Por: Gabriel Sotelo; Para: mdz.
Esta semana estuve en la Fiesta Nacional del Sol de San Juan, aquella que hace más de 15 años retomó su agenda y desde Mendoza nos reíamos y burlábamos diciendo “nos copiaron”.
Quizás en aquel momento, en el 2007, los sanjuaninos estaban buscando alguna fiesta característica para estar en la agenda nacional y vieron con buenos ojos nuestra Fiesta Nacional de la Vendimia. Quizás tomaron prestado algunos conceptos, se inspiraron en algunos actos y demás. ¿Está mal? No lo sé, a ellos mucho no les importó y siguieron avanzando con su fiesta.
Fiesta que hoy está dentro de la agenda nacional y que ha cambiado –evolucionado quizás sea la palabra correcta para muchos-. De aquella fiesta pueblerina con tintes similares a nuestra vendimia a la Fiesta Nacional del Sol actual han pasado 16 años calendario, pero pareciera que miles en otros aspectos.
El primero y fundamental es que la Fiesta Nacional del Sol pudo mejorar, cambiar y adaptarse sin importarle tanto las tradiciones. Es verdad que es una fiesta “nueva” y que no tiene tan arraigadas algunas costumbres o actos particulares como la Vendimia, pero también es verdad que nuestra fiesta máxima es absolutamente monótona desde hace al menos 10 años y diré esa cifra simplemente porque son las fiestas que he vivido cerca del periodismo conociéndolas en profundidad.
Cuando se conoció la grilla de artistas que tenía nombres como Camilo, Los Ángeles Azules, Lali, María Becerra, Damián Córdoba, Bersuit y demás, desde el Ministerio de Cultura y Turismo de Mendoza por lo bajo se justificaban como “es otro tipo de fiesta, ya no es lo que era”. ¿Es verdad? Puede que sí, pero ahora es una fiesta completamente mejor.
Incluso le sacaría el nombre de fiesta por un momento y la pensaría como un todo, como un evento completo quizás como un festival gastronómico, artístico, cultural y hasta de educación.
Transitando tres días por el enorme Costanera Complejo Ferial, un predio que se extiende por más de 37 hectáreas, dos veces y media el tamaño de nuestro Parque Central, podes observar absolutamente de todo.
Sin exagerar deben haber más de 50 puestos de comida para todo tipo de gustos, precios y estilos. Cada departamento cuenta con su stand en donde promociona su trabajo y su vida con diferentes propuestas en las que el público puede interactuar, en algunos casos con propuestas tecnológicas de avanzada como la inteligencia artificial.
Además cada ministerio o secretaría tienen su espacio en donde muestran el trabajo realizado, como así también distintos organismos o espacios como el Parque de la Biodiversidad que montó un acuario en el lugar o el Parque Provincial Ischigualasto que llevó réplicas de dinosaurios.
Todas estas actividades, o en su mayoría, son a través de juegos gratuitos en donde educan o informan las tareas con la posibilidad de alzarse con un premio como una remera, un llavero, una botella, una ecobolsa y demás.
Solo por mencionar otros atractivos puedo destacar un parque de diversiones. Sí, un parque de diversiones. Un lugar de glitter y maquillaje, un espacio para dibujar y jugar, juegos antiguos como el tetris o el pacman, entre tantas alternativas.
Todas estas actividades están incluidas dentro del precio de la entrada general que es de $500. Todas esas actividades como así también el poder disfrutar de shows que brindan cuatro escenarios: Conectados, La Peña, Del Sol y San Juan.
Ustedes quizás piensen “bueno, pero acá hacemos el carrusel y un espectáculo con casi 1000 artistas”. Sí, es verdad. Ellos también. El Carrusel es en la calle aledaña al predio y los carros van sin reinas y sin tirar cosas. Quizás en esta me quede con el nuestro.
¿Reinas o representantes? No, no tienen desde este año. Les pareció anticuado y decidieron quitarlo, pero la fiesta sigue teniendo un sentido.
