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Opinión

Violencia política en la Argentina del siglo XX: La mal llamada “Revolución Libertadora”.

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La presente es la décimo tercer entrega que forma parte de una serie de notas sobre la violencia política en la Argentina, en las que intento un análisis del contexto, la oportunidad, los costos, y los limites de la violencia política. 
Aldo Duzdevich

La mal llamada “Revolución Libertadora”

Tal vez la mejor definición del golpe contra Perón en 1955, fue la frase pronunciada por el  contralmirante Arturo Rial ante  los dirigentes del sindicato de trabajadores municipales: “Sepan ustedes que la revolución libertadora se hizo para que en este bendito país el hijo del barrendero muera barrendero”.

Con la “Libertadora”, Argentina ingresó al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial. Se devaluó  de 8,8 a 22 pesos por dólar. Se liberalizo el comercio exterior y se abrieron las importaciones.  La inflación saltó al 20% anual. Se congelaron salarios y disminuyó el consumo. Se aumentaron las tasas de interés. Se benefició al sector agroexportador. Y de ser acreedores del mundo,  pasamos en tres años  una deuda externa de 1800 millones de dólares. O sea, nada distinto, a lo que ya  conocemos, los que no vivimos el golpe del 55.

Pero, no es intención de esta nota repasar todo lo mal que nos hicieron y nos hacen los gobiernos cipayos y liberales, sino analizar por qué cayó el peronismo en 1955. Porque a mi juicio, a los gobiernos populares los tumban por sus virtudes, pero se caen por sus errores y defectos.

En 1946  Perón logró crear un poderoso frente policlasista y multipartidario que contenía a la  clase trabajadora organizada,  la incipiente burguesía industrial, el Ejercito y  la Iglesia. En 1943 no había peronistas. Radicales, socialistas, anarquistas, comunistas, conservadores, nacionalistas católicos, fueron quienes nutrieron las filas del naciente movimiento, dando inicio a un proceso revolucionario de transformación económico y social único en Latinoamérica.

Los desocupados se convirtieron en trabajadores, los trabajadores pasaron a participar del 50% del ingreso, los arrendatarios pudieron comprar sus campos, los pequeños propietarios se convirtieron en medianos, y los medianos en grandes empresas, todos alimentados por un mercado interno creciente y condiciones de exportación favorables. Se instauró la inclusión y la movilidad social. El trabajador pudo mandar sus hijos a la escuela y a la universidad.

Pero, con el paso del tiempo ese frente político tan solido se comenzó a resquebrajar . Los beneficiados del modelo comenzaron a abandonarlo. Los empleados y obreros elevados a clase media ya no se sintieron contenidos e identificados. Los universitarios hijos de trabajadores  cambiaron de clase social e ideología. Los pequeños productores rurales que habían comprado su campo con créditos baratos del Banco Nación, pasaron a sentirse de la Sociedad Rural, y los fabricantes protegidos por el estado creyeron que el mérito era exclusivamente suyo.

La gran sequía de 1949 redujo los saldos exportables, y afectó el flujo de recursos que recibía la industria. La nueva burguesía nacional que ya estaba molesta con el avance obrero, al menguar el apoyo del estado tomó distancia del gobierno y progresivamente pasó a la oposición.

Ante la falta de inversión, Perón se vió obligado a convocar al capital extranjero. Entre otras medidas, la mas polémica es el contrato para la exploración petrolera con la California Standard Oil. Esto  generó una fuerte disconformidad de los sectores nacionalistas incluyendo a muchos dirigentes del peronismo.

Algunos gremios conducidos por socialistas y comunistas alentaron conflictos. El más importante fue la huelga ferroviaria de 1951, que llevó a Evita a ir en persona a los talleres ferroviarios a pedirle la los obreros que levanten la huelga.

Los sectores postergados al integrarse al sistema mediante  trabajo, vivienda, salud y educación, comenzaron a demandar la satisfacción de otro tipo de necesidades. La teoría de Maslow formula  una jerarquía piramidal de necesidades humanas y postula que conforme se satisfacen las necesidades más básicas, los seres humanos desarrollan necesidades y deseos más elevados. El peronismo perdió la batalla cultural contra el pensamiento colonizado. Los nuevos trabajadores formales, en sus expectativas de ascenso social, absorbieron el discurso de los sectores medios, que  expresaban los patrones culturales de las clases privilegiadas.

