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Sociedad Relatos de Vida

Susana Sandez hace un pedido de solidaridad: “Encontrar a mi familia, sería un regalo para mí”.

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Ahora San Juan conversó con Olga Susana Sandez quien compartió su historia junto a su mayor anhelo para este 2023, encontrar sus raíces y dar sentido a muchas preguntas que la acompañaron en su vida. Tiene 62 años, nació en San Juan un 13 de enero de 1960 a las 18:00 horas, en el Hospital Rawson, pero no tiene información certera de quienes son sus padres biológicos. Actualmente vive en Mendoza, y recién a sus 56 años supo que es adoptada cuando, luego de varias sospechas, una prima se lo confirmó. Recientemente, publicó en un grupo de Facebook de Valle Fértil sobre una búsqueda que inició para dar con algún dato que la vincule con su familia de sangre, y así es que consiguió saber algunas piezas claves de este rompecabezas. “Según mi prima, mi madre era oriunda de Valle Fértil y muy jovencita“, fue lo primero que supo. Después de su posteo, recibió un mensaje de una sobrina de la madre adoptiva, que le dijo que piensa que quien la tuvo podría ser de Jáchal. Susana, en su corazón sólo añora encontrar su identidad.Les pido a todos que me ayuden a encontrar a mi familia, saber si tengo algún familiar vivo, poder abrazarlos. Es lo que más ansío, ya a esta edad sería un gran regalo para mí“.

Para conocerla, reveló que siempre se dedicó a cuidar niños y ancianos, y en ocasiones realizó tareas de limpieza, hasta que se jubiló hace 1 año. Esta mujer que se autopercibe como sincera y que no está en sus planes nunca bajar los brazos expresó: “Me gusta tejer, caminar, ver televisión. Soy muy sentimental, llorona, sensible, apasionada. Sufro por el dolor ajeno. Necesito ser querida, abrazada, mimada, cuidada. He tenido tanta necesidad de afecto, que creo que todavía me hace muchísima falta”.

Momento quiebre. Antes de saber que es adoptada, Susana contó que nació y se crió en San Juan hasta el 83′, cuando se casó y se mudó a Mendoza. Pero las cosas en poco tiempo se tornaron complicadas: “Mi madre (adoptiva) empieza a sentir dolores, le hicieron estudios y deciden operarle un 24 de septiembre del 84′, yo estando embarazada y a punto de tener a mi primer hija“. Se enteran de la enfermedad incurable, la operan y el doctor le advirtió que tenía metástasis, “estaba todo tomado y no había más nada que hacer“. Ella, describió que se desesperó y lloró todo lo que pudo, pero que los médicos le recordaron que debía ser fuerte por su bebé que estaba pronta a llegar al mundo. “Me quedé ahí con ella, estuve a su lado hasta el final“, detalló. Un 14 de octubre de 1984 su madre fallece, justo 13 días antes de que nazca su primer hija, el 27 de octubre.

El amor después del desamor. Susana contó que, a su ahora ex marido, lo conoció por cartas. Al mejor estilo de las películas románticas. Él de Mendoza, y ella de San Juan. Después de un tiempo de escribirse y con el deseo de verse al fin, él viajó a San Juan para conocerla. “Estuve de novia con desde el 79′ hasta el 83′ que me casé, y me vine a vivir a Mendoza“, sumó.

Su sueño era casarse y tener hijos y lo cumplió. “Aunque luego me haya divorciado, pero lo cumplí. Tengo 6 nietitos que amo, y ahora mi mayor anhelo es encontrar a mi familia biológica, todo el que me pueda ayudar, si tienen conocimientos o sospechas de alguien que le hayan dicho que su bebé murió, o que haya tenido un bebé en cualquier circunstancia (y que no lo haya criado por el motivo que sea) que se comunique conmigo“, lanzó casi entre suspiros.

