El plan de Gobierno del candidato presidencial Javier Milei busca dar un giro al sistema educativo e impulsar un sistema de ‘vouchers’ ya empleado a nivel regional. Analistas y beneficiarios evaluaron la aplicación del sistema educativo en Chile.
El candidato presidencial Javier Milei, quien apuesta a ganar las elecciones presidenciales de octubre en Argentina, tiene entre los ejes centrales de su propuesta de Gobierno una revisión del sistema educativo y busca aplicar vouchers a los estudiantes, para financiar así la demanda en lugar de la oferta, siguiendo una lógica de mercado.
Este sistema se aplica en Chile desde hace décadas. El Estado le entrega un voucher tanto a las escuelas públicas y privadas subvencionadas —instituciones mixtas— por cada estudiante que integre su matrícula. De esta forma, los padres pueden elegir la institución que quieren para sus hijos y el Estado otorga los fondos a las instituciones en función de la cantidad de estudiantes.
Para los defensores de este sistema, la calidad de la educación mejoraría porque los centros educativos deberían competir para atraer mayor cantidad de estudiantes, y, por lo tanto, mayores ingresos.
Catherine Escobar, residente de la comuna de Peñalolén en la ciudad de Santiago, tiene dos hijas, una de 17 y otra de 8 años de edad. Ambas son beneficiarias de los vouchers que entrega el Estado a través de los municipios.
Su hija de 8 años de edad concurre al colegio Miravalles de su comuna, un centro privado subvencionado. La mayor asiste a otra institución subvencionada y cursa tercero de enseñanza media, el penúltimo año de bachillerato.
Escobar se basó en la cercanía de los colegios y en las buenas recomendaciones a la hora de inscribir a sus hijas. A su vez, prefirió esta opción antes que el centro público tras considerar que los docentes faltan menos y los estudiantes no resultan afectados por los paros.
«Tengo buenas referencias del colegio; otros familiares también van desde chiquititos, desde el párvulo hasta que salen de octavos (escuela primaria) y no han tenido ningún problema», aseguró Escobar en un diálogo con Sputnik.
La apoderada —como se denomina a los responsables de los estudiantes en el sistema— remarcó que existe el programa SAE (Sistema de Admisión Escolar) que permite conocer las características del colegio al que se desea postular. Los padres postulan a sus hijos a las instituciones de su interés y los centros tienen la obligación de aceptarlos de haber vacantes disponibles. Sin embargo, esto no siempre fue así.
«Antes de este programa nosotros postulamos a los colegios particulares subvencionados y ahí te hacían una prueba para ingresar, entonces el colegio decidía quién ingresaba y quién no», explicó.
En la actualidad ya no se permite que el colegio rechace estudiantes aludiendo motivos de «baja capacidad cognitiva» o educativa», señaló Escobar, explicando que ahora «hay otro voucher para cubrir las necesidades de otros profesionales». Se refiere al Programa de Integración Escolar (PIE) que contempla el acompañamiento de profesionales especializados en educación diferencial y profesionales de distintas áreas como psicología, fonoaudiología y psicopedagogía, entre otras.
El plan de Gobierno del candidato presidencial Javier Milei busca dar un giro al sistema educativo e impulsar un sistema de ‘vouchers’ ya empleado a nivel regional. En un diálogo con Sputnik, analistas y beneficiarios evaluaron la aplicación del sistema educativo en Chile.
El candidato presidencial Javier Milei, quien apuesta a ganar las elecciones presidenciales de octubre en Argentina, tiene entre los ejes centrales de su propuesta de Gobierno una revisión del sistema educativo y busca aplicar vouchers a los estudiantes, para financiar así la demanda en lugar de la oferta, siguiendo una lógica de mercado.
Este sistema se aplica en Chile desde hace décadas. El Estado le entrega un voucher tanto a las escuelas públicas y privadas subvencionadas —instituciones mixtas— por cada estudiante que integre su matrícula. De esta forma, los padres pueden elegir la institución que quieren para sus hijos y el Estado otorga los fondos a las instituciones en función de la cantidad de estudiantes.
Para los defensores de este sistema, la calidad de la educación mejoraría porque los centros educativos deberían competir para atraer mayor cantidad de estudiantes, y, por lo tanto, mayores ingresos.
Catherine Escobar, residente de la comuna de Peñalolén en la ciudad de Santiago, tiene dos hijas, una de 17 y otra de 8 años de edad. Ambas son beneficiarias de los vouchers que entrega el Estado a través de los municipios.
Su hija de 8 años de edad concurre al colegio Miravalles de su comuna, un centro privado subvencionado. La mayor asiste a otra institución subvencionada y cursa tercero de enseñanza media, el penúltimo año de bachillerato.
