Conéctate con nosotros

Sociedad Relatos de Vida

Matías, verdulero y emprendedor. La búsqueda de la excelencia con humildad y esfuerzo.

Publicado

En

En la verdulería “Don Paredes” vemos siempre a un joven sanjuanino trabajando, o repartiendo pedidos en su bicicleta por el barrio. Sabemos que empezó solo y que aún sigue con el negocio. Desde Ahora San Juan nos acercamos a hablar con él, interesados por su historia. Conversamos sobre su vida, sus valores, sus experiencias. Quien busca “tanto la excelencia como la honestidad. Enseñar y compartir, sobre todo compartir todo lo aprendido.

Por Antonio Morente.

Franco Matías Paredes acaba de cumplir 30 años. Rebosa vitalidad y siempre tiene una buena palabra para todo aquel que se le cruce por delante. Lleva su verdulería en la calle Mendoza, un poco antes de Pedro Valdivia. Es de esas personas que parece que se multiplica. Uno lo puede ver atendiendo a los vecinos, pero momentos después se lo encuentra por su cuadra o por su barrio llevando algún pedido por delivery. Siempre en bicicleta, ya que le gusta el deporte, y además aprecia mucho el trato cercano con los clientes. No es poco lo que se mueve, “ahora puedo andar sobre los cincuenta kilómetros diarios, pero cuando se acerca la navidad suelo llegar a los 100 o 120 km. al día”, nos cuenta.

De origen pocitano, nuestro protagonista a pesar de ser joven lleva muchos años trabajando en el rubro de las verduras. “Yo siempre me he dedicado a la verdulería, siempre he trabajado en la feria. Desde los 19 años que tengo verdulerías”, relata. Matías explica que ha ido teniendo muchos negocios a lo largo del tiempo. Hubo ocasiones en las que no le fue bien por circunstancias externas, pero también nos confiesa honestamente que tuvo momentos en los que el negocio funcionó muy bien, pero que él no supo administrar correctamente. Siempre con la verdad por delante, para él un valor fundamental.

“De todo se aprende“, solemos decir, y nuestro verdulero lo lleva por bandera. Intenta sacar aprendizajes de toda experiencia, entre lo cual destaca los cuatro años que estuvo trabajando en la feria. “Fue muy duro, pero es lo que me terminó de completar”, reconoce. “Me levantaba a las 4:30 de la mañana, ahora me levanto más tarde” dice, aunque probablemente con eso de “tarde” no estén de acuerdo muchos de los que nos lean, pues para este trabajador incansable eso quiere decir las cinco, o cinco y media. El día es intenso y largo, no duerme siesta y se acuesta a las doce. Entre ir a la feria, llegar al local, preparar pedidos, repartir, etc. se le va el día. El rato que cierran a la siesta lo que hace es ir a cuidar a sus hijos, papá de un varón de cinco años y una nena de tres.

Es en la feria donde Matías trabaja para un hombre que le comparte sus saberes. Lo agradece de corazón, mucho de lo que hace hoy viene de ahí. No solamente la parte logística del trabajo, sino también de esa calidad humana que es necesaria para llevar exitosamente un negocio de este tipo. El vecino tiene que irse contento, con buen producto y a un precio justo. El trato es clave, todos lo sabemos ya que, si cualquiera de nosotros vamos a una verdulería y nos atienden sin ganas o con alguna contestación desagradable, lo más seguro es que no volvamos más.

Pronto esta verdulería cumplirá sus cuatro años. “Don Paredes” ya es un barco que navega a paso firme, seguro, pero avanzando. “Don Paredes era mi abuelo”, explica que es una forma de homenaje que le brinda. Matías hoy tiene la posibilidad de contar con tres personas con las que comparte el trabajo. A través de las malas experiencias aprendió a buscar gente en la que pueda confiar, con esa intuición que nos da los “palos de la vida“. Él deja claro que no las trata como empleadas o subordinadas, sino que entiende que son compañeras, intenta crear grupo. Tal como le enseñaron a él, ahora intenta transmitir lo que ha aprendido, “siempre les estoy hablando de como tratar con la gente, de como encarar las cosas para que estemos mejor”.

