Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo (Argentina) y secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM)
Hace décadas vienen cambiando las condiciones climáticas en el planeta. Las sequías prolongadas en algunos lugares o aguaceros nunca vistos en otros. La alteración en el régimen de las lluvias es algo patente, comprobado en diversas regiones del mundo y también en la Argentina.
Se hizo común hablar del fenómeno de «el niño» o de «la niña» para designar estas alteraciones climáticas que se producen de modo cíclico.
Cada año la Iglesia, junto a otras confesiones religiosas, nos convoca a dedicar un Tiempo a la Creación durante septiembre y hasta el 4 de octubre, día de San Francisco de Asís. En esta oportunidad el lema es «Escuchar la voz de la creación»
Nos dice el Papa que «si aprendemos a escucharla, notamos una especie de disonancia en la voz de la creación. Por un lado, es un dulce canto que alaba a nuestro amado Creador; por otro, es un amargo grito que se queja de nuestro maltrato humano». (Mensaje del Santo Padre Francisco para la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación).
Este “Tiempo de la creación”es para orar con toda la creación. Con nuestros hermanos judíos imploramos “que todos los seres vivos alaben al Señor” (Salmo 150, 6). También son semanas para reflexionar acerca del uso y el abuso que hacemos del don del Dios, reconociendo como expresa otro Salmo, que “del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella, el mundo y todos sus habitantes” (Salmo 24, 1).
Volviendo al Mensaje de Francisco, reconocemos que “desgraciadamente, esa dulce canción va acompañada de un amargo grito. O más bien, por un coro de clamores amargos. En primer lugar, es la hermana madre tierra la que clama. A merced de nuestros excesos consumistas, ella gime y nos suplica que detengamos nuestros abusos y su destrucción”.
Los pobres son los que más sufren el impacto del cambio climático. Están más vulnerables por la precariedad de sus viviendas a las inundaciones, sequías, huracanes, calores extremos. También son afectados por la pérdida de sus cultivos y la tala abusiva de los bosques.
Es imperioso cambiar estilos de vida, asumiendo nuestras responsabilidades. Cuando tenemos fiebre, no podemos echar la culpa al termómetro. La temperatura es el síntoma de una enfermedad que necesita ser sanada.
Los acuerdos internacionales son urgentes de implementar. Pero hay Estados que miran para otro lado, e intereses económicos que crecen a costa del maltrato a la creación.
“En la base de todo debe estar la alianza entre el ser humano y el medioambiente que, para nosotros los creyentes, es un espejo del «amor creador de Dios, del cual procedemos y hacia el cual caminamos». La transición que supone esta conversión no puede dejar de lado las exigencias de la justicia, especialmente para los trabajadores más afectados por el impacto del cambio climático.” (Mensaje del Santo Padre Francisco)
“Recordando la exhortación de san Pablo de alegrarse con los que se alegran y llorar con los que lloran (cf. Rm 12,15), lloremos con el amargo grito de la creación, escuchémoslo y respondamos con hechos, para que nosotros y las generaciones futuras podamos seguir alegrándonos con el dulce canto de vida y esperanza de las criaturas.” (Mensaje del Santo Padre Francisco)
En este contexto, mañana lunes 5 de septiembre con modalidad virtual se realizará el conversatorio “¿Hay agua en Argentina?”. Está organizado y promovido por la Comisión Arquidiocesana Justicia y Paz de San Juan junto con otras Instituciones académicas y ambientales. Los ejes del debate serán: Qué pasa con la nieve en la cordillera Argentina; Cuánta agua derrama una nevada; Por qué la llamamos sequía perfecta; Crisis Hídrica en Chile. Acciones en el nivel micro y Qué sucede en la cuenca.
Comparto el enlace para que se puedan preanotar: https://bit.ly/3KfPEYB / Informes 2645656271-2644368716.
El jueves a la noche nos enteramos del atentado a la vida de la vicepresidenta de la Nación, de nuestra Nación. Qué dolor que vivamos esto en nuestra Argentina. Recemos para que en nuestro suelo reine la paz social y que podamos encarnar una verdadera cultura del encuentro.