El  pensador nacional Ernesto Villanueva reflexiona:  “El peronismo, cuya columna vertebral,  es el movimiento obrero tiene como objetivo central no la desaparición de las clases (…)sino la inclusión de los postergados en los beneficios materiales y simbólicos (…)  En el fondo, pues, el peronismo se apoya en los trabajadores para que se tornen clase media, a la vez que tiende a un discurso que la denuesta permanentemente. Se trata de una postura casi esquizofrénica. Como amamos a los sectores populares, bregamos porque dejen de serlo y se conviertan en algo que no valoramos, esa horrible clase media.(…) Acompañamos a los humildes a la puerta de entrada de la inclusión. Pero allí adentro estaban los valores propios de los sectores medios, los electrodomésticos, las vacaciones, la seguridad, cierta tranquilidad burguesa. Don Arturo Jauretche,  sostiene que cuando a las clases medias les va mal, votan bien. Y cuando les va bien, votan mal. Parece aquí que las clases medias son portadoras de una maldición ineludible. No saben coordinar la economía y la política.” Un ejemplo descarnado fueron  los estudiantes universitarios, que  pasaron de 47 mil en 1946 a 138 mil en 1955, y, paradójicamente, se convirtieron en la columna vertebral del antiperonismo.

En nuestra historia reciente, cuando las clases medias acompañaron al movimiento nacional, avanzamos, y cuando se apartaron, retrocedimos. El conflictivo vínculo con la clase media merece que los pensadores del campo nacional le dediquemos muchísimas horas mas de estudio.  Aquí solo vamos a mencionar algunos temas, que en los años 50, dieron motivo a la irritación de clase media.

En primer lugar hay una cuestión de pertenencia de quienes se consideran clase media, que pretende  mantener ciertos espacios de exclusividad. Don Julio Morresi contaba que los chicos de los barrios, pudieron ir por primera vez al centro y sentarse en un cine de la calle Corrientes, y eso les resultaba molesto a quienes ya estaban de antes. Lo mismo ocurrió con Mar del Plata, que se llenó de obreros y las familias patricias debieron trasladarse y crear un balneario exclusivo en Punta del Este. O sea, la inclusión molesta a los que ya están adentro, aunque su origen haya sido el mismo.

Luego tenemos hechos que irritaron a los sectores medios. En primer lugar el personalismo exacerbado. La política de nominar provincias, ciudades y todo tipo de obras con los nombres de Perón y Eva Perón. Los libros de lecturas escolares con las imágenes y propaganda de nuestro gobierno. La poca tolerancia e incluso persecución de los líderes opositores. Las obligaciones de afiliarse. La concentración de los medios de prensa en manos del gobierno. Ciertas corruptelas. El exceso de verticalismo y el chupamedismo, que llegaba a perseguir hasta los propios. En fin, todos temas cuya esencia ni siquiera pueden mellar el volumen de realizaciones y beneficios que el peronismo dio al pueblo y a la Patria. Pero que,  culturalmente, fueron decisivos para crear un clima antiperonista que era absorbido en los confesionarios y reciclado en los sermones de las iglesias de clase alta y  media. La sociedad se partió . La división que se pareció mucho a un odio de clases,  y dividió familias, amigos. Una comunidad dividida en bandos irreconciliables.

La reacción antiperonista se hizo cada vez mas violenta. Del seno de las familias bien, nacieron los comandos civiles que contribuyeron a generar mas caos. Y tal vez el mayor error del peronismo fue el mal manejo del conflicto con la Iglesia, que permitió al polo cipayo encontrar un elemento galvanizador donde nuclearse, resistir, y luego atacar al gobierno popular.  Pero de estos dos temas hablaremos en las próximas notas.

Quede claro que  el golpe “libertador” de 1955 no fue para restablecer los valores republicanos. Fue para barrer con las conquistas sociales, y restituir el poder a las oligarquías y sus aliados extranjeros. Y aplicar al peronismo la mayor y mas larga campaña de proscripción, represión y persecución.

Ha dicho Jorge Bergoglio, hoy Francisco :“ Los  argentinos tenemos una peligrosa tendencia a pensar que todo empieza hoy (…) Esto ya es un problema: sino aprendemos a reconocer y asumir los errores y aciertos del pasado, que dieron origen a los bienes y males del presente, estaremos condenados a la eterna repetición de lo mismo…”


Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Ahora San Juan

Opinión

Jorge Elbaum cuestionó el apoyo de Javier Milei a Israel: “Está involucrándose de forma irresponsable”

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“En vez de ser neutral, está sobreactuando un aspecto ideológico, Milei no entiende lo que son los intereses de nuestro país”, añadió el sociólogo y primer presidente del Llamamiento Argentino Judio.