Poco después de abrir el negocio es que lo sorprende la pandemia. Este emprendedor decidió no quedarse mirando el techo y consiguió darle la vuelta a la situación, convertir ese momento tan complicado en una época productiva para la verdulería. Fortaleció el servicio de delivery, ayudando también a todos aquellos que no podían salir de casa. Por otro lado, en aquellos momentos en los que empezaba Mercado Pago, él se puso a estudiar la herramienta. La dominó y después se dedicó a enseñarles a sus clientes para que tuvieran una forma de pago más segura. También les tendió la mano a personas que en los momentos duros del confinamiento llegó a no tener ni para comer. “De alguna forma eso después vuelve” asegura.

Es admirable las ganas de aprender que tiene nuestro protagonista. Le gusta leer, en la verdulería uno encuentra varios libros siempre que va. Sumado a que está siempre intentando formarse, aprende de marketing, nuevas técnicas de venta, cualquier cosa que le ayude a crecer. Le gusta el deporte, andar permanentemente en esa bicicleta que acerca verduras a los vecinos y lo mantiene en forma. También le gusta el fisicoculturismo. Intenta poner mucha atención a su salud, al descanso, a la alimentación. Esto último además con especial énfasis, “la alimentación es fundamental, nosotros intentamos enseñarle al cliente a comer bien. Comiendo sano el cuerpo después no necesita tantos medicamentos. Intentamos que la gente que viene vaya aprendiendo a comer mejor”, asegura.

No todo es color de rosas muchas veces, y está bueno que la gente lo sepa. Porque a pesar de los palos siempre se puede aprender y salir adelante”, subraya Matías. Nos cuenta emocionado que no hace mucho que se separó. Las cosas no venían bien y era lo mejor. Por suerte ahora consiguió tener una buena relación con la mamá de sus hijos, pueden ponerse de acuerdo respecto a los chicos. Pero la separación al principio no fue buena, nuestro amigo se vio sin tener dónde meterse. Por lo que se estuvo durmiendo sobre cartones en el suelo del local, sin parar de trabajar. No le dijo a nadie, pero de a poco la gente se fue enterando. Un vecino en cuanto supo le regaló un colchón. Otros, cuando tuvieron noticia de la situación, le regalaron a Matías un somier nuevo. Lo cuenta emocionado y con agradecimiento profundo. Esos gestos de corazón ayudaron a que no perdiera la esperanza y pudiese volver a ponerse en pie. Esos momentos luminosos en los que el haber sido bueno con los demás, vuelve de alguna forma.

Una de las cuestiones que a nuestro protagonista le gustaría destacar es que “en la vida es importante tener objetivos, metas. Yo ahora sé lo que quiero, pienso que eso es imprescindible para todos”. También conversamos en la importancia de llevar un orden, tener disciplina para intentar acercarse a lo que uno se propone, sin eso nada se consigue. Cuando indagamos sobre sus metas lo primero que sale es “tener un hogar para que mis hijos estén bien, cómodos”. Además de poder ganarse lo suyo con su esfuerzo, sin aprovecharse de nadie.

Hay una tendencia a llevarnos a entender el éxito a través de ciertos parámetros: ser rico, famoso, poderoso. Si no, al menos poseer ciertos símbolos que indiquen eso (aunque sea solo una careta): una casa enorme, joyas, ropa lujosa o la camioneta top. Pero esto es una fantasía que no por mil veces repetida llega a ser verdad. El “éxito” también está en esas personas de a pie de calle que intentan llevar una vida de acuerdo a sus valores, haciendo el bien por los demás, priorizando la familia, el esfuerzo, el trabajo honrado, la solidaridad. Matías nos confiesa: “hay mucha gente que me pregunta que porqué no me compro un auto o una camioneta. Yo les digo que no me hace falta: me gusta mi bicicleta, llevar los pedidos en bici. Y la gente agradece esa cercanía de que el verdulero llegue en pedaleando como se ha hecho tanto tiempo”.

No ha sido fácil, ni siempre las ha tenido todas consigo, pero este emprendedor no se rindió y siguió luchando. Lo que da sus frutos, Don Paredes va bien. Aprendiendo de experiencias anteriores, Matías administra mucho mejor y está proyectando abrir más verdulerías. Crecer y poder dar trabajo a más personas. Siempre desde esa base de humildad, honestidad y esfuerzo.