La realidad que conoce. Benjamín Nicolás Sandez (quien fue ginecólogo en el Hospital Rawson) y María Luisa Quiroga (que trabajó en el mismo lugar) son sus padres adoptivos. En la publicación que hizo en redes explicó: “Ella viajaba mucho al Valle cuando yo era pequeña , en esos tiempos frecuentaba a Saúl Quiroga que tenía un grupo y cantaba , también me suenan los apellidos Mullady , Lucinda Burgoa , el nombre Carmela que era la chica que me cuidaba , hace 62 años en el Valle todos se conocían , un pueblo chico , y se habrán enterado de alguna chica que estuviera embarazada y que tuvo a su hija en el Hospital Rawson un 13 de enero de 1960 por la tarde“. Y hacia el cierre de la misma informó: “Él era ginecólogo y falleció el 25 de junio de 1959 y mi madre adoptiva trabajaba en rayos y falleció el 14 de octubre de 1984“.

La infancia y crecer bajo la duda.Cuando era chica nunca sospeché“, comenzó diciendo. Sin embargo, agregó que hubo asperezas que no conseguía comprender: “Sé que de chica no fui querida con las tías de mi mamá adoptiva, no eran cariñosas, me hacían a un lado, no recuerdo que mi mamá adoptiva me haya festejado un cumpleaños, no tengo fotos de mi crecimiento, ni de bebé. Sólo tengo algunas pocas en las que se ve que soy una beba de unos 9 o 10 meses. Después tengo otras con mi madre (que me crió) y nada más. Luego vinieron las fotos que nos sacaban en el colegio al que iba, Santa Rosa de Lima“. Susana cada día intenta atar cabos sueltos, y entre ellos comentó que su madre María Luisa, supo decirle que por parte de la familia Sandez no imaginaban que ella nacería, y que su existencia significó una sopresa para ellos en este sentido. Aunque en general, otras cosas son las que la marcaron, el desapego de algunos familiares. “Hubo ciertas actitudes que me dolieron, me desplazaban, y de grande entendí el porque. Yo sentía que no me quisieron nunca”.

La adolescencia. “Recuerdo que mi madre no me dejaba salir a ningún lado, viviamos al frente de un balneario y era ahí donde solamente me permitía ir porque era amiga de la dueña. Pero no tenía muchas amistades, nunca fui a un cumpleaños de mis compañeras del colegio, ni a un baile. Los lunes escuchaba que ellas contaban lo que habían hecho”, describió mientras decía cómo era quedar afuera de toda vida social. “Me marcó que no me dejó ir al viaje de estudios, que fue en las Cataratas. Yo era aplicada, estudiaba y quería ir“, aseveró, aunque hoy ya no guarda rencores.

La falta de afecto. Este es un concepto que Susana recalcó en reiteradas ocasiones, bajo la cálida entrevista que brindó con entusiasmo de encontrar lo que necesita para llenar esos espacios vacíos hasta ahora. “Te puedo decir que de chica no me dejaban salir a ningún lado. A mi mamá le destaco la buena educación que me dio, por la que le estoy agradecida“, relató antes de manifestar cierto recelo por haberle ocultado esta realidad. “A mi prima también le recriminé en aquel entonces, porque ella pudo habérmelo dicho cuando falleció mi mamá en el año 1984. Con todo el tiempo que pasó, si hubiera sabido en ese momento, podría haber hecho más cosas. Pero según ella era un secreto bien guardado, que no me tenía que enterar”, adicionó.

El momento en que lo supo. “A los 56 años le pregunté a mi prima, hija de un hermano de mi mamá adoptiva, si yo era adoptada. y ella me lo confirmó. Ya venía con algunas sospechas, porque mi hija me hacía preguntas que no podía responder, ella me decía que le parecía rara la diferencia de edad de mi madre cuando me tuvo”.