El Presidente Javier Milei mostró su completo apoyo hacia Israel tras el ataque sufrido desde irán, sin embargo, hay varias cuestiones a tener en cuenta a la hora de llevar a cabo lo que se refiere a un alineamiento bélico. Es por eso que para desarrollar este tema en profundidad, Canal E se comunicó con el sociólogo y primer presidente del Llamamiento Argentino Judio, Jorge Elbaum.

“La justicia argentina, específicamente la sala de la Cámara de Casación, no se expidió sobre la causa del atentado, sino sobre la causa del ocultamiento del mismo, en el cual fue llevado a juicio y condenado el juez de instrucción de la causa Galeano”, comentó Jorge Elbaum. “Esa es la causa en la cual 3 jueces de casación se expidieron”, agregó.

No se llevaron a cabo las testimoniales del caso AMIA

Posteriormente, Elbaum planteó: “Uno de ellos sugirió, por fuera de la causa de su tratamiento, referirse a otra causa, específica del atentado, que no ha habido juicio hasta ahora porque no se llevaron a cabo las testimoniales de los 8 acusados”. Luego, manifestó que, “estamos viendo un alineamiento político estratégico muy irresponsable por parte del Gobierno argentino, ya que cualquier vinculación estratégica bélica tiene que ser decidida por el Congreso”.

El Gobierno argentino hace un alineamiento y una sobrevaloración muy irresponsable, llamando al representante diplomático de Israel a presenciar una reunión de gabinete, en el marco de un alineamiento que Argentina históricamente no posee”, sostuvo el entrevistado. “Argentina, tradicionalmente, busca la paz, ha sido un ejemplo de no alineamiento, salvo en la época de Menem”, complementó.

El desconocimiento de Milei sobre lo establecido en la Constitución

Por otro lado, el sociólogo señaló: “El tema no es si Milei toma la decisión como Presidente de hacer una alianza diplomática, el problema es que está participando de una situación de guerra y no estaría mal en el caso de que fuese una decisión tomada por el Congreso”. A su vez, remarcó que, “lamentablemente, el Presidente desconoce la Constitución y se toma atribuciones que tendrán que ser juzgadas”.

El Presidente no puede establecer los alineamientos que está realizando en términos bélicos, apoyando a aquellos países como Israel y Estados Unidos, que son los que votan en contra de Argentina en los foros internacionales relativos a Malvinas”, expresó Elbaum. “En vez de ser neutral, está involucrándose de forma irresponsable, sobreactuando un aspecto ideológico, Milei no entiende lo que son los intereses de nuestro país”, concluyó.

@Perfil.

/Imagen principal: Archivo/

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La misión es responsabilidad de todos. 

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NOTA de OPINION de monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo

Así lo entendieron y vivieron los primeros cristianos.

En la Biblia, el libro de los Hechos de los Apóstoles nos muestra a quienes abrazaban la fe poniendo todo en común y atendiendo a las necesidades de los más pobres y excluidos. El testimonio de vida acompañaba la predicación, ya que “la multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba sus bienes como propios, sino que todo era común entre ellos (…) Ninguno padecía necesidad”. (Hechos 4, 32)

Y esta práctica no solo era promovida entre las personas de la misma comunidad, sino también entre las de diversas geografías. De este modo, vemos a San Pablo organizando una colecta entre las iglesias ubicadas en ciudades más prósperas para auxiliar a las más pobres de Jerusalén.

Con el tiempo se ha ido perdiendo esa conciencia, junto al abandono de la intensa actividad misionera y la disponibilidad a la entrega generosa de la vida. Una manera más cómoda e inocua de vivir la fe en algunas regiones del mundo, fue reemplazando a la audacia y la confianza en la Providencia de Dios.

A los obispos, sacerdotes, diáconos y otros agentes pastorales nos cuesta hablar con franqueza de las cuestiones económicas. Nos da cierto pudor o vergüenza, pero tampoco damos cabida a los laicos para que lo hagan.

A esto se suma que más de la mitad de las Parroquias de la Arquidiócesis (me animo a decir que del país) no tienen formado el Consejo de Asuntos Económicos, y las que sí lo han convocado, no siempre logran que funcione de modo adecuado.

La falta de Catequesis sobre el Precepto del sostenimiento del culto hace que se instalen algunos mitos. Entre ellos, los más frecuentes son que los sacerdotes reciben su sueldo del Estado o del Vaticano; que las parroquias no tienen los gastos habituales de las familias en energía eléctrica, gas, internet y otros servicios; que los libros de catequesis son gratuitos; que el combustible que utilizan para recorrer las capillas va de regalo; y otras cosas más en las cuales no abundo en razón de la brevedad.

Una de las actitudes evasivas que a veces he escuchado es “que primero pongan otros”. La avaricia de los ricos no puede ser excusa que justifique la falta de compromiso personal.