Dijimos que el verdulero intenta aprender para mejorar el negocio, pero no todo son los números. Lo humano es central en cualquier negocio de barrio. Lo aprendió de jovencito y nunca ha dejado de aplicarlo. Lo cual puede confirmar quien les escribe. El rato que estuvimos hablando frente a su local estuvo salpicado constantemente por los saludos, sonrisas y abrazos de prácticamente de todo el que pasaba por la cuadra. Matías tiene un corazón más grande que los melones que vende. Cuenta que sabe lo que es pasarlo mal y, por ello, “a veces me regalan cosas en la feria, o tengo cosas que hay que comerlas pronto y tal vez no las vendo. Eso lo regalo a la gente que pasa y tiene necesidad. Son muchos los que ya saben y vienen para que les demos una mano para poder comer”. La situación está complicada para todos, no hay que perderlo de vista, por ello asegura que “siempre les digo a las chicas que tengan paciencia con la gente. Puede que le pregunten los precios todo el tiempo, no hay que cansarse de decirlos. La gente cuida cada peso y es comprensible”.

Finalmente, a nuestro protagonista le gustaría subrayar que “todos necesitamos tener una guía que, si bien se puede ir puliendo en el camino, es necesaria. Pretendo ser un buen empresario, tanto en mi área como en otras áreas que veo que hace falta. Busco eso, tanto la excelencia como la honestidad. Enseñar y compartir, sobre todo compartir todo lo aprendido”.

Si pasan frente a la verdulería Don Paredes o ven a un joven en bicicleta repartiendo verdura, ese que siempre saluda sonriendo, sepan que ahí hay alguien que la ha peleado con todo, que intenta hacer el bien para sí y para los demás. Un ejemplo de persona con el cual se puede compartir sinceramente. Esperamos que Matías se siga acercando a sus metas sin perder esos valores, que avance en sus objetivos y que de alguna forma la vida le devuelva esa sonrisa que el anda regalando.

Sociedad Relatos de Vida

Piloto le propone casamiento a su novia en el lanzamiento del Safari.

Publicado

En

Surgió el amor en Valle Fértil, exactamente en la simbólica largada del evento deportivo Safari Tras la Sierra. Las imagenes se viralizaron rapidamente.

El Safari Tras la Sierra reune afisionados y turistas no solo de San Juan,sino tambien de todo el país y otros paises, miles de personas llegan a la majestuasidad del rio de Valle Fértil para disfrutar los dias de este evento deportivo.

Frente a todas estas miles de personas el piloto sanjuanino Javier Marcial se arrodillo frente a su enamorada, Johana Contreras, para proponerle casamiento.

Continuar leyendo

Sociedad Relatos de Vida

“La profe”: Romina, la multifacética sanjuanina que reluce desde lo educativo y lingüístico hasta lo cultural y artístico.

Publicado

En

Todos los 17 de septiembre es celebrado el Día del Profesor en nuestro país y la conmemoración nace para ensalzar la labor de los docentes encargados de la educación secundaria y superior. La fecha supone un homenaje a la figura de José Manuel Estrada, un reconocido escritor e intelectual argentino que destacó por su gran dedicación y compromiso en la labor de profesor. Desde Ahora San Juan destacamos el relato de vida de la profe Romina.

Romina Pereyra, es una joven que tiene más de una disciplina que la apasiona en la vida. Comenzó siendo Profesora de Educación Física, es intérprete de lengua de señas hace más de una década, y luego se recibió de Profesora de Teatro, al mismo tiempo que practica la actuación en variados personajes y en distintas puestas. Desde Ahora San Juan hablamos con ella, para conocer acerca de estas vocaciones y de su amor por cada una de ellas.

En muchas etapas de nuestras vidas se nos intenta encasillar para una sola actividad o debemos elegir una profesión o vocación. Romina, es un caso muy especial, ella siempre ha hecho y hace todo lo que su corazón le demanda y lo que ha podido cumplir. Es una gran hacedora de sueños, que lucha por ellos. Simpática, organizada, sencilla y sobre todo una buena aprendiz y maestra.

Tiene 39 años, y nos cuenta cómo se fueron relacionando sus carreras y hobbies. ‘’En mi residencia de Eduación Física teníamos una parte, que era la de educación especial, en ese momento se llamaba así, y mi residencia me toca en la Escuela Bilingue de San Juan. Cuando llego a mis primeras observaciones de las clases, me encuentro con un mundo que yo desconocía totalmente, para todo se comunicaban con señas. Me toca el nivel inicial de la escuela y estaba frustrada, angustiada. Yo era la única en la escuela que no sabía señas y no me podía comunicar con quienes iban a ser mis alumnos por un buen tiempo‘’.