Escobar se basó en la cercanía de los colegios y en las buenas recomendaciones a la hora de inscribir a sus hijas. A su vez, prefirió esta opción antes que el centro público tras considerar que los docentes faltan menos y los estudiantes no resultan afectados por los paros.
«Tengo buenas referencias del colegio; otros familiares también van desde chiquititos, desde el párvulo hasta que salen de octavos (escuela primaria) y no han tenido ningún problema», aseguró Escobar en un diálogo con Sputnik.
La apoderada —como se denomina a los responsables de los estudiantes en el sistema— remarcó que existe el programa SAE (Sistema de Admisión Escolar) que permite conocer las características del colegio al que se desea postular. Los padres postulan a sus hijos a las instituciones de su interés y los centros tienen la obligación de aceptarlos de haber vacantes disponibles. Sin embargo, esto no siempre fue así.
«Antes de este programa nosotros postulamos a los colegios particulares subvencionados y ahí te hacían una prueba para ingresar, entonces el colegio decidía quién ingresaba y quién no», explicó.
En la actualidad ya no se permite que el colegio rechace estudiantes aludiendo motivos de «baja capacidad cognitiva» o educativa», señaló Escobar, explicando que ahora «hay otro voucher para cubrir las necesidades de otros profesionales». Se refiere al Programa de Integración Escolar (PIE) que contempla el acompañamiento de profesionales especializados en educación diferencial y profesionales de distintas áreas como psicología, fonoaudiología y psicopedagogía, entre otras.
A su vez, mientras se fortalecen las instituciones privadas, las públicas se debilitan, especialmente en pequeños municipios. Sáez subrayó que, dado que el presupuesto de los centros públicos dependen de cada comuna, los centros privados se han fortalecido paradójicamente en los territorios de menores recursos.
En un diálogo con Sputnik, el director del Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE) de la Universidad de Chile, Juan Pablo Valenzuela, coincidió en que este sistema, que se instauró durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), no ha hecho más que beneficiar a la educación privada.
«En 1981 el 80% de la matrícula educativa correspondía al sector público, el 12% a estos privados con financiamiento público y el otro 8% eran privados, colegios que pagaba la familia de muy alto ingreso», explicó el experto en educación. Sin embargo, ese pequeño grupo del 12% creció hasta abarcar, en la actualidad, al 92% de la matrícula total, apuntó.
Valenzuela consignó que paulatinamente se matricularon cada vez más estudiantes en instituciones subvencionadas y se abrieron más de 1.000 nuevos colegios debido a las escasas regulaciones que tenía el país y la facilidad para la creación de nuevos centros, remarcó.
Hasta que se modificó durante el segundo Gobierno de Michelle Bachelet (2014-2018), se abrían nuevos colegios con «condiciones mínimas» y sin «ningún tipo de estándar de calidad«, advirtió el académico.
Segregación e inequidad.
Valenzuela recordó que el sistema de vouchers pasó por diversas etapas. Uno de los cambios más significativos estuvo en el valor de los vouchers, que en principio era igual para todos los estudiantes, sin diferenciarse por nivel socioeconómico o necesidad educativa especial.
Recién durante la primera década del siglo XXI, Chile asignó montos superiores para niños con necesidades educativas especiales y para aquellos que se encontraran dentro del 40% de los niños más pobres, rememoró Valenzuela.
El experto explicó que se llegó a esa medida porque «a todos los niños que les costaba aprender, el sector privado los rechazaba». De esta manera, los niños que tenían mayores dificultades se concentraron en el sector público, un sector que perdía matrícula y cada vez más recursos.
Además de modificar las condiciones exigidas para nuevos colegios, los cambios introducidos por Bachelet restringieron el lucro —obligando a reinvertir en la educación todo lo recaudado—, eliminando los pagos adicionales para nuevos centros y prohibiendo que las instituciones que tengan vacantes rechacen estudiantes.
Aun así, Valenzuela consideró que las reformas hacia un sistema más inclusivo no hicieron que los resultados sean más esperanzadores.
«La evidencia sobre el sistema de voucher per cápita es superrobusta: si no está bien diseñado, genera inequidad», sentenció.
Para el director del CIAE, si bien Chile tiene los mejores indicadores educativos en América Latina, aún está lejos de los primeros puestos en las pruebas PISA, elaboradas por la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) para medir el desempeño académico en lengua, matemática y ciencia.
«Nos cuesta mucho mejorar, entonces los mecanismos que tenemos desde el punto de vista del voucher no lograron los objetivos con los cuales fueron diseñados, que eran mejorar la calidad y asegurar que todos los niños vayan a escuela», concluyó.
@Sputnik
/Imagen principal: foto archivo