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«Prohibido entrar con cámaras fotográficas» es la muestra virtual que expone fotos del rock de los ´80 y ´90.

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«Prohibido entrar con cámaras fotográficas» es la muestra virtual que expone fotos del rock de los ´80 y ´90.

Las aventuras adolescentes de Gabriel Patrono y Juan Faraone, dos fotógrafos aficionados y amantes de la música que recorrieron los años 80 en cuanto show y centro cultural pudieron, fueron rescatadas en “Prohibido ingresar con cámaras fotográficas”, una exposición virtual que puede verse aquí.

De la mano de Divagario, la productora autogestiva de documentalistas, escritores, músicos, animadores y editores, llega una selección de 144 imágenes que muestran los primeros años desde el regreso de la democracia bajo la lente y la mirada obnubilada de dos jóvenes que llevaban su cámara escondida entre la ropa y tomaban fotografías desde el público. 

Se trata de una exposición online de fotos inéditas tomadas a músicos argentinos por dos fotógrafos “amateurs” durante las décadas del ’80 y del ’90.

Con Juan, un amigo del barrio, salíamos a ‘robar’ imágenes de la escena musical de los ’80 y aquí están”, se presenta Patrono, blanqueando la situación: las fotos fueron hechas “por izquierda”, sin permisos ni acreditaciones, ingresando a diversos lugares con las cámaras escondidas entre las ropas y los zooms escabullidos en mochilas. “Incluso, no sabemos de quién de los dos es cada foto, porque nos pasábamos la cámara de mano en mano todo el tiempo”, se ríe el reportero.

De no haber sido por tales atrevimientos, tal vez no se estaría accediendo hoy a desconocidos registros de Charly García a punto de estrellar su guitarra contra el piso en un Obras ’88; de la “Negra” Sosa tocando la caja con una sonrisa inmensa como su canto en el Pueyrredón de Flores (año ’91); del “Polaco” Goyeneche tomado de la mano de Jorge Donn, en aquel inolvidable Rex del 92´; de Luis Alberto Spinetta, ofreciendo una clínica de música popular y contemporánea en el Centro Cultural Recoleta (1986); de León Gieco y Leda Valladares presentando el nodal Grito en el cielo en el Auditorio del Banco Nación (1985); de Miguel Abuelo en plena performance –con remera de Joy Division- en el Obras del ’87; o de Litto Nebbia al piano en el Teatro San Martín.

«Tuve la suerte de entrar en la adolescencia con el inicio de la democracia y en pleno fervor de bandas creativas, inspiradas y estimulantes», continúa Patrono.

«Con la información que tenía a causa de mi curiosidad, iba a todos los shows que podía con o sin entradas, y me quedaba cerca de Obras o en los espacios para recitales con ansias de entrar, aunque sea para las canciones finales, cuando abrían las puertas para la gente que se retiraba. Con Juan nos metíamos corriendo con la camarita de fotos en la mochila con el fin de sacar algunas en los bises, o simplemente para ser dos testigos más de un momento único”.

El trabajo de imágenes está dividido en cuatro rollos, cada uno con dos secciones de 18 fotos cada una, y se llevó a cabo mediante el rescate de negativos originales digitalizados por Giuliana Trucco, y producidos por Divagario, productora autogestiva de documentalistas, escritores, músicos, animadores y editores, cuyo propósito es generar producciones de música original para artes escénicas, discos y variadas ediciones digitales.

“Fue una experiencia que me marcó la vida… todo lo que hice posteriormente en gestión cultural, cine y música está signado por ese inicio”, refiere Patrono, a la sazón creador del colectivo cultural La Nave de los Sueños.

“Tenía 13 años cuando empecé a ir a todos los recitales que podía y con Juan se nos ocurrió dejar un documento de la escena musical de ese momento. Entonces pedimos una cámara prestada y, como nos salían mal, oscuras y fuera de foco, nos anotamos en una escuela de fotografía en Ramos Mejía”, se ríe el fotógrafo, que destinaba aquel material para regalar a amigos, intercambiar con aficionados que andaban en la misma, o incluso llevarle a los músicos retratados.

Nunca se me ocurrió acreditarme ni llevar las fotos a algún medio de prensa. Tampoco conocía gente del medio ni sabía de la estructura de un show. Más bien, se trataba de la fascinación de dejar un registro y vivir una aventura. Estaba contento con sacar esas fotos y compartirlas con la gente cercana. Digamos que era consciente de la importancia del momento y siempre fui muy consumidor de todo lo relacionado con la cultura rock”, evoca Patrono, que recuperó varios de los negativos treinta años después en San Justo, en la casa de sus padres.