‘’El profe de ese entonces, Guillermo Basañez, nos calmó y nos dijo que ya ibamos a aprender. Me pasó las señas básicas para ir aprendiendo a comunicarme y comenzar con las intervenciones de a poquito porque esa era la estructura: observaciones de clases, intervenciones y en un tiempo más daba la clase completa para los chicos‘’.

‘’Comencé a aprender las primeras señas y después busque dónde estudiar porque me encanto. Vi la inmediatez de la comunicación, la repuesta de los chicos. Me enamore de la lengua de señas en esa instancia de mi carrera y comencé e estudiar en la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de San Juan cumpliendo con los tres años de estudio. Hasta el día de hoy, me desempeño como profe y como interpréte y año a año me voy actualizando en cuanto a las señas porque van cambiando, incluso con la Pandemia, se agregaron muchas y se van actualizando‘’. Así es cómo nuestra protagonista, logra unir dos de sus grandes pasiones en una sola actividad, tan motivadora como desafiante.

Romina, se recibió de Profesora de Eduación Física en el 2007, trabajó en gimnasios, como profe de pilates y en escuelas estatales. Pero nos dice que tiene una preferencia muy particular que la une con los más pequeños.‘’Trabaje con una franja etaria bastante amplia, pero lo que más me gusta es trabajar con los chicos de primaria. En este momento y desde hace siete años, trabajo en la escuela Timoteo Maradona, en Rivadavia, con chicos desde primer año hasta sexto de la primaria.Siempre cuento que soy una afortunada de trabajar de lo que me gusta, porque amo trabajar con los niños que tienen, para mí, una energía muy especial‘’.

Lo más curioso de esta nota es saber cómo siguió sumando aprendizajes. ‘’Y lo de Teatro tiene que ver con lengua de señas, porque en el estudio de esta lengua, me hice amiga de un joven sordo y el quería estudiar teatro y no podía hacer ningún taller porque no tenía quién lo acompañase, entonces me pregunta si lo quería acompañar y comenzamos en un taller de Marcelo Meyer, que es un genio, no tuvo ningún inconveniente con que estuvieramos los dos y comencé de intérprete y me quedé como alumna. Y así empecé con esta locura del teatro”, expresó la profe.

‘’En el 2017, cuando se abre la carrera, se me ocurrió empezar para incorporar herramientas nuevas a mi carrera de docente. En lo que es Teatro, me ayudó mucho, coseché amistades muy bonitas y me abrió la cabeza, amplie mi mirada.

Y trabajo a veces como actriz también, he actuado en la Fiesta del Sol, en obras independientes, en musicales y creo que es otra cosa más para agradecer a Dios, al universo o a lo que cada uno crea‘’, nos dijo Romina.

Hay dos Fiestas del Sol que han marcado la vida de Romi, una fue ‘’Sueños de Libertad‘’ y la otra fue ‘’Evolución‘’ en la que tuvo un co-protagonico en el que actúo de mamá de un niño y considera que los personajes que les tocaron, tenían una magia muy especial.

Y a nivel nacional, tuvo una participación con una cantante de opera, Claudia Lepez, que hizó la presentación de su libro de canciones de cuna. Se combinó la interpretación teatral y la lengua de señas.

En el 2021, el prestigioso Teatro Nacional Cervantes, a través de su programa Cervantes Educación, lanzó una convocatoria abierta a personas sordas y oyentes de todo el país para su “1er Laboratorio de Actuación. Lengua de señas en escena”, y Romina no dudó en presentarse.

El proceso de postulación, que constó de tres instancias evaluadas por gente experimentada en estos campos, no era sencillo.Romina Pereyra se convirtió en la única sanjuanina dentro de un seleccionado nacional de 20 nombres (pares de Corrientes, Jujuy, San Luis, Buenos Aires, Santa Fe, Catamarca, Tierra del Fuego, Córdoba y Chaco).

Quienes la conocen, pueden definir a nuestra protagonista como empática, apasionada, detallista y muy sociable, es que dónde va deja una huella imborrable. Hoy, se encuentra pasando uno de los momentos más díficiles de su vida: la pérdida de su papá, un papá presente que marcó y forma parte aún hoy de lo que es ella como persona.