Es bueno preguntarnos: ¿cómo es mi vínculo con el dinero?

San Pablo nos dice que debemos cuidarnos de la avaricia para no caer en la idolatría del dinero. Es bueno dejarnos interpelar por las enseñanzas en la Palabra de Dios acerca de lo económico. “Dios bendice al que da con alegría.” “Hay más alegría en dar que en recibir.” “Lo tenían todo en común.” “La avaricia es una idolatría.” “No se puede servir a Dios y al dinero.”

Este fin de semana en todas las iglesias de la Argentina estamos realizando esta campaña de conciencia y compromiso con el sostenimiento de la misión evangelizadora que todos tenemos por ser bautizados. Lo llamamos “Domingo del compartir”.

Como dice el mensaje de la Conferencia Episcopal para este año 2024, “es necesario fortalecer la pastoral económica en nuestras comunidades, impulsar la catequesis sobre el sostenimiento económico de la misión de la Iglesia, buscar una gestión eficiente de nuestros recursos y animar la transparencia y rendición de cuentas”.

Te propongo preguntar qué necesidad concreta hay en tu comunidad. 

Sostengamos entre todos lo que es de todos, compartiendo el compromiso por la misión evangelizadora de la Iglesia. 

Durante la semana que comienza estaremos reunidos en Pilar, Provincia de Buenos Aires, todos los obispos de la Argentina. Acompañanos con tu oración para que en las deliberaciones y decisiones nos dejemos mover por el Espíritu Santo.


Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Ahora San Juan.

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Las heridas abiertas de Jesús

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NOTA de OPINION de monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo.

Rezamos en el Salmo 62: “Tengo sed de Ti como tierra reseca, agotada y sin agua”.

Todos tenemos heridas que vamos adquiriendo a lo largo de la vida. Hablo de las del alma, aquellas que se producen por amar y no ser amados. Recuerdo la letra del tango tan expresivo: “de cada amor que tuve tengo heridas/ heridas que no cierran y sangran todavía”. (Julio Sosa, “Tarde”)

En este sentido, me conmueve también el poema de Miguel Hernández que con suma belleza y hondura nos comparte “llegó con tres heridas, la del amor, la de la muerte, la de la vida”.

Acojamos nuestras experiencias.
La herida de la soledad, del abandono.
Herida de la pobreza y el hambre del desamparo.
Heridas de la guerra que mutila, destruye y mata, no sólo los cuerpos; también los sueños, los proyectos…

Heridas en la familia por historias no resueltas, en que el egoísmo, la avaricia por la herencia, la traición, provocan golpes muy hondos y dolorosos.
Heridas en la Iglesia o con la Iglesia. No haber sido recibidos, ni acompañados, ni escuchados. Experiencia de negación de consuelo y aliento. Lo que te cobran en algunos lugares por bautizar un niño.
Heridas en la fe. Le pedí a Dios y no me respondió.
Heridas con los amigos porque juzgan sin escuchar.
La herida de la indiferencia y la no comprensión.

Y seguramente vos podrías sumar unas cuántas heridas más de tu propia vida, y realizar un largo elenco de las llagas que siempre quedaría incompleto. 

Sabernos heridos es algo muy común. Sin embargo, nos cuesta hablar de lo que nos lastima. Solemos conversar acerca de los logros, talvez de algunos fracasos, pero no de las heridas. Pensamos que nos hace vulnerables, débiles ante los demás.

Te comparto una experiencia que he atesorado especialmente en los Santuarios. Allí podemos acercarnos como peregrinos heridos o simplemente como turistas curiosos. Los peregrinos buscan consuelo y, si se puede, respuesta a cuestionamientos existenciales. 

En el Evangelio que proclamamos este fin de semana se presenta Jesús Resucitado ante sus discípulos, pero está ausente el Apóstol Tomás que se negaba a creer en el testimonio de los demás. Les dijo: “Si no veo la marcade los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré”. (Juan 20, 25) A la semana siguiente Jesús se aparece nuevamente y cumple el deseo de Tomás.

A Jesús lo encontramos vivo en sus llagas, ellas representan distintas formas de sufrimiento y exclusión. Por eso quise iniciar esta reflexión volviendo la mirada a nuestras heridas, para reconocer en ellas al Señor. Lo llamamos Jesús Misericordioso porque Él sabe lo que es sufrir, y se presenta mostrando sus heridas luminosas y su costado abierto por la lanza del soldado.

Miremos nuevamente a Jesús en la cruz. Recordemos sus Palabras.
Aparta de mí este cáliz. 
Uno