Maria Julia Nápoli y Maximiliano Daniel «Mono» Puebla son dos sanjuaninos que se unieron a través del deporte en el amor, la familia, el dolor, la frustración, el compañerismo, los desafíos y la superación. Él trabaja en el hospital de Pocito Federico Cantonni , ella es Directora Técnica en el Mercado de Abasto y Feria Municipal de Frutas y Hortalizas de la ciudad de San Juan. Recorrieron juntos cinco años de un sinfín de altibajos, pero siempre constantes portando el escudo un mismo sentimiento que los enlaza: un amor fuerte como el acero. Desde Ahora San Juan los entrevistamos para dar vida a este emotivo relato que nos dejará grandes lecciones y reflexiones. Para él ella es tolerante, compañera, luchadora, dulce, polifuncional. Para ella, él es protector, cariñoso y padrazo. Para ambos: son testarudos, pero esto es lo que ayudó a enfocar y alcanzar siempre la solución.

Eran las 6:00 a.m., Maxi se levantó a entrenar como todos los días. Solo que éste era uno de los tres en que le tocaba ir al gimnasio. Estaba con un partido de rugby en la mira, así que debía prepararse bien. Había superado una fisura en la costilla debido a la rudeza de su entrenamiento. Y entre las actividades físicas que hacía (crossfit y atletismo), ésta era su principal meta a cumplir. Pero ese fue el primer y único partido en el que consiguió jugar. Julia, por su parte, le hizo el desayuno a él y a su hijito Salvador. Quien realmente hace honor a su nombre y los rescata de cualquier momento amargo. El reloj venía girando a toda velocidad, los nervios por lograr esos objetivos habían tomado casi por completo el cuerpo de Mono, ese que siempre hace chistes y dibuja sonrisas en su hijo y su mujer. Se sintió sobrecargado pero no daba el brazo a torcer… hasta que el teléfono sonó. Atendió, y del otro lado se escuchó una voz que le pidió jugar ese partido que para él fue el final (en ese entonces…).

Acá es donde supuestamente todo empieza. Cuando, al otro día de recibir el llamado, se sintió mal e inestable. Algo no andaba bien, pero no sabían de qué se trataba exactamente. Fueron de inmediato al médico y ahí se encontraron con su primer enemigo: el «Guillain Barré«. Se trata de una enfermedad que afecta los nervios musculares. Más específicamente: «Un problema de salud grave que ocurre cuando el sistema de defensa del cuerpo ataca parte del sistema nervioso periférico por error. Esto lleva a que se presente inflamación de nervios que ocasiona debilidad muscular o parálisis, pérdida del equilibrio y otros síntomas«. La frustración se presentó y casi acaba con Maximiliano y los sueños que parecían evaporarse.

Ella sintió miedo de que él decayera, pero eso que los hizo uno solo desde que se conocieron, fue lo que los ayudó a salir adelante. Ese día quedó internado por una semana. Las cosas se alargaron, y el tiempo se detuvo para el dúo Nápoli-Puebla. Así como organizan su agenda, ordenaron sus pesares y acudieron a profesionales que los contuvieron. Tras terapia individual y de pareja vencieron ese mal trago. Pero no fue nada fácil. Las piezas se mezclaron aún más. Se sumó el tartamudeo para él, positivo de COVID para los dos, y un nuevo embarazo. Toda esa información junta de una sola vez. El tratamiento de Maxi fue extenso física y emocionalmente. Aunque su voluntad admirable colaboró con la recuperación, lo cual mejoró con la noticia de que los nuevos integrantes venían por partida doble.

Sin embargo, si me remonto al principio, tengo que decir que en realidad todo comenzó cuando Julia llegó al mundo hace 34 años. Su mamá Iliana la tuvo junto a Florencia y Agustina, las trillizas de las sonrisas lindas. Ya desde los orígenes el amor venía multiplicado, en este caso por tres. Poco después se sumó otra hermana: Paula. Hoy su papá Carlos vive con su hermano Jesús en Mendoza, y todos conforman lo que Julia denomina su familia chica (ya que la principal es la que entabló luego con Maxi). Un año antes del nacimiento de Maria Julia, abría los ojos por primera vez Maximiliano Daniel, primer hijo de Adriana y Guillermo. Quienes después tuvieron a sus hermanas Micaela y Belén.