A continuación, un poco del registro fotográfico.

Charly García.

“Esa foto que Charly tiene las manitos cruzadas forma parte de una serie de shows que dio en Obras. Era la época de Parte de la religión. Como nos pasaba casi siempre, nosotros íbamos como espectadores a los recitales, no estábamos acreditados como fotógrafos ni como periodistas, éramos dos pibes de 15 años parte del público. Ese día estábamos en la popular del estadio, arriba del todo. Cuando terminó, antes de que hicieran los bises, bajamos, salimos del estadio, volvimos a entrar corriendo por la puerta de ingreso principal y nos mandamos para adelante. Esa foto refleja bien lo que era sacar desde el punto de vista del público”.

Dana Winnycka.

Esa foto de Danais Winnycka es del 85 en el Centro Cultural San Martín. Nos parecía que estaba bueno rescatarla porque en los años 70 ella fue la guía espiritual de Arco Iris. Años después, cuando hicieron su experiencia en Estados Unidos, ella pasó a ser parte de la banda y a tocar la percusión. Era un personaje bastante misterioso del rock argentino del que hay poco material y pocas fotos. Estaba bueno rescatar su figura, siempre estuvo y nunca se la vio; esta reconfiguración histórica hace que muchas minas que estaban y no salían en la foto, pero si estaban y hacían cosas poderosas, puedan tener su reconocimiento”.

Hilda Lizarazu.

Ese fondo celeste es muy característico del Anfiteatro La Plaza. A mediados de los 80 y principios de los 90 hacían conciertos durante la semana, los martes o miércoles, a las 5 de la tarde. Era un horario fabuloso porque la gente salía de laburar e iban a ver bandas ahí. Por el look que tiene Hilda en esa foto, debe ser de la época del primer o segundo disco de Man Ray. Estas fotos, además, las sacaba y se las regalaba a los artistas, por eso tardamos tanto en recuperarlas. Tuvimos que rescatar los negativos originales que estaban en una caja en la casa de mi mamá en San Justo”.

Luis Alberto Spinetta.

«Esa foto debe ser del 86 u 87 en el Cine Teatro Belgrano, en Ramos Mejía. Es el testimonio de una época y de espacios que ya no existen más. Después de sacar sus discos, el Flaco salía de gira por los barrios. Tuve la suerte de encontrarme con él al año siguiente en un boliche chiquito que se llamaba Shams y se la regalé. Ese día, cuando le llevé la foto, lo fue a ver Astor Piazolla. Él ensayaba en Shams porque le daba la posibilidad de armar todo mirando al público. El Flaco había ido a verlo en unos ensayos y ese día Piazzolla fue a devolverle la gentileza de verlo”.

Mercedes Sosa.

Nosotros teníamos un grupo en ese momento, Entre Las Medias, una banda pop entre amigos. Teníamos la ilusión de acercarle un cassette para que nos escuche. Ese día fui a verla, era principio de los 90 en un teatro de Flores. Cuando terminó el show, le acerqué el cassette a un costado mientras esperaban para volver a subir y hacer los bises. Como no tuvo tiempo de dárselo a un asistente, subió al escenario a cantar con nuestro cassette en la mano. Muchos años después se la mandé a través de su hijo y le recordé la historia”.

Miguel Abuelo.

Esa foto es de un show en Obras, Miguel tenía su remera de Joy Division y estaban presentando el disco Cosas mías. Eran los últimos shows de Miguel y tenía el magnetismo, esa personalidad, esa magia y ese ángel para estar arriba del escenario. Cuando el tipo miraba al público, vos pensabas que te estaba mirando a vos. Le sostenía la mirada a 4 mil personas. Me queda el lindo recuerdo de haber estado en ese show. Ese día no había ningún otro fotógrafo que no fuera yo, un pibe de barrio que sacaba por sacar y no trabajaba para ningún medio”.

Moris y Pajarito Zaguri.

“Es un gran recuerdo para mí; en ese momento era muy amigo de Pájaro. Había ensayado en mi casa de una forma muy fortuita, nos habíamos conocido en una pizzería de casualidad. Él había grabado el disco En el 2000 también, su regreso al blues y al rock más barrial. De ahí fuimos a verlo a Moris en Parque Centenario y se dio ese encuentro mágico: cuando volvían a tocar, revelaban la magia de los inicios del rock argentino. Ellos habían sido los integrantes de los Beatnicks. El que se ve en un costado es Antonio Birabent, tenía 18 o 19 años y recién estaba subiendo a los escenarios”.