El espectáculo final no voy a poder verlo, pero por las características es similar en cuanto al número de artistas e idea escenográfica, aunque San Martín, la Virgen de la Carrodilla y actos típicos de la nuestra no están.
Todo esto es disfrutado en promedio por 130 mil personas por día. Es decir que en la totalidad de la fiesta casi 650 mil personas están presentes.
Disculpen la extensión de la nota, pero quiero ser explícito en los argumentos de porqué digo que nos superaron y por mucho.
Acá en Mendoza tenemos todo eso dividido en varias noches. 18 departamentos significan 18 fiestas departamentales que a su vez son, en muchos casos, una decena de fiestas distritales. Promediemos, siendo amarrete, 100 fiestas en total. Casi todos los departamentos quieren un artista para su festival o para su noche de Vendimia que eso incluso los lleva a competir entre sí. Compiten entre mendocinos.
Tenemos el Rivadavia Canta al País, el Festival de la Tonada, el Festival de la familia o las repeticiones de la Vendimia como hacen Ciudad, Luján o Maipú con su nuevo festival, solo por nombrar algunos porque casi todos tienen shows en esos días.
Después tenemos la Semana Federal, la Bendición de los Frutos, la Fiesta de la Cosecha, la Vía Blanca, el Carrrusel, el Acto Central y las repeticiones, dos o más. Todo esto a lo largo de aproximadamente 60 días, siendo generoso.
Ahora digo yo, desde mi absoluta ignorancia y mucha menos capacitación como los prestigiosos políticos de turno. No sería más fácil dejar de sentirnos tan capos y seguir choreando con el slogan de “somos la mejor fiesta del mundo del vino” y hacer una verdadera introspección para ver qué es lo que estamos haciendo.
Acá en Mendoza, en todos los departamentos, sin importar el color político, la Vendimia se hace de taquito. Se hace por compromiso. Sino miren Guaymallén. Quiere eliminarla. Su intendente la detesta. Quizás Marcelino tenga razón en odiarla porque hoy la Vendimia es un compromiso y nada más. Para los funcionarios, y con conocimiento de causa, hacer la Vendimia “es un embole”.
Entonces saquémonos las caretas y veamos si realmente queremos seguir organizando cada departamento su fiestita propia en donde el intendente saca chapa de “mirá lo que armé, vecino, vení a ver a (inserte el nombre de un artista de turno, el que más le guste)”.
Quizás, se me ocurre, podríamos ahora nosotros copiarles a los sanjuaninos y darnos una vueltita por la Fiesta Nacional del Sol. Porque no han ido. Porque había stands de muchas provincias, pero de Mendoza ni noticias en ninguna de las casi 37 hectareas del predio.
Y me duele y enoja muchísimo tener que aceptar que nuestra fiesta es un embole, como les gusta decir a ustedes. Y les hablo a ustedes, políticos, porque son los que se jactan de trabajar para el pueblo. Sí, bueno, okey, dale. Entonces hagan algo por la tradicional fiesta que tenemos porque se viene a pique y nuestros vecinos ya van por el Sanjuapalloza.
Y antes que alguno se jacte de decir “en San Juan la pusieron toda, gastaron muchísima plata”. Sí, por supuesto. Pero acá con todas las fiestas departamentales en donde vienen siempre los mismos artistas si los juntamos a los cachet probablemente podamos “ponerla toda”. Y si creen que hay cosas más importantes, a las que me sumo y creo que sí, bueno, eliminen la fiesta y construyan escuelas u hospitales. Pónganle de nombre “Hospital público Vendimia I” así sabemos que la guita de la fiesta fue a parar ahí.
Pero mientras tanto dejen de hacerla de taquito y creen algo que el mendocino esté orgulloso de tener. En donde el turista que venga se vaya deslumbrado e invite a sus conocidos a venir. En San Juan pasa, eh. Si quieren después les sigo contando.
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