Pero…, toda historia tiene un «pero«, les puedo afirmar que la verdadera inició cuando sus caminos se cruzaron. El crossfit fue cupido y la flecha que los enamoró fueron sus cuerpos de atleta. Se miraron y encontraron la misma chispa en los ojos del otro. Se gustaron desde ese instante, aunque estaban ocupados (ambos con relaciones similares), y hasta que las terminaron fue que se activó la que vengo a contarles hoy. Cual película romántica decidieron indagar en sus personalidades: ella descubrió a un ser «atento, cariñoso, laburante y humilde«. Y él, a una chica simpática que se volvió en poco tiempo su gran compañera. Casi sin darse cuenta, le contagió sus ganas de progresar debido a ese «espíritu de lucha» que la caracteriza. Hoy, poco después de que la vida los estremeciera armando y desarmando sus piezas, Puebla confesó, entre preguntas y respuestas, que con ella todo es especial y único. Que Julia se tornó el pilar que sostiene sus ganas de ser siempre una mejor persona.

Sin olvidar, que desde que decidieron vivir juntos, las garras de los problemas económicos no fueron piadosas con ellos durante un año complicado. Pero casi ni viene al caso en comparación a todo lo demás. 2017 los enamoró, 2019 los hizo padres del mismo amor y 2021 fue la viva imagen del cielo y el infierno al mismo tiempo. Y de sentir mariposas en los abdominales pasaron a ver crecer al amor más profundo en el vientre de la trilliza más fuerte: El noviazgo avanzó a pasos agigantados, y entre besos y abrazos llegó Salvador a sus vidas, quien hoy combina los ojitos achinados de su papá y la sonrisa linda de su mamá. Vino a dar colores, energía potenciada y mucha diversión garantizada. Todo fluía tan fácil como el correr del agua. Ahora eran tres. Hasta que supieron, cuando Salvador tenía dos años y medio más o menos, que posiblemente serían 5. Ya que, para su sorpresa, esta vez esperaban mellizos.

Mientras tanto, desde Facebook sus amistades y conocidos, pudieron percibir el crecimiento de ese amor. Hasta que un día, un posteo de ella tocó el corazón de todos sus conocidos. La brisa fresca de una noche veraniega les dio a los lectores coraje, porque no siempre son todos tan valientes como los protagonistas de este reportaje. «A nivel emocional y psicológico estuvimos muy afectados«, comentó Julia cuando tocamos el tema. La alegría del hogar se cubrió por una especie de nube negra que se posó sobre ella. Y fue cuando se mezclaron todas las piezas del rompecabezas pero esta vez a un nivel potenciado:

La bienvenida de Gaspar y Juan se adelantó, el embarazo se vio interferido por una gran comezón que afectó a Julia. Se realizó unos análisis para descartar enfermedades como la colestasis (problema hepático), y en ese momento los pequeños decidieron llegar al mundo sin más preámbulos. Dilatación 5, contracciones y cesárea de urgencia. Lo cual culminó con dos hermosos y saludables bebés de entre dos y tres kilos. Al día siguiente, la mamá de Julia notó algo extraño en ella. Parecía que su boca se comenzaba como a caer involuntariamente. Se trataba de una parálisis facial probablemente por una baja de defensas. De protectora pasó a ser protegida. Los roles se invirtieron y fue Maxi quien comenzó a cuidar de ella.

Conteo final… 5, 4, 3, 2, 1. Y su mundo se quebró por completo. Los más chiquitos de este hogar de fierro nacieron en la semana 34. Un número que forjó a su enemigo más duro. Eran tan pequeños que la leche que los alimentaba y mantenía vivos se volvió al mismo tiempo su rival. El bebito Juan, no lo soportó. Se perforaron sus intestinos chiquititos y se generó una complicación imparable que causó su muerte inminente. Nada puede describir esta situación, no hay palabras. No existe una forma correcta de explicar lo que estos papás sintieron al recibir y despedir a su angelito Juan. «Las cosas que pasan en la vida, llegan, las aceptamos y metemos pata para adelante. Hay mucho que tenemos que empezar a disfrutar desde el día a día: el amor como familia, los hijos, el hoy. Nunca hay que olvidar que la vida es muy importante y preservarla diez veces más«, expresó entre suspiros Julia al recordar ese choque de realidades que cambió su visión de las cosas.

