Hernán Lacunza, quien ocupó el cargo de ministro de Economía durante los últimos meses del gobierno de Mauricio Macri, se sumó al consenso de analistas que advierten que, a pesar de la desaceleración en la inflación, gran parte de la población continúa bajo serias dificultades económicas.
En una entrevista radial, el exfuncionario compartió hallazgos recientes de su consultora, Empiria. Destacó el impacto del incremento de los costos fijos en los hogares argentinos. Según Lacunza, en este contexto de dificultades económicas, no sería hasta fines de 2025 cuando los niveles de consumo podrían volver a los valores registrados a fines de 2023. Además, alertó sobre los riesgos asociados a una estrategia de desinflación basada en la fijación del tipo de cambio.
En su análisis, Lacunza describió un panorama económico lleno de aparentes contradicciones que, sin embargo, se integran en un diagnóstico coherente. Según explicó, aunque «la economía se deprimió mucho en el primer trimestre del año, entró en una meseta en el segundo y comenzó a mostrar signos de una recuperación moderada y desigual en el tercer trimestre».
No obstante, analizó que el ingreso disponible de las familias —es decir, el dinero restante tras cubrir gastos fijos como servicios, transporte, alquileres y expensas— cayó significativamente. En números concretos, señaló: «Si en noviembre del año pasado a una familia le quedaban 100 pesos, ahora le quedan 86«.
Esto se debe a un ajuste en los costos fijos que estaban contenidos previamente. “Los gastos fijos aumentaron proporcionalmente más porque estaban atrasados”, explicó. Este fenómeno derivó en un impacto directo en la economía, con una caída estimada del PBI del 3,5% y una contracción del consumo que podría alcanzar el 7% o más.
Según datos privados de la consultora Scentia, la caída del consumo masivo podría llegar a casi 13 puntos, marcando un año entero en rojo, algo sin precedentes ni siquiera en crisis previas como la de 2001 o durante el gobierno de Macri.
La pausa en la recuperación de ingresos
Lacunza también subrayó que la recuperación de los ingresos, esencial para impulsar el consumo, se ha estancado. Según comentó: «Los promedios esconden heterogeneidad. Los trabajadores formales han logrado recuperar ingresos casi al nivel previo, pero esa mejora se ha estabilizado. En cambio, los salarios públicos están muy por debajo, lo contrario de lo que ocurría con el gobierno anterior. Y los trabajadores informales… el mercado laboral se ha flexibilizado de hecho«.
Añadió que este ajuste del mercado laboral se manifiesta más en los salarios que en los puestos de trabajo, destacando que, aunque el desempleo actual ronda el 7,5% (frente al 17% de los años 90), los salarios son mucho más flexibles.
Hernán Lacunza
Lacunza también subrayó que la recuperación de los ingresos.
NA
Respecto al consumo, explicó que este tocó fondo entre marzo y mayo de este año, en lo que denominó “el piso de la recesión”. Aunque ha comenzado una leve recuperación, Lacunza descartó un repunte en forma de “V”. Según su visión, «estos procesos de depresión con erosión de ingresos bajan rápido, pero suben lentamente«. En línea con este análisis, pronosticó que los niveles de consumo no volverán a los valores de fines de 2023 hasta finales de 2025, evidenciando una prolongada fase de ingresos reducidos y consumo limitado.
Críticas a la estrategia de desinflación
En otro pasaje de la entrevista, Lacunza cuestionó la estrategia gubernamental para reducir la inflación, basada en el anclaje del tipo de cambio. Tras la devaluación de diciembre, el dólar oficial pasó de 350 a 800 pesos, lo que, según él, erosionó la competitividad cambiaria en un 90%. Advirtió que esta política podría resultar insuficiente para fomentar las exportaciones mientras beneficia las importaciones, generando tensiones en el programa económico.
«Vos me podés decir, con asidero, que este tipo de cambio real puede ser insuficiente para las exportaciones y muy conveniente para las importaciones. Lo cual es un problema para este programa», argumentó. Además, señaló que, aunque el Gobierno está utilizando créditos y deuda para sostenerse financieramente, estas herramientas son soluciones temporales: «Eso dura un tiempo, pero no es para siempre«, comentó.
En conclusión, para Lacunza pinta un panorama económico desafiante, marcado por un ingreso disponible deteriorado, una recuperación del consumo lenta y riesgos asociados a la política cambiaria, dejando entrever la necesidad de reformas estructurales más profundas para revertir estas tendencias.
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