Las consecuencias del posteo en Facebook. Una sobrina de su madre adoptiva se comunica con ella, María Esther Quiroga, quien aseguró que, entre varios datos que le aportó, le dijo “que en el Hospital Rawson tenían todo listo y que no había sido abandonada. Esto la conmocionó aún más: “Por eso tengo sentimientos encontrados. Tenían todo preparado para la adopción apenas yo naciera“. Además expresó: “Se acuerda de mí, que me paseaba en un cochecito cuando yo vivía por la Hipólito Yrigoyen de Santa Lucía. Me brindó datos que son los únicos que tengo. Ella me dijo que había sentido en una conversación que mi mamá biológica era de Jáchal”.

En el audio que Susana compartió para Ahora San Juan, se escucha que Esther le dice: “Yo soy hija de Don Arcadio Quiroga, hermano de tu madre adoptiva, María Luisa Quiroga y de Lucinda Quiroga. Por eso íbamos a tu casa siempre. Mi padre me llevaba cuando era niña y recuerdo haberte paseado en cochecito por la vereda”. Luego agregó: “He ido por mucho tiempo a tu casa“. Entre sus palabras le dejó en claro la alegría que le significó saber de ella nuevamente, y le dijo que “su padre había sido hasta padrino de boda de sus papás adoptivos“, pero para su mala suerte, advirtió que todos quienes ella conoce o sabe que podrían aportar algún dato han fallecido.

Por su parte, Olga Susana recordaba (de antes) a la familia Mullady que solían visitar su hogar de niña. “Sé que uno de los chicos se apodaba Mulqui y su nombre era Oscar“, comentó. Esta prima adoptiva que se comunicó con ella, le mencionó que este señor podría trabajar en la municipalidad de Valle Fértil, y que su mámá y hermana se llamaban Estela. Esta información le resulta crucial, porque tal vez ellos sepan algo más para aportar. Otros nombres que no ha olvidado son: Lucinda Burgoa, y Carmela Acosta (que era quien la cuidaba de bebé).

Su presente. Divorciada, jubilada, con 4 hijos y 6 nietos no pierde las esperanzas: “Deseo saber si tengo una mamá o un papá vivo, un sobrino, alguien. Es un sentimiento que llevo en mi interior, quiero conocer mi identidad biológica. Saber a quienes se parecen mis hijos. Si hay alguna enfermedad o algo genético”. Su mayor miedo es que los archivos del Hospital Rawson se hayan quemado, como le dijeron que podría haber pasado. “Espero que no sea así, no se por dónde empezar, cuando tenga más dinero pensé en comprar un kit de ADN“, alegó.

Como cierre, dejó un mensaje para sus familiares biológicos por si alguna vez los encuentra:

No sé en qué circunstancias se llevó a cabo la adopción, o si mi mamá biológica fue obligada a hacerlo, o tal vez porque era muy joven, o porque simplemente no me pudo tener. Pero si pudiera decirle algo a ella o algún otro pariente, no les recriminaría nada a nadie. Sólo tengo muchas ganas de conocerlos, de darles un abrazo, un beso, saber si tengo familia. Todos tenemos el derecho a saber nuestra identidad, de dónde venimos, quiénes somos, y no ser una NN. Me hubiera encantado tener hermanos en quienes apoyarme cuando pasé por momentos duros de la vida“.

Para todos los sanjuaninos deja un pedido especial que cambiaría su vida: “Tiene que estar asentado en algún libro de Valle Fertil o de Jáchal, del Hospital Rawson, que diga quién fue un 13 de enero a tener una bebé a las 18:00 horas. A mí me anotaron después, un 23 de noviembre de 1960, pero la partida de nacimiento dice que nací un 13 de enero a las 18:00 horas. Les pido a todos que me ayuden a encontrar a mi familia y saber mi identidad biológica. Es lo que más ansío, ya a esta edad sería un gran regalo para mí“, culminó.

Su teléfono de contacto por cualquier información es 261-2459861 y su mail susisandes@gmail.com

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Piloto le propone casamiento a su novia en el lanzamiento del Safari.