Los Violadores.

Eso es en Parque Sarmiento, el mismo día de la foto de Fito Páez. Me causa gracia que Pil Trafa tenía puestas unas rodilleras, pero era la estética bien de combate. Estaban presentando el disco Mercado indio, el del año 87. Realmente sonaban muy bien. Era un gran momento de la banda y ya de proyección internacional para ellos”.

“Mi amiga Giuliana Trucco digitalizó todo lo que encontré en la casa de mis viejos y armamos el lanzamiento de Divagario en formato digital, para que no se nos pasen las ganas de darle a la gente alguna alegría en un año tan duro”.

La mayoría de las fotos que figuran en la muestra digital fueron tomadas por una cámara de 110 mm, con negativos pequeños que se usaban varias veces, y atentaban contra la claridad de las imágenes. Tales condiciones, empero, no impidieron que se esté asistiendo a retratos de una época que marcó a fuego la vida de millones de jóvenes, e incluso mejoraron cuando el padre de Faraone les trajo a los entusiastas jóvenes una cámara de visor fijo, desde Italia. “Entramos en la fotografía apasionados por el hecho de dejar un documento, un punto de vista sobre la escena musical y social que habitábamos. Y creo que esta muestra resume bien la intención”, cierra Patrono.

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Dillom triunfó en los premios MTV Europe Music Awards 2024

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Dillom triunfó en los premios MTV Europe Music Awards 2024

El cantante, que también está nominado al Latin Grammy, celebró la estatuilla la cual es votada por millones de seguidores alrededor del mundo. El reconocimiento se da luego de que el compositor se cruzara con «La Pistarini», el militante libertario que lo insultó en un vuelo. 

A los días movidos que tuvo, ahora se le suma un gran triunfo: el cantante y rapero Dillom ganó su primer premio MTV: en esta ocasión, triunfó como «Mejor Artista Latinoamericano Sur» en los Europe Music Awards 2024 (EMAs), que se celebraron en Manchester, Inglaterra.

Gracias a su álbum conceptual Por Cesárea, el cual fue aclamado por la crítica especializada por jugar con el postrock, el hip hop y el pop con tonos oscuros y sombríos, el compositor venció a sus colegas de la categoría como Emilia Mernes, Luck Ra, María Becerra y Trueno.

A su manera, el intérprete mandó un video en vertical, mientras que él está posicionado de manera horizontal, y agradeció a todos sus fanáticos y seguidores que lo votaron en la terna. «Muchísimas gracias a toda la gente que me votó, vamos Argentina y gracias por este hermoso premio», sentenció. 

Y esta semana recién empieza para el también productor, ya que está nominado por primera vez a los Latin Grammy en la categoría «Mejor Álbum de Música Alternativa». La gala será este jueves 14, desde el Kaseya Center de Miami.

El más que reconocido merecimiento, que se da en medio de una intensa gira por el país y por otros países de América Latina, sucede luego del cruce con el troll libertario «La Pistarini».

Resulta que el twittero ultraderechista había subido a la red social una foto del cantante sentado en el avión, acompañada de insultos hacia su persona. El momento en el que el cantante se acercó a increparlo se volvió viral.

«Lo último que me faltaba, coincidir en el vuelo con el pelotudo de Dillom«, había escrito en su cuenta el usuario @La_Pistarini —en la vida real, se llama Juan Carlos Siber—, quien en posteos anteriores había manifestado opiniones en contra de los inmigrantes, a favor de Javier Milei y Donald Trump. Sin embargo, no tuvo en cuenta que el rapero de 23 años advirtió enseguida ese contenido y quedarse en silencio no era una opción

La respuesta de Dillom

Primero, Dillom comentó el mismo posteo e invitó al twittero a un intercambio cara a cara. «Deci qno tenes foto de la cara sino te busco y te doy un sopapo (sic)», comentó el rapero y aseguró que ante una primera ronda de preguntas respecto a quién había sido el autor del contenido «no se hizo cargo ninguno».

Con celular en mano y después de intercambiar mensajes con algunos de sus seguidores, que lo ayudaron a identificar al provocador, el autor del hit «Cirujía» se levantó de su asiento para dar con él. «¿Vos sos Pistarini? ¿El que sube fotos mías a Twitter? ¿Tenés algún problema?», le dijo Dillom al twittero libertario.