Y aún así, en la amabilidad que la caracteriza cuando le preguntamos acerca de sus próximos proyectos, no dudó en respondernos que va a seguir avanzando a pesar de que ahora le cueste pensar en algo por la situación que esta atravesando junto a su mamá, pero que en un futuro próximo desea aprender la técnica de clown y danza-teatro. ” Y un gran sueño pendiente es llevar la lengua de señas al teatro para incluir a la comunidad sorda. Son las dos cosas que me gustaría fusionar y con todas estas herramientas mejorar mi profesión de docente”, nos comentó.

Romina ha logrado mezclar su vocación profesional con sus pasiones y habilidades, sus deseos de desarrollo personal que le han permitido cambiar su mirada en todos los sentidos y también ser una profesora inclusiva. Ella se define como una persona que persigue sus sueños, que insiste para concretarlos y que es muy organizada y calma para lograrlos.

Continuar leyendo

Sociedad Relatos de Vida

El guardián de libros en San Juan. Ricardo Aguilera, bibliotecario de corazón.

Publicado

En

Hoy, 13 de septiembre es el Día del Bibliotecario, para felicitar a todos aquellos que realizan la noble labor de trabajar con nuestros libros, es que retomamos el relato de vida que realizamos a Ricardo, uno de los grandes bibliotecarios que tenemos en San Juan.

Una biblioteca es pilar fundamental para el saber y la cultura de un lugar. Y detrás de una buena biblioteca siempre hay un buen bibliotecario. Los sanjuaninos tenemos ambas cosas por suerte. Desde Ahora San Juan nos acercamos a hablar con Ricardo Aguilera, bibliotecario desde hace más de un cuarto de siglo en la Biblioteca Franklin, la biblioteca popular más antigua de América del Sur.

Ricardo lleva desde el año 1995 trabajando en la Biblioteca Franklin. Veintisiete años, que se dice pronto. La vida entre libros. Bibliotecario es una profesión que no siempre es justamente valorada, pero fundamental para el sostenimiento cultural. Una biblioteca requiere de un gran trabajo humano del que nos beneficiamos todos, Charles Medawar hacía referencia a esto cuando decía: “Los bibliotecarios son casi siempre muy útiles y a menudo casi absurdamente bien informados. Sus habilidades son probablemente muy subestimadas y en gran medida subempleadas”.

Ricardo nació en Las Flores, localidad de Iglesia. Allá empezaron a crear una biblioteca popular.  A Ricardo le quedaba cerca de su casa: “cómo no había nadie que la atendiera, me preguntaron y la atendí yo” nos cuenta. Sin nada, el presidente iba buscando, y con las donaciones que recibieron pudieron empezar con la biblioteca. Poco a poco fueron avanzando y se trasladaron de una piecita a un local más grande, donde es hoy es la Biblioteca de Las Flores, construyeron algunas estanterías e iban creciendo. Les habían donado el terreno, “todo con base a donaciones, todo era trabajo voluntariado de todo el mundo” subraya Ricardo.

“Allá, cuando te conocen, te van a buscar a tu casa hasta los días domingo para que les prestes un libro”, recuerda. Y así, un domingo llega a su casa la Directora de la Biblioteca de la Provincia, estaban censado las bibliotecas populares. Ricardo le muestra la biblioteca y el trabajo que venían haciendo. La Directora le cuenta que existe la carrera y lo anima a estudiarla. El joven se entusiasma, lo habla con sus padres y se viene a San Juan a anotarse para estudiar para Bibliotecario Nacional, hoy Bibliotecología. La Biblioteca de Las Flores no disponía de fondos para pagarle un sueldo, pero haciendo un esfuerzo el Presidente ayudaba cuando podían para pagarle algún pasaje para venir a la Capital.

Ricardo empieza a cursar a distancia. Le resulta complicado. Hay un choque cultural grande en cómo se estudiaba en Las Flores y pasar a la Capital al Colegio Superior Sarmiento. Al segundo año ya se queda en la Capital para seguir con sus estudios. Se esfuerza mucho y llega a formar parte del cuerpo de bandera. No solo eso, sino que de su promoción fue el mejor promedio. Lo que le otorga un premio por parte del Colegio de Bibliotecarios Graduados de la República Argentina, y el viaje a Buenos Aires para recibirlo.

La residencia la realiza en la biblioteca de la Alianza Francesa. Posteriormente a eso, comienza a trabajar en la biblioteca Camilo Rojo. No podían pagarle mucho, “el problema de todas las bibliotecas populares es los fondos”, dice. A veces juntaba un poco más saliendo a cobrar las cuotas a los socios. Es poco tiempo después que consigue entrar en la Biblioteca Franklin, la cual era muy distinta a lo que es hoy.

