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Utopía, Mística y Carisma en la política del Siglo XXI.

Por Hugo Saquilán Quiróz, Sociólogo y Mediador
Hay tres palabras que, si no están presentes en una estructura o movimiento social y político, implica que esta no tiene alma, su corazón no late y el fervor se hace inexistente. Tres vocablos de raigambre espiritual que no por casualidad son femeninos, que nos traen las cuotas necesarias de emoción y que combinados se convierten en pasión irrefrenable y el combustible que hace a una idea imparable. Sin más preámbulos estas son: utopía, mística y carisma.
Esta tríada tiene un origen netamente religioso, incluso la primera y la más importante de las tres: Utopía.
Thomas More, católico inglés del siglo XV también conocido como Tomás Moro, fue un clérigo, teólogo, político y humanista que describió una sociedad ideal llamada Utopía. El religioso “imagina una comunidad ficticia basada en los ideales filosóficos y políticos del mundo clásico y el cristianismo, Utopía es una comunidad pacífica, que establece la propiedad común de los bienes, en contraste con el sistema de propiedad privada y la relación conflictiva entre las sociedades europeas contemporáneas a Moro”. (1)
Tomás Moro se opuso a la reforma protestante y militó contra la idea del rey Enrique VIII de que la iglesia católica inglesa se separase del Vaticano y que se reconociera como jefe supremo de la Iglesia al monarca en vez del Papa. Esto sucedió finalmente en 1534 y Moro, por rebelarse y pensar diferente al rey, fue decapitado, se convirtió en mártir y se lo canonizó en 1882.
Detrás de esta brevísima descripción encontramos elementos que están en el alma del catolicismo e incorporados en nuestra identidad argentina y latinoamericana: la búsqueda de esa sociedad ideal de iguales que nos recuerda al paraíso terrenal que llena de esperanzas por un futuro promisorio y la ferviente devoción que lleva incluso a sacrificar la vida, a martirizarse en defensa de los ideales.
Es fácil ver el impacto que produciría la corriente de este humanismo renacentista a futuro, las revoluciones que harían cambiar al mundo tienen muchas raíces en esa palabra que fue tomada por las corrientes socialistas, anarquistas y marxistas de finales del siglo XIX y durante el XX. El propio Marx expresó que buscaba una sociedad donde no exista régimen propiedad privada burguesa: “de producción y apropiación de lo producido” (2), que no haya explotación de unos hombres por otros, y definió la “fase superior de la sociedad comunista” (3) bajo el principio: “¡De cada cual, según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades!” (3). Es la mirada marxista de Utopía.

Claro está que tanto la tradición cristiana, como la socialdemócrata, socialista, anarquista y marxista, también son fuentes que alimentaron a diferentes corrientes políticas populares, defensoras de lo nacional, de la llamada Patria Grande, contra el colonialismo y el imperialismo británico y estadounidense. Sin duda el peronismo es una de estas corrientes. En su doctrina está plasmada su versión de Utopía, donde prima la Justicia Social que “orienta la solución de la problemática social derivada de la explotación del hombre por el hombre, pero fuera del esquema de la lucha de clase” (4) y se reconoce como un movimiento de fuerte inspiración cristiana, nacional y popular.
El denominador común de todas las posturas del “amplio campo popular”, es que se propone una sociedad pensada como una comunidad organizada, solidaria, colaborativa, centrada en el bien común y el bienestar común. Sería mucho pretender que estas reflexiones nos lleven a debatir sobre cómo alcanzar este ideal, de los intereses en pugna y de si la manera de obtener el poder, esa posibilidad de llevar a cabo los proyectos, es escalonada y por los llamados consensos o a través de acumular fuerzas para garantizar el cambio para el lado del pueblo. En definitiva, estas utopías son las que mueven voluntades en búsqueda de esa sociedad mejor, son netamente esperanzadoras, llenan al espíritu de fe en lo que vendrá, son motivadoraa y gratificadoraa, están plena de sensaciones positivas, son felicidad y alegría. Sin eso, ¿cómo vivir?
El neoliberalismo o capitalismo salvaje – que proponen desde el macrismo y compañía sin disimulo en Argentina, junto a otras variantes en distintos países de Latinoamérica – no puede ofrecer otra cosa que un mundo distópico, es decir, un mundo no ideal, contrario al utópico, lleno de problemas para las mayorías donde se salva el más fuerte bajo la excusa de que se lo merece y se hunden los pobres en una miseria sin fin por “ser unos negros de mierda que no quieren salir laburando, se lo tienen merecido, son vagos, ignorantes y escupen hijos por un plan que se lo gastan en joda y alcohol”. Combo completo: racismo, discriminación y violencia de clase.