«Ninguno capo, andá tranquilo», le respondió el hombre, que siempre permaneció sentado en su butaca, intentó dejar de ser grabado al tapar con su mano la cámara y estaba visiblemente incómodo por la reacción del cantante.

«Te arranco la cabeza, ah mira que guapo que sos, pelotudo, portate bien, ¿dale?», fueron las últimas palabras de Dillom para cerrar el intercambio. «Así de guapos son en persona», fue la reflexión final del artista unos momentos más tarde.

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Prendas tradicionales rusas en el Museo Provincial de Bellas Artes de San Juan.

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Prendas tradicionales rusas en el Museo Provincial de Bellas Artes de San Juan.

Se exhibieronn prendas tradicionales para niñas y mujeres, junto a reproducciones fotográficas de cuadros clásicos del siglo XIX y XX donde está presente el uso del “kokoshnik” – diadema rusa – acompañados de texto explicativo.

La muestra estuvo en pensada inicialmente del 1 al 15 de Octubre, pero se extendió hasta el lunes 21. La misma se realizó en el Hall Central Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson con entrada libre y gratuita.

Los trajes típicos se basan en el “sarafán”, un vestido sin mangas, largo y de línea trapezoidal con tirantes que se usa con una camisa blanca de mangas largas.
Está presente la “rubakha”, variante antigua de la camisa contemporánea que podían usar tanto hombres como mujeres..

Kokóshnik: la evolución de la diadema rusa

En la antigua Rus las mujeres no llevaban sombrero, eran cosa de hombres. Las mujeres tenían sus propios tocados, más bellos y cómodos: los ‘kokóshnik’.  Estaban hechos de materiales delicados, como seda o terciopelo y se decoraban con perlas, encajes, piedras y bordados de hilo de oro.La palabra kokóshnik viene del término eslavo kokosh, que significa “pollo” o “gallo”. Esos antiguos tocados rusos en forma de cresta (de abanico o de pantalla circular) han sido durante mucho tiempo un símbolo de la moda rusa.



En su estructura, el kokóshnik es un abanico ligero hecho con papel grueso y una cinta metálica o corona, cosidas a un sombrero o una redecilla. La base estaba hecha de damasco (tejido con brocados ornamentales) o terciopelo rojo sobre una superficie dura hecha de tela o cartón, que o bien se pegaban o bien se acolchaban juntas.

En la parte superior, la cresta se decoraba con ornamentos: flores frescas o artificiales, brocados, encajes, cuentas, perlas de río (a partir del siglo XVI se recolectaban en el lago Ilmen), hilos de oro, láminas, vidrio o piedras preciosas. El cuello solía cubrirse con hilos de oro bordados.El kokóshnik tenía un fondo de tela. Se fijaba por detrás a la cabeza mediante cintas. Al colocarlo, el kokóshnik solía empujarse ligeramente hacia la frente, mientras que la parte de atrás solía cubrirse con una tela o una pieza añadida de terciopelo carmesí, y se sujetaba con cintas.

Sobre los kokóshnik se solían poner chales de seda o lana que se bordaban con frondosos adornos hechos con unos pañuelos de oro o plata, es decir, losubrús; una manta ligera y delgada decorada con encajes bordados o un velo. El pañuelo se ponía en diagonal y se sujetaba bajo la barbilla. Un largo velo hecho de gasa o seda se fijaba bajo la barbilla o bajaba desde la parte superior del kokóshnik hasta el pecho, los hombros o la espalda.

La forma del kokóshnik variaba mucho de una región a otra, pero tendía a depender de las particularidades de la costumbre de recoger el pelo en un arnés o dos trenzas: alrededor de la cabeza sobre la frente, por el cuello y las sienes, etc.Varias láminas, cortes, coberturas del cuello y otros detalles, que variaban mucho según la región rusa, servían de diseños y decoraciones adicionales. Sin embargo, todas se mantenían sobre una base dura, el kokóshnik. En tiempos más recientes, la tradición de vestir el kokóshnik perduró como complemento nupcial hasta la década de 1920. La joven novia vestía este tradicional tocado desde el día de su boda hasta el día en que nacía su primer hijo. Entonces, solo podía lucir el kokóshnik en ceremonias especiales o los días festivos.



Pedro el Grande prohibió a las mujeres nobles que vistieran el kokóshnik mediante un decreto real. Pero regresó a la moda de la corte femenina de la mano de Catalina la Grande, quien promovió la moda à la russe en la conciencia del siglo XVIII, y lo trajo de vuelta a las fiestas de disfraces.