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Surgió el amor en Valle Fértil, exactamente en la simbólica largada del evento deportivo Safari Tras la Sierra. Las imagenes se viralizaron rapidamente.

El Safari Tras la Sierra reune afisionados y turistas no solo de San Juan,sino tambien de todo el país y otros paises, miles de personas llegan a la majestuasidad del rio de Valle Fértil para disfrutar los dias de este evento deportivo.

Frente a todas estas miles de personas el piloto sanjuanino Javier Marcial se arrodillo frente a su enamorada, Johana Contreras, para proponerle casamiento.

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“La profe”: Romina, la multifacética sanjuanina que reluce desde lo educativo y lingüístico hasta lo cultural y artístico.

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Todos los 17 de septiembre es celebrado el Día del Profesor en nuestro país y la conmemoración nace para ensalzar la labor de los docentes encargados de la educación secundaria y superior. La fecha supone un homenaje a la figura de José Manuel Estrada, un reconocido escritor e intelectual argentino que destacó por su gran dedicación y compromiso en la labor de profesor. Desde Ahora San Juan destacamos el relato de vida de la profe Romina.

Romina Pereyra, es una joven que tiene más de una disciplina que la apasiona en la vida. Comenzó siendo Profesora de Educación Física, es intérprete de lengua de señas hace más de una década, y luego se recibió de Profesora de Teatro, al mismo tiempo que practica la actuación en variados personajes y en distintas puestas. Desde Ahora San Juan hablamos con ella, para conocer acerca de estas vocaciones y de su amor por cada una de ellas.

En muchas etapas de nuestras vidas se nos intenta encasillar para una sola actividad o debemos elegir una profesión o vocación. Romina, es un caso muy especial, ella siempre ha hecho y hace todo lo que su corazón le demanda y lo que ha podido cumplir. Es una gran hacedora de sueños, que lucha por ellos. Simpática, organizada, sencilla y sobre todo una buena aprendiz y maestra.

Tiene 39 años, y nos cuenta cómo se fueron relacionando sus carreras y hobbies. ‘’En mi residencia de Eduación Física teníamos una parte, que era la de educación especial, en ese momento se llamaba así, y mi residencia me toca en la Escuela Bilingue de San Juan. Cuando llego a mis primeras observaciones de las clases, me encuentro con un mundo que yo desconocía totalmente, para todo se comunicaban con señas. Me toca el nivel inicial de la escuela y estaba frustrada, angustiada. Yo era la única en la escuela que no sabía señas y no me podía comunicar con quienes iban a ser mis alumnos por un buen tiempo‘’.

‘’El profe de ese entonces, Guillermo Basañez, nos calmó y nos dijo que ya ibamos a aprender. Me pasó las señas básicas para ir aprendiendo a comunicarme y comenzar con las intervenciones de a poquito porque esa era la estructura: observaciones de clases, intervenciones y en un tiempo más daba la clase completa para los chicos‘’.

‘’Comencé a aprender las primeras señas y después busque dónde estudiar porque me encanto. Vi la inmediatez de la comunicación, la repuesta de los chicos. Me enamore de la lengua de señas en esa instancia de mi carrera y comencé e estudiar en la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de San Juan cumpliendo con los tres años de estudio. Hasta el día de hoy, me desempeño como profe y como interpréte y año a año me voy actualizando en cuanto a las señas porque van cambiando, incluso con la Pandemia, se agregaron muchas y se van actualizando‘’. Así es cómo nuestra protagonista, logra unir dos de sus grandes pasiones en una sola actividad, tan motivadora como desafiante.

Romina, se recibió de Profesora de Eduación Física en el 2007, trabajó en gimnasios, como profe de pilates y en escuelas estatales. Pero nos dice que tiene una preferencia muy particular que la une con los más pequeños.‘’Trabaje con una franja etaria bastante amplia, pero lo que más me gusta es trabajar con los chicos de primaria. En este momento y desde hace siete años, trabajo en la escuela Timoteo Maradona, en Rivadavia, con chicos desde primer año hasta sexto de la primaria.Siempre cuento que soy una afortunada de trabajar de lo que me gusta, porque amo trabajar con los niños que tienen, para mí, una energía muy especial‘’.

