Por Nicolás Trotta, Ministro de Educación.
La conmemoración del bicentenario de la fundación de la Universidad de Buenos Aires (UBA), es una instancia celebratoria por lo que significa esta institución en nuestra historia educativa y su invaluable contribución a la prosperidad de nuestra nación. Pero, además, es una oportunidad para constituir un momento de reflexión en torno a la condición presente en que nos encontramos los argentinos y las argentinas, así como también respecto al futuro que queremos construir.
Nuestro pueblo ha sufrido un abrupto deterioro en sus condiciones de bienestar por la implementación, entre 2015 y 2019, de un modelo que benefició a una porción reducida de la sociedad, en perjuicio de las amplias mayorías, y que hipotecó el trabajo de nuestras próximas generaciones. A esto se le sumó la angustia por la pérdida de vidas y los impactos sociales, económicos y sanitarios, aún incalculables, de esta crisis global sin precedentes que trajo la pandemia de la Covid-19.
La UBA es una de las piezas emblemáticas de un sistema universitario público, gratuito y de calidad, producto de una sociedad que apostó, desde hace muchos años, a ser más justa, democrática e igualitaria, en lo que refiere al acceso a la educación superior. En este escenario tan complejo en el que nos encontramos, revisar su ejemplo puede resultar un elemento clave a la hora de generar los consensos necesarios que debemos darnos para afrontar este inmenso desafío que tenemos por delante, que es el de transitar la pospandemia hacia un horizonte de esperanza que ya comenzamos a vislumbrar.
Desde nuestro gobierno tenemos el compromiso y la voluntad de construir una Argentina para todos y todas: unida, inclusiva, y solidaria, que fortalezca nuestra ciudadanía, promueva la igualdad y la justicia social, apostando al desarrollo y la producción nacional. La UBA es un paradigma de este país que queremos y del que somos capaces de lograr los argentinos y argentinas.
La UBA, que nació hace 200 años en La Manzana de las Luces, nos enorgullece por la excelencia y prestigio de sus graduados; por los cinco premios Nobel que recorrieron sus claustros; por su aporte al sistema científico y tecnológico; por su alianza estratégica entre investigación y producción; y también por su férreo compromiso con la realidad política y social de nuestro país. Su reconocimiento trasciende ampliamente nuestras fronteras. La Universidad se posiciona como la mejor casa de estudios superiores de Iberoamérica, siendo la única de carácter público, gratuito y masivo en alcanzar las posiciones más altas en los rankings internacionales.
La UBA representa un espacio de encuentro, de entrecruzamiento de mundos y realidades disímiles que no es habitual encontrar en otras instituciones del mundo, y que es producto del esfuerzo y la idiosincrasia de un pueblo que comprende que la educación constituye, además de un derecho humano, un factor igualador que permite la movilidad social ascendente, siendo motor del desarrollo de la nación. En ella se forjan vínculos, que trascienden cualquier origen socioeconómico, a contramano de un sistema global en el que la segmentación social y el individualismo es cada vez mayor. Esa confluencia maravillosa nos mejora como comunidad y desarrolla nuestra empatía, a la vez que enriquece nuestra conciencia y nuestra cultura.
En la vasta diversidad que converge en la UBA, sus más de 300 mil estudiantes comparten un elemento común: la voluntad inquebrantable de quienes creen con fervor y entusiasmo en la realización del futuro que desean. En las aulas y pasillos de sus trece facultades, o en sus cien institutos de investigación, las palabras esfuerzo, dedicación, compromiso, pluralidad, inclusión e igualdad resuenan con una vibración particular propia de una energía en la cual debemos vernos reflejados los argentinos y argentinas. Esos son los valores que nos engrandecen como pueblo y son los que nos permitirán salir adelante como tantas veces lo hemos hecho.
La democratización en la producción y el acceso de los saberes; la generación de pensamiento crítico, y el desarrollo en ciencia y tecnología son una conjugación de componentes que contribuyen fehacientemente a la construcción de una patria justa, libre y soberana como la que nos merecemos. Nuestro pueblo debe poder gozar de los beneficios que traen el conocimiento, la investigación y la formación de profesionales. La UBA está comprometida con nuestra sociedad y nosotros, desde el gobierno, nos comprometemos a seguir fortaleciendo, a través de distintas políticas públicas, las condiciones para que más y más jóvenes tengan a la universidad como un destino posible y realizable, y a velar por el efectivo ejercicio del derecho al acceso, la permanencia y el egreso en la educación superior de todos los habitantes de nuestro país.
El lema actual de la UBA es «200 años construyendo futuro». Nuestro deseo es que este sea un futuro promisorio producto del encuentro y la unión de los argentinos, que continúe potenciando nuestras capacidades y que siga extendiendo nuestros límites. La UBA hace futuro; la UBA se hace, permanentemente, en cada clase, en cada examen, en cada egreso, en cada investigación. Ese hacer cotidiano nos engrandece como sociedad, nos vigoriza. Del mismo modo, la Argentina.
/Publicada por Télam 11/8/2021
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