La segunda palabra de la tríada es: Mística. Claramente tiene un origen religioso y podemos, en principio, definirla como el grado máximo de unión del alma con lo más sagrado durante la existencia terrenal. Es prácticamente un estado de gracia, es para los católicos un sinónimo de santidad, una experiencia puramente emocional, espiritual y no racional. Aquellos que nos hemos formado dentro de la Iglesia en el profundo humanismo de San Francisco de Asís, en la solidaridad y el pensamiento permanente en los mas desvalidos, nos permite avanzar en estas reflexiones.
A diferencia de la palabra anterior no es preciso ahondar más en definiciones, se puede estimar que está ya claramente entendido el concepto.
Esta palabra es ampliamente usada en la política y se refiere a elementos intangibles que rodea a los partidos y movimientos sociales y populares y que hace que la gente se sume a la militancia y lleve “la palabra” de sus ideales con alegría y firmeza. La mística es contagiosa, invita, es algo que está o no está, no se puede definir en términos racionales, se siente, está presente o no.
Lo que sí, y claramente hay que recalcarlo, no es factible tener mística militante sin utopía, no es posible llegar a un estado de cuasi devoción sin esa búsqueda del ideal, esa unión entre lo que uno desea y siente y todas las cosas que son sagradas y que deberían ser para uno y en beneficio de las mayorías.

No puede, ni remotamente el capitalismo salvaje, generar esta energía esperanzadora de una sociedad de iguales o al menos más justa, no puede generar una devoción así porque carece de utopías. Su esencia es el hoy y la acumulación de riquezas en pocas manos promoviendo el individualismo extremo y la destrucción de cualquier lazo social que impida que haya más consumismo.
Sí que puede el neoliberalismo, y lo hace muy bien, explotar otras emociones y actitudes humanas: el odio, la envidia, la intolerancia y el desprecio. Esta es la tierra donde florece el fanatismo violento que cierra la mente, anula la empatía, desprecia al que es diferente, al “otro” y libera los más bajos instintos humanos. Sin dejar de lado el consumismo voraz que nos rodea.
Siguiendo la línea religiosa del origen de las tres palabras mágicas, el capitalismo promueve claramente los siete pecados capitales: la soberbia, la envidia, la avaricia, la ira, la lujuria, la gula y la pereza. Esta última entendida como el ocio que aleja al creyente de las obligaciones morales y religiosas.
Parece una ironía, pero no lo es, los siete pecados capitales son la base moral del capitalismo salvaje y de los que lo promueven. Todo esto sin entrar en los detalles de los 9 Círculos del Infierno descriptos por Dante Alighieri.
Quizás sería el momento de analizar de lleno el tema de las identidades. Pero esto será tema de próximas reflexiones. Temática donde se libra una gran batalla cultural con los sectores conservadores, donde llevan ventaja ideológica, y si no veamos por ejemplo Brasil, con sus ribetes gruesos y finos de racismo, misoginia, machismo burdo, y la fobia los pobres o aporofobia.