Lo más curioso de esta nota es saber cómo siguió sumando aprendizajes. ‘’Y lo de Teatro tiene que ver con lengua de señas, porque en el estudio de esta lengua, me hice amiga de un joven sordo y el quería estudiar teatro y no podía hacer ningún taller porque no tenía quién lo acompañase, entonces me pregunta si lo quería acompañar y comenzamos en un taller de Marcelo Meyer, que es un genio, no tuvo ningún inconveniente con que estuvieramos los dos y comencé de intérprete y me quedé como alumna. Y así empecé con esta locura del teatro”, expresó la profe.

‘’En el 2017, cuando se abre la carrera, se me ocurrió empezar para incorporar herramientas nuevas a mi carrera de docente. En lo que es Teatro, me ayudó mucho, coseché amistades muy bonitas y me abrió la cabeza, amplie mi mirada.

Y trabajo a veces como actriz también, he actuado en la Fiesta del Sol, en obras independientes, en musicales y creo que es otra cosa más para agradecer a Dios, al universo o a lo que cada uno crea‘’, nos dijo Romina.

Hay dos Fiestas del Sol que han marcado la vida de Romi, una fue ‘’Sueños de Libertad‘’ y la otra fue ‘’Evolución‘’ en la que tuvo un co-protagonico en el que actúo de mamá de un niño y considera que los personajes que les tocaron, tenían una magia muy especial.

Y a nivel nacional, tuvo una participación con una cantante de opera, Claudia Lepez, que hizó la presentación de su libro de canciones de cuna. Se combinó la interpretación teatral y la lengua de señas.

En el 2021, el prestigioso Teatro Nacional Cervantes, a través de su programa Cervantes Educación, lanzó una convocatoria abierta a personas sordas y oyentes de todo el país para su “1er Laboratorio de Actuación. Lengua de señas en escena”, y Romina no dudó en presentarse.

El proceso de postulación, que constó de tres instancias evaluadas por gente experimentada en estos campos, no era sencillo.Romina Pereyra se convirtió en la única sanjuanina dentro de un seleccionado nacional de 20 nombres (pares de Corrientes, Jujuy, San Luis, Buenos Aires, Santa Fe, Catamarca, Tierra del Fuego, Córdoba y Chaco).

Quienes la conocen, pueden definir a nuestra protagonista como empática, apasionada, detallista y muy sociable, es que dónde va deja una huella imborrable. Hoy, se encuentra pasando uno de los momentos más díficiles de su vida: la pérdida de su papá, un papá presente que marcó y forma parte aún hoy de lo que es ella como persona.

Y aún así, en la amabilidad que la caracteriza cuando le preguntamos acerca de sus próximos proyectos, no dudó en respondernos que va a seguir avanzando a pesar de que ahora le cueste pensar en algo por la situación que esta atravesando junto a su mamá, pero que en un futuro próximo desea aprender la técnica de clown y danza-teatro. ” Y un gran sueño pendiente es llevar la lengua de señas al teatro para incluir a la comunidad sorda. Son las dos cosas que me gustaría fusionar y con todas estas herramientas mejorar mi profesión de docente”, nos comentó.

Romina ha logrado mezclar su vocación profesional con sus pasiones y habilidades, sus deseos de desarrollo personal que le han permitido cambiar su mirada en todos los sentidos y también ser una profesora inclusiva. Ella se define como una persona que persigue sus sueños, que insiste para concretarlos y que es muy organizada y calma para lograrlos.

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El guardián de libros en San Juan. Ricardo Aguilera, bibliotecario de corazón.

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Hoy, 13 de septiembre es el Día del Bibliotecario, para felicitar a todos aquellos que realizan la noble labor de trabajar con nuestros libros, es que retomamos el relato de vida que realizamos a Ricardo, uno de los grandes bibliotecarios que tenemos en San Juan.