Papás de todas las formas y dimensiones: Así los podemos denominar ya que no solo lo son de Salvador y Gaspar en la tierra, sino que también de Juan que se fue muy lejos. «Es algo muy contradictorio, ya que por un lado significa ser una madre o padre incompleto. Algo falta y ese vacío acompaña, pero a su vez es sentir que ahora tenés un ser protector, que somos más fuertes, llevamos aprendizajes únicos que nos regaló la partida de Juan para toda la vida«, describieron con el alma en sus manos. Y agregaron que se genera una especie de ambigüedad porque el amor que los rebasa no se lo pueden obsequiar, entonces este papá explicó con dulzura que la mejor manera de engrandecerlo es dárselo a sus otros hijos Gaspar y el gran Salvador de su corazón.

El rompecabezas tomó forma propia: «Cuando mi hijo Juan estaba intubado le dije que lo amaba y reaccionó con un movimiento, eso me llenó de paz«, comentó esta súper mamá. Hoy viven en una casa donde disfrutan de jugar en el patio, meterse a la pile, compartir charlas y travesuras, una rica comida. A ella le gusta ir al parque, a tomar un helado, ver series cuando pueden, y hacer ejercicio físico cada uno a su forma. Ven torneos y campeonatos deportivos. Y tienen la idea de que él retome rugby a un nivel más tranquilo, de entretenimiento. Y ella seguir con crossfit aunque no de manera competitiva sino para mantenerse en buen estado. Ya que son afisionados de sentirse bien, verse bien. Los sueños por cumplir advirtieron que son: «Tener su propia casa y viajar mucho».

Se ayudan mutuamente con las tareas del hogar y la crianza de sus hijos. «Aconsejo a la gente que disfruten de lo que tienen, de su red de contención. La cual para mí es el amor de familia«, reveló Julia. Voluntad, positivismo y apoyo son los pilares que resaltaron como solución a cualquier dificultad. Estos marabaristas que hicieron tal como en la película de «La vida es bella«, donde la guerra que tansitaban en su mente y corazón no se vio nunca reflejada ante los ojos de su primer amor Salvador. Subsanaron sus angustias enfocados en dar una infancia normal y plena a sus hijos. «No hubo tiempo ni se nos cruzó por la cabeza estar tirados deprimidos, teníamos que ayudarlos a crecer bien«, destacó Julia.

Y como en toda historia, llega el final. En este caso es el comienzo de otra, seguro con mucha más sazón todavía. Ninguno de los dos cambiaría nada de su recorrido juntos. «Muchas situaciones nos hicieron reír, llorar, aprender. Tal vez evitaría momentos de enojo solamente«, reflectó Julia.

Son las 08:00 p.m., su rutina diaria continúa normalmente y nosotros vamos a publicar estos momentos que nos compartieron. Pero antes les preguntamos algo para no olvidar cuál es la importancia del árbol de la vida:

-¿Qué le dirías a él frente a todo lo transitado?

-«Que sigo enamorada como el primer día de su dedicación con los chicos, su dulzura y alegría, nuestra conexión especial, de compartir valores, de tener reciprocidad con él, de su disciplina y superación personal. Que tenemos que seguir unidos. Que se concentre en las cosas lindas que tenemos y que sigamos sacando uno la mejor versión del otro«.

–¿Qué le dirías a ella?

-«Que después de mis hijos sigue ella en nivel de importancia. La amo y mi vida cambió desde que la conocí. Un antes y un después. Si volviera el tiempo atrás le diría: «Preparate para la travesía«, concluyó.

Y de eso se trata el amor, de tener presente que las raíces de este árbol de la vida, son esa unión inquebrantable como familia. Hoy el reloj retomó su curso normal, y los Nápoli-Puebla o Puebla-Nápoli, tienen mucho por hacer (el apellido de ella encabeza porque quedó demostrado que cualquiera de los dos puede con lo que sea).