Las guerras napoleónicas inspiraron un renovado interés por las vestimentas tradicionales. Entre 1812 y 1814, los vestidos rusos rojos y azules (los sarafán) volvieron a estar de moda./ La emperatriz María Fiódorovna con un kokóshnik con tiara de diamantes, alrededor de 1880.

Los vestidos de baile de la corte de principios del siglo XX y la imaginación de los diseñadores rusos y los modistos emigrados incrementaron de forma significativa la popularidad de los kokóshnik.

El Sarafán: Un símbolo de la feminidad rusa

El sarafán es una prenda femenina rusa tradicional que ha sido usada por las niñas y mujeres en las zonas rurales de Rusia desde el siglo XVIII. Este vestido sin mangas es largo y tiene una línea trapezoidal, con tirantes. Se acompaña de una camisa blanca de manga larga y a menudo se ceñía a la cintura con un cinturón de tela. El sarafán fue especialmente popular en el centro y norte de Rusia, así como en las regiones del Volga.El nombre sarafán proviene del persa sarapa, que significa de la cabeza a los pies. El sarafán fue usado por las mujeres campesinas, pero las clases altas abandonaron esta prenda en favor de la moda europea occidental.

El sarafán es una prenda icónica en la vestimenta tradicional rusa y tiene un significado simbólico en la cultura del país. Este vestido delantal era considerado un símbolo de feminidad y se asociaba con la modestia y la pureza. Las mujeres rusas solían usar sarafanes de colores vivos para ocasiones especiales como bodas y festivales, mientras que los sarafanes de uso diario eran más simples y de colores más apagados.

El sarafán también era una forma de expresar la identidad regional y social. Cada región de Rusia tenía su propio estilo y diseño de sarafán, con diferentes adornos y detalles. Por ejemplo, los sarafanes utilizados en los Urales tenían una forma trapezoidal y estaban decorados con botones o listones en el frente, mientras que los sarafanes sordos no tenían costuras en el frente y estaban hechos de una sola pieza de tela.Hoy en día, el sarafán se usa principalmente en representaciones de folclore ruso. Sin embargo, todavía se pueden encontrar versiones modernas de esta prenda en la moda contemporánea, con diseñadores que se inspiran en el sarafán para crear piezas únicas y elegantes.

La Rubakha

La vestimenta de los hombres era sencilla y constaba de algunas prendas básicas. Estos eran comunes tanto a los campesinos como a los nobles adinerados, aunque estos últimos a menudo tenían sus ropas hechas de materiales más caros, podían usar diseños sofisticados y también tenían sus ropas generosamente decoradas con piedras semipreciosas y bordados elaborados. Rubakha, o sorochka, era el nombre de la camisa que estaban hechas de lino o algodón, podían no tener cuello y, en la mayoría de los casos, tenían un «cuello torcido» (es decir, abierto hacia un lado); este tipo de camisa se llamaba kosovorotka. El cuello y los adornos de la camisa a menudo estaban bordados con hermosos diseños.La rubakha es el elemento básico de cualquier vestuario tradicional ruso, que podían usar tanto hombres como mujeres. 

Por lo general, la rubakha se usaba con una faja o correa en la cintura que podía estar hecha de seda o lana y, a menudo, tenía borlas en los extremos.  Los hombres mayores solían vestirse de manera más humilde que los jóvenes solteros. Aunque la vestimenta de los hombres no era tan elaborada como la de las mujeres, aún reflejaba la identidad y la cultura rusa


Las prendas pertenecen a la Casa Rusa de Buenos Aires, que es el centro de la cultura y las ciencias rusas en Argentina. Organizó Fundación FIPPE

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El oscuro legado de ‘El Cuervo’: cómo un disparo mortal consagró una de las películas de culto más relevantes

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El oscuro legado de ‘El Cuervo’: cómo un disparo mortal consagró una de las películas de culto más relevantes

A 30 años desde su estreno, la historia de ‘El cuervo’ perdura entre sus seguidores con su profundo mensaje, en el que el amor verdadero es más fuerte que la muerte.

30 años después de su rotundo éxito, llega a los cines una nueva versión de ‘El cuervo’, protagonizada por Bill Skarsgard. Aunque el director, Rupert Sanders, aseguró que la película es más fiel a la novela gráfica original de James O’Barr, difícilmente alcanzará el nivel de éxito de la película de 1994, un clásico de culto que marcó un ‘legado maldito’ en la historia de Hollywood.