Una biblioteca es pilar fundamental para el saber y la cultura de un lugar. Y detrás de una buena biblioteca siempre hay un buen bibliotecario. Los sanjuaninos tenemos ambas cosas por suerte. Desde Ahora San Juan nos acercamos a hablar con Ricardo Aguilera, bibliotecario desde hace más de un cuarto de siglo en la Biblioteca Franklin, la biblioteca popular más antigua de América del Sur.

Ricardo lleva desde el año 1995 trabajando en la Biblioteca Franklin. Veintisiete años, que se dice pronto. La vida entre libros. Bibliotecario es una profesión que no siempre es justamente valorada, pero fundamental para el sostenimiento cultural. Una biblioteca requiere de un gran trabajo humano del que nos beneficiamos todos, Charles Medawar hacía referencia a esto cuando decía: “Los bibliotecarios son casi siempre muy útiles y a menudo casi absurdamente bien informados. Sus habilidades son probablemente muy subestimadas y en gran medida subempleadas”.

Ricardo nació en Las Flores, localidad de Iglesia. Allá empezaron a crear una biblioteca popular.  A Ricardo le quedaba cerca de su casa: “cómo no había nadie que la atendiera, me preguntaron y la atendí yo” nos cuenta. Sin nada, el presidente iba buscando, y con las donaciones que recibieron pudieron empezar con la biblioteca. Poco a poco fueron avanzando y se trasladaron de una piecita a un local más grande, donde es hoy es la Biblioteca de Las Flores, construyeron algunas estanterías e iban creciendo. Les habían donado el terreno, “todo con base a donaciones, todo era trabajo voluntariado de todo el mundo” subraya Ricardo.

“Allá, cuando te conocen, te van a buscar a tu casa hasta los días domingo para que les prestes un libro”, recuerda. Y así, un domingo llega a su casa la Directora de la Biblioteca de la Provincia, estaban censado las bibliotecas populares. Ricardo le muestra la biblioteca y el trabajo que venían haciendo. La Directora le cuenta que existe la carrera y lo anima a estudiarla. El joven se entusiasma, lo habla con sus padres y se viene a San Juan a anotarse para estudiar para Bibliotecario Nacional, hoy Bibliotecología. La Biblioteca de Las Flores no disponía de fondos para pagarle un sueldo, pero haciendo un esfuerzo el Presidente ayudaba cuando podían para pagarle algún pasaje para venir a la Capital.

Ricardo empieza a cursar a distancia. Le resulta complicado. Hay un choque cultural grande en cómo se estudiaba en Las Flores y pasar a la Capital al Colegio Superior Sarmiento. Al segundo año ya se queda en la Capital para seguir con sus estudios. Se esfuerza mucho y llega a formar parte del cuerpo de bandera. No solo eso, sino que de su promoción fue el mejor promedio. Lo que le otorga un premio por parte del Colegio de Bibliotecarios Graduados de la República Argentina, y el viaje a Buenos Aires para recibirlo.

La residencia la realiza en la biblioteca de la Alianza Francesa. Posteriormente a eso, comienza a trabajar en la biblioteca Camilo Rojo. No podían pagarle mucho, “el problema de todas las bibliotecas populares es los fondos”, dice. A veces juntaba un poco más saliendo a cobrar las cuotas a los socios. Es poco tiempo después que consigue entrar en la Biblioteca Franklin, la cual era muy distinta a lo que es hoy.