Finalmente, la tercera palabra con ascendencia cristiana es: Carisma. Por definición y desde la religión, se refiere a los creyentes que reciben dones de Dios, ya sea para misionar y expandir la comunidad cristiana, como para ayudar o incluso sanar a los más débiles. Seguramente no será del todo correcta esta expresión, pero es a los efectos de entender su origen solamente.
Hoy todos asociamos la palabra carisma al poder de atracción, simpatía o encanto que de alguna manera hace que una persona seduzca. Es central en la vida del marketing político actual tratar de que los políticos tengan este “don”.
El uso de esta palabra en la política se debe al sociólogo alemán Max Weber que la definió como “cierta cualidad de una personalidad individual en virtud de la cual se le distingue de los hombres comunes y se le trata como si estuviera dotada de poderes o cualidades sobrenaturales” y “sobre la base de ellos, el individuo en cuestión es tratado como un líder”. (5).
Todo esto sin entrar cuando se habla del carisma político haciendo referencia a lugares, objetos e individuos a los cuales se reviste de un aura excelsa, casi divina, única, cuyas características superan a este pretendido análisis.

Si, ya lo pueden imaginar, si el capitalismo salvaje no tiene utopías y no puede generar mística solo le quedan el odio y el carisma como herramientas emocionales y no racionales para atraer multitudes, y lo hacen muy bien, de hecho, viene ganando la carrera.
El carisma neoliberal solo es una cáscara vacía, que no muestra absolutamente nada detrás y solo se ata al primitivismo de si la persona, mejor dicho, si la imagen de ella nos cae bien.
Para los movimientos políticos populares el carisma del liderazgo es muy relevante, es la herencia cristiana del cura, el pastor que guía, el que está formado y es ferviente defensor de esa utopía, irradia mística e invita y convoca a luchar juntos. Es un imán poderoso sin duda, y por eso cada vez que surgen líderes de barrio, sindicales o políticos de este estilo son denostados por los adeptos al capitalismo salvaje, son atacados una y otra vez con la clara intención de borrarlos del mapa, incluso eliminarlos para callar el mensaje para que las mayorías no los acompañen. 30 mil desaparecidos son la muestra de esto.
Evita y el Che Guevara son claros ejemplos de líderes que reflejan la tríada utopía-mística-carisma, a los que se suman tantos luchadores, y líderes de altísimo prestigio como Mujica.
Aunque no reflejan la tríada desde la “gran política”, también es preciso incorporar al panteón aquellos encarnados en las devociones populares como la Difunta Correa y el Gauchito Gil que se opusieron o huyeron de los poderosos, entregaron sus vidas de manera trágica, pero devolvieron esperanzas y “sanación” en forma de “milagros” y se ganaron el corazón del pueblo.

Los movimientos populares históricamente han replicado esta manera “cristiana” de esparcir y defender los ideales, no solo bajo la palabra de una cabeza única, sino en una pirámide cimentada en miles de líderes o “párrocos” territoriales que dan forma a la organización como tal.
Sin esta estructura que imita lo eclesial no es posible que la utopía contagie, genere mística y haya líderes “con carisma” que conduzcan esta idea a las mayorías en cada lugar y en cada rincón. Es la llamada militancia con sus referentes territoriales, para usar la terminología política.
La intención del capitalismo salvaje es claramente evitar que esto se produzca, por eso promoverá a los medios como la suplantación de la militancia, y así modelar líderes con “carisma” de manera absolutista, casi como monarcas sin nada por debajo más que la fuerza del aparato que lo soporta y le quitarán el respaldo cuando no haga lo que le dicen. Un “monarca” títere, servil, solamente eso quieren los dueños del verdadero poder.

