararnos para misionar, no debemos enredarnos en cuestiones organizativas que nos complican la vida, ni cargarnos con el peso de angustias e incertidumbres. Es necesario dejarse fortalecer y guiar por el Espíritu Santo, “que infunde la fuerza para anunciar la novedad del evangelio con audacia, en voz alta, en todo tiempo y lugar, contracorriente”.
Es muy importante la oración de la comunidad, ya que, como enseña San Pablo, «nadie puede decir: “¡Jesús es el Señor!”, si no está movido por el Espíritu Santo» (1 Co 12,3).
En consonancia con esto, cerca de 140 jóvenes de diversas comunidades y movimientos de la Arquidiócesis de San Juan están en este fin de semana desarrollando una Misión en Valle Fértil.
Visitan las familias de la villa San Agustín. Lo primero es vivir la alegría del encuentro, generando un espacio de escucha para luego generar un momento de oración y testimonio. Comparten un texto bíblico y cada día de misión dejan un signo en cada familia (agua bendita, denarios, oración).
Una de las actividades que llevan tiempo y creatividad son los encuentros con niños y jóvenes. En estos días la comunidad está de novena patronal celebrando a Nuestra Señora del Rosario.
La colecta que se realiza en las misas de este fin de semana en todo el mundo se dedica al sostenimiento económico de las obras en tierras de misión. Seamos generosos. El próximo martes 11 de octubre celebramos la memoria de San Juan XXIII, un gran Papa que se propuso «abrir las ventanas de la Iglesia para que entre aire fresco». Ese mismo día se cumplen 60 años del inicio del Concilio Vaticano II, un acontecimiento muy importante para la vida de la iglesia y su relación con el mundo. Demos gracias a Dios