La película, estrenada el 13 de mayo de 1994, cautivó al público por la oscura atmósfera gótica recreada por el director Alex Proyas y la interpretación de Brandon Lee, que le aseguraron un lugar en la historia del cine. Sin embargo, fue igualmente recordada por la tragedia ocurrida durante su producción: la prematura muerte de su actor principal.

‘El cuervo’ cuenta la historia de Eric Draven, un músico que es brutalmente asesinado junto con su prometida. Un año después, es resucitado por un misterioso cuervo para vengarse de quienes le hicieron daño. El amor, la muerte y la sed de venganza fueron temas que calaron hondo en los espectadores, con un estilo visual marcado por paisajes urbanos lluviosos, más una banda sonora inquietante, que se desmarcó de varias superproducciones de la época.

‘El cuervo’ por siempre

Brandon Lee, hijo de la leyenda de las artes marciales Bruce Lee, que había empezado a hacerse lugar en Hollywood, fue el protagonista de ‘El cuervo’. Sin embargo, en marzo de 1993, durante el rodaje de una escena, Lee, de 28 años, resultó herido de muerte cuando el actor Michael Massee, que interpretaba a uno de los maleantes, disparó una pistola de utilería en la cual accidentalmente una bala había quedado en el cañón.

El tiroteo fue considerado un accidente. Sin embargo, Massee se tomó un largo año sabático. «Creo que nunca se supera algo así», declaró al programa de noticias Extra en 2005.

El incidente conmocionó a Hollywood y provocó cambios generalizados en los protocolos de seguridad de los sets de rodaje, especialmente en lo relativo al manejo de armas de fuego. A pesar de la tragedia, se tomó la decisión de completar la película, utilizando dobles y tecnología CGI para terminar las escenas restantes de Lee.

El éxito de la cinta fue agridulce, ya que tanto el público como la crítica alabaron el trabajo del actor al tiempo que lloraron la pérdida de una estrella que había estado a punto de alcanzar la grandeza.

Legado oscuro 

A lo largo de los años, la trágica muerte de Lee ha desencadenado numerosas teorías conspirativas, con algunos fans y especuladores cuestionando el relato oficial de los hechos. 

Una de las teorías más persistentes es la de que la muerte de Brandon fue parte de una «maldición» sobre la familia Lee. Esta teoría sugiere que las muertes prematuras tanto de Brandon como de su padre no fueron meros accidentes, sino parte de algo sobrenatural. El repentino fallecimiento de Bruce Lee en 1973 alimentó la especulación de que estaba maldito debido a sus supuestas conexiones con las artes marciales o porque desafiaba las prácticas tradicionales chinas. La teoría se extiende a Brandon, postulando que su muerte fue una continuación de esta supuesta maldición.

Las teorías de conspiración también fueron alimentadas por los extraños paralelismos entre la ficción y la vida real, con la trágica historia de fondo de O’Barr -quien creó el cómic luego de que su prometida fuera asesinada por un conductor ebrio- o la inminente boda del protagonista principal Eric y su novia Shelly, descrita en ‘El cuervo’, con el hecho de que Lee debía casarse con su propia prometida, Eliza, el 17 de abril de ese año.

Otro suceso que ha llamado la atención de muchos cinéfilos, es la gran similitud entre la muerte de Lee en el rodaje de ‘El cuervo’ y la muerte de la directora de fotografía, Haylna Hutchins, por el disparo de Alec Baldwin en el set de ‘Rust’. Ambas producciones cinematográficas se vieron ensombrecidas por tiroteos mortales que conmocionaron al público y suscitaron amplios debates sobre la seguridad en la industria.

«Ver que en los casi 30 años transcurridos entre las películas no habíamos mejorado eso fue ciertamente devastador», comentó Jeff Most, productor de ‘El cuervo’ (1994) en una entrevista concedida a The Guardian. «Como productor con más de 30 años de experiencia y numerosas películas de acción a sus espaldas, puedo asegurar que no hay lugar en el mundo en el que un actor sea responsable del arma que maneja», añadió, en defensa de Baldwin.

Tras el éxito de Lee como ‘El cuervo’, hubo secuelas olvidables. En algunas ocasiones, Bradley Cooper o Jason Momoa estaban previstos para interpretar a Eric. Aunque ningún proyecto ha logrado lo que la película inicial sí.

La historia de ‘El cuervo’ perdurará con su profundo mensaje, en el que se promete que el amor verdadero es más fuerte que la muerte.

@RT.

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