¿El FdT (Frente de Todos) como una expresión del campo popular en Argentina, San Juan incluido, posee esta tríada?
Si alguien llegó hasta aquí en estos tiempos de no lectura sería una sorpresa agradable.
Quizás no nos equivoquemos si señalamos que el Frente de Todos ha perdido o casi extinguido la llama de estas tres bases fundamentales para cualquier organización política que se precie ser parte del campo nacional y popular con predominancia peronista.
Hoy el Frente de Todos no enamora, no motiva con el fuego sagrado de una utopía para luchar por ella, ofrece paupérrimos boletos para el show neoliberal de cómo pagarle la deuda al FMI (Fondo Monetario Internacional) tratando de esconder que habrá ajuste, centrados en mostrar que la macroeconomía crece, mostrando obras o inversiones, como cualquier socioliberal lo haría, y sólo desde algunos discursos de ocasión se dicen algunas cosas parecidas a la política que debería ser.
No hay utopías comunes sobre la mesa, solo internas, facciones que disputan su espacio de poder y hablan en “peronismo” o “progresismo” según la ocasión, de compañeros o correligionarios, pero solo están pensando en los cargos que desean ocupar. No faltan aquellos que adornan sus acciones internas con “peronismo” solo para denostar a otros usando su “peronómetro”, no por convicción sino por intereses ultra mezquinos. Quizás ayuden, consciente o inconscientemente para el enemigo de las mayorías.
Parece que no hay mística en el FdT porque es imposible tenerla sin algo en qué creer, algo más sublime y sagrado que si juancita o pedrito serán candidatos, o el triste “mejor esto porque lo otro es peor”. El marketing no suplanta esta llama vital, eso es engaño neoliberal.
No está, no hay mística, sólo existen pequeñas llamitas en los que aún levantan con honestidad las banderas con esfuerzos, siempre ninguneados, militando desde la debilidad y pisoteados en cada elección.

Por supuesto que en esta diáspora muy atomizada en mil grupos y desorganizada no hay imanes que sepan conglomerar a la mayoría de las partes, ni colectivos ni individuales. Tampoco está esa pirámide que refleje una estructura diversa, amplia pero organizada. Siguiendo el hilo de la nota: tal cual lo hace la Iglesia.
Se equivocará el FdT si solo apuesta a la fabricación de carismas en base a la lucha intestina y con ello disputar las próximas elecciones. Es necesario agregar en este sentido que por desgracia no tiene el aparato mediático y de manejo de redes que sí posee la oposición para construir estas cáscaras.
Hay que volver a la gran política, a debatir las ideas que beneficien al Pueblo y dejar de pensar primero en los cargos y congraciarse con los poderosos para alcanzarlos. La unidad no surge del sometimiento de una facción a otra como proponen los que se desviven usando esta palabra sin darle contenido. ¿Unidad para qué? Hay que poner de vuelta a las utopías en el centro y con ellas vendrán la mística, los líderes con carisma, la pirámide que dará sustento al proyecto y recién ahí estará la tan mentada y necesaria unidad del campo nacional y popular.
Utopía, mística, carisma, nos invita a pensar en cientos, miles, millones de personas y voluntades de mujeres y hombres, que con sus afectos y emocionalidades, sus racionalidades, necesidades, miedos, ideales, fueron construyendo. Se cristalizaron en momentos históricos determinados en personas como Evita, Che, Diego, las personas físicas pasaron, pero las utopías, místicas y carismas se materializaron en ese sujeto social llamado Pueblo.

Esta es una primera nota específica sobre la emocionalidad. Luego desarrollaremos como en el marketing político, especialmente desde 1995 con el estallido de lo multimedial, Internet, redes sociales, los sectores conservadores mostraron su habilidad en el manejo de la emoción en momentos electorales. Allí esta el ejemplo de Steve Bannon, en la primera campaña electoral de Donald Trump. El rol central de Dominic Cummings en el Brexit inglés.
1- https://es.wikipedia.org/wiki/Utop%C3%ADa_(Tom%C3%A1s_Moro)
2- https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm
3- https://es.wikipedia.org/wiki/De_cada_cual_seg%C3%BAn_sus_capacidades,_a_cada_cual_seg%C3%BAn_sus_necesidades
4- https://www.elhistoriador.com.ar/doctrina-nacional-justicialista/
5- https://es.wikipedia.org/wiki/Carisma
Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Ahora San Juan

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Por unanimidad: el Senado aprobó nuevamente el aumento de las jubilaciones en general

Con la vicepresidenta al frente de la sesión, que se retiró al momento de la votación, la oposición sancionó la suba de los haberes previsionales y el bono. Un sector de la UCR, los correntinos y algunas fuerzas provinciales fueron decisivos para reunir el quorum.
Con un tablero que no funcionaba, cada legislador fue expresando su voto con la voz. En tanto, Villarruel se levantó y se retiró de la sesión.
- 52 afirmativos
- 4 abstenciones
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Inauguración de un nuevo mástil en el Centro Ambiental Anchipurac

En el marco de los festejos previos al Día de la Independencia, el señor vicegobernador de la provincia, Fabián Martín, participó del acto de inauguración de un nuevo mástil en el Centro Ambiental Anchipurac.
El evento contó con la presencia del secretario de Ambiente y Desarrollo Sustentable, Federico Ríos; la directora de Anchipurac, Jenifer Tudela; el intendente de Rivadavia, Sergio Miodowsky; el diputado provincial Juan de la Cruz Córdoba, y concejales del departamento.
Durante la ceremonia, el Vicegobernador dirigió unas emotivas palabras al público presente, destacando el profundo simbolismo de la bandera argentina y el legado de quienes forjaron nuestra independencia: “Qué bonito es verla flamear. Me lleva a pensar en cuántos argentinos dieron su vida por la patria. Belgrano, por ejemplo, provenía de una familia con recursos, estudió en España, fue abogado, militar, y usó su sueldo para fundar escuelas. Murió pobre, pero con una grandeza que hoy debemos recuperar. Es muy difícil ser como él, pero podemos y debemos esforzarnos por ser buenos ciudadanos: buenos padres, madres, compañeros de trabajo, personas de bien que construyan una patria más justa y solidaria”.
Además, el Vicegobernador subrayó el vínculo entre libertad y responsabilidad, haciendo especial hincapié en el cuidado del ambiente y la importancia de la educación: “Ser libre implica prepararse, estudiar, cuidar nuestra tierra y nuestro entorno”.
/PrensaRivadavia
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El gobierno nacional disolvió la agencia que regulaba el cannabis medicinal y el cáñamo industrial

A través del decreto 426/2025, el Ejecutivo oficializó la eliminación de la agencia que regulaba el cannabis medicinal y el cáñamo industrial, junto a otras dependencias estatales. Las funciones pasarán a manos de ministerios y secretarías.
El Gobierno nacional oficializó una profunda reestructuración del Estado con la publicación del decreto 426/2025, firmado poco antes de que vencieran las facultades delegadas por la Ley Bases. Entre las medidas más destacadas se encontró la disolución de la Agencia Regulatoria de la Industria del Cáñamo y del Cannabis Medicinal (ARICCAME).
Según lo detallado en el decreto, la eliminación del organismo respondió a un informe que detectó una estructura jerárquica sobredimensionada, en relación con la cantidad de personal. Además, se argumentó que el esquema vigente no diferenciaba con claridad entre los usos y productos derivados de la planta de cannabis, lo que generaba trabas regulatorias y afectaba la competitividad de la industria.
Con la disolución de la ARICCAME, las tareas vinculadas al cáñamo industrial y la biomasa quedarán bajo la órbita del Ministerio de Economía, mientras que ANMAT asumirá el control de los productos con fines medicinales.
El mismo decreto también suprimió al Instituto Nacional de la Agricultura Familiar, Campesina e Indígena (INAFCI), cuyas funciones pasarán al Ministerio de Economía, que además ejercerá como autoridad de aplicación de la Ley 27.118. Sólo permanecerán el Registro Nacional de la Agricultura Familiar y algunas tareas básicas de fiscalización.
Otro de los organismos disueltos fue el Instituto Nacional de Semillas (INASE), junto con la Comisión Nacional de Semillas. Sus competencias pasarán a la Secretaría de Agricultura, que ahora contará con un Comité Asesor de carácter honorario para tareas de inspección y control.
En paralelo, el Gobierno decidió transformar el esquema de funcionamiento de otros entes autárquicos. El INTI dejó de operar como organismo descentralizado y pasó a depender directamente de la Secretaría de Industria. En tanto, el INTA y el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial (INPI) fueron convertidos en entes desconcentrados, con el objetivo de mejorar su articulación y eficiencia.
Estas medidas forman parte del plan de reestructuración estatal impulsado por el presidente Javier Milei, centrado en reducir el gasto público, eliminar organismos considerados ineficientes y redirigir funciones a áreas con mayor poder de ejecución dentro del Gabinete.
/C13
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