Empezó como bibliotecario, pero además entre los años 2000 y 2004 fue Vicedirector. Fue una experiencia, reconoce. Aunque después de cuatro años prefirió seguir con su oficio. En el año 2011 lo becan para viajar a Estados Unidos. A través del Departamento de Estado y el Instituto de Educación de EE.UU. lo becan para el programa Bibliotecas y Museos como recursos comunitarios. Primero a visitar la Biblioteca del Congreso en Washington. No solo eso, sino que después visitó otras ciudades con sus respectivas bibliotecas: Kansas, Cincinnati, Wyoming y terminando en Los Ángeles. “Las bibliotecas eran enormes, hermosas. Muy limpias, pero excepto la de Los Ángeles, una biblioteca pública en un barrio chino, en ninguna vi a la gente como acá, estudiando”.

Ricardo es honesto, confiesa que no es un devorador de libros, pero sí que se preocupa en saber de todo lo que puede. Es imposible que hubiese leído todos los libros de la biblioteca, pero si tiene una idea sobre qué trata cada uno, como para poder aconsejar a todo aquel que venga a la Franklin, ya que como decía Borges: “ordenar bibliotecas es ejercer, de un modo modesto y silencioso, el arte de la crítica”.

La Biblioteca Franklin es la biblioteca popular más antigua de Sudamérica. Fundada por Sarmiento en 1866. Son más de 150 años abierta, sin perder ese carácter popular. Con todas las dificultades que ello implica, pero ha podido mantenerse gracias a la labor de personas como Ricardo, que entienden la importancia que tiene para la cultura de San Juan el que una gran biblioteca siga funcionando. Desde que él entro la biblioteca también ha ido cambiando. En el año 2004 finalizaron las obras de remodelación. La Franklin se ha ido acompasando a los tiempos y a las nuevas tecnologías, con las tareas de digitalización y el paso de un servicio tradicional al de biblioteca híbrida, integrando lo físico con lo electrónico.

Hoy cuenta con un gran número de servicios, que pueden consultarse a través de su página web (http://bibliotecafranklin.org.ar/) además de contar con unos 80.000 volúmenes. Hacerse socio es bastante sencillo, la cuota es trimestral y mínima. Tristemente, hoy en día, el libro en nuestro país tiene un precio que acerca la lectura a casi producto de lujo. Para un argentino comprar libros es algo prohibitivo, puesto que no se entiende como una necesidad básica y no hay ningún interés en que leamos y pensemos por nosotros mismos. Gracias al trabajo de personas como Ricardo y sus compañeros existe la Biblioteca Franklin y tenemos la oportunidad de poder leer, expandir nuestros horizontes y generar un pensamiento crítico. Para que se hagan una idea: con lo que sale la cuota de un año entero no alcanza casi ni para comprar un libro nuevo. La biblioteca ofrece todos los libros que uno sea capaz de leer en ese año.

La lucha de una biblioteca popular por mantenerse es ininterrumpida, depende de varios factores. No siempre es fácil, sobre todo si cuenta con empleados. Tal como señala Ricardo, “es lindo crear cosas nuevas, pero después hay que mantenerlas”.

De lunes a sábado uno puede acercarse por la Franklin. Allá estará Ricardo y sus compañeros trabajando. La sala suele estar llena de jóvenes estudiando y simultáneamente los diversos talleres que ofrecen, desde el rincón infantil, ajedrez, teatro, club de lectura, etc. Es un claro de luz en pleno centro sanjuanino. “Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca”, volviendo a citar a Borges. Nosotros tenemos el nuestro, gracias a Ricardo y muchos otros como él. Ya que, si las bibliotecas son un tipo de Paraíso, Ricardo vendría a ser uno de esos ángeles guardianes.

Tal vez, la profesión de bibliotecario no sea la más deslumbrante hoy en día para nuestra sociedad a simple vista. Al contrario de esto, es una de las más valiosas y necesarias. Por último, los dejamos con la defensa de los bibliotecarios de Umberto Eco: “El libro es una criatura frágil, se desgasta con el tiempo, teme a los roedores, resiste mal la intemperie y sufre cuando cae en manos inexpertas… Por tanto, el bibliotecario los defiende no solo de los hombres sino también de la naturaleza, y consagra su vida contra las fuerzas del olvido, que es enemigo de la verdad”.

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