Empezó como bibliotecario, pero además entre los años 2000 y 2004 fue Vicedirector. Fue una experiencia, reconoce. Aunque después de cuatro años prefirió seguir con su oficio. En el año 2011 lo becan para viajar a Estados Unidos. A través del Departamento de Estado y el Instituto de Educación de EE.UU. lo becan para el programa Bibliotecas y Museos como recursos comunitarios. Primero a visitar la Biblioteca del Congreso en Washington. No solo eso, sino que después visitó otras ciudades con sus respectivas bibliotecas: Kansas, Cincinnati, Wyoming y terminando en Los Ángeles. “Las bibliotecas eran enormes, hermosas. Muy limpias, pero excepto la de Los Ángeles, una biblioteca pública en un barrio chino, en ninguna vi a la gente como acá, estudiando”.

Ricardo es honesto, confiesa que no es un devorador de libros, pero sí que se preocupa en saber de todo lo que puede. Es imposible que hubiese leído todos los libros de la biblioteca, pero si tiene una idea sobre qué trata cada uno, como para poder aconsejar a todo aquel que venga a la Franklin, ya que como decía Borges: “ordenar bibliotecas es ejercer, de un modo modesto y silencioso, el arte de la crítica”.

La Biblioteca Franklin es la biblioteca popular más antigua de Sudamérica. Fundada por Sarmiento en 1866. Son más de 150 años abierta, sin perder ese carácter popular. Con todas las dificultades que ello implica, pero ha podido mantenerse gracias a la labor de personas como Ricardo, que entienden la importancia que tiene para la cultura de San Juan el que una gran biblioteca siga funcionando. Desde que él entro la biblioteca también ha ido cambiando. En el año 2004 finalizaron las obras de remodelación. La Franklin se ha ido acompasando a los tiempos y a las nuevas tecnologías, con las tareas de digitalización y el paso de un servicio tradicional al de biblioteca híbrida, integrando lo físico con lo electrónico.

Hoy cuenta con un gran número de servicios, que pueden consultarse a través de su página web (http://bibliotecafranklin.org.ar/) además de contar con unos 80.000 volúmenes. Hacerse socio es bastante sencillo, la cuota es trimestral y mínima. Tristemente, hoy en día, el libro en nuestro país tiene un precio que acerca la lectura a casi producto de lujo. Para un argentino comprar libros es algo prohibitivo, puesto que no se entiende como una necesidad básica y no hay ningún interés en que leamos y pensemos por nosotros mismos. Gracias al trabajo de personas como Ricardo y sus compañeros existe la Biblioteca Franklin y tenemos la oportunidad de poder leer, expandir nuestros horizontes y generar un pensamiento crítico. Para que se hagan una idea: con lo que sale la cuota de un año entero no alcanza casi ni para comprar un libro nuevo. La biblioteca ofrece todos los libros que uno sea capaz de leer en ese año.

La lucha de una biblioteca popular por mantenerse es ininterrumpida, depende de varios factores. No siempre es fácil, sobre todo si cuenta con empleados. Tal como señala Ricardo, “es lindo crear cosas nuevas, pero después hay que mantenerlas”.

De lunes a sábado uno puede acercarse por la Franklin. Allá estará Ricardo y sus compañeros trabajando. La sala suele estar llena de jóvenes estudiando y simultáneamente los diversos talleres que ofrecen, desde el rincón infantil, ajedrez, teatro, club de lectura, etc. Es un claro de luz en pleno centro sanjuanino. “Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca”, volviendo a citar a Borges. Nosotros tenemos el nuestro, gracias a Ricardo y muchos otros como él. Ya que, si las bibliotecas son un tipo de Paraíso, Ricardo vendría a ser uno de esos ángeles guardianes.

Tal vez, la profesión de bibliotecario no sea la más deslumbrante hoy en día para nuestra sociedad a simple vista. Al contrario de esto, es una de las más valiosas y necesarias. Por último, los dejamos con la defensa de los bibliotecarios de Umberto Eco: “El libro es una criatura frágil, se desgasta con el tiempo, teme a los roedores, resiste mal la intemperie y sufre cuando cae en manos inexpertas… Por tanto, el bibliotecario los defiende no solo de los hombres sino también de la naturaleza, y consagra su vida contra las fuerzas del olvido, que es enemigo de la verdad”.

Continuar leyendo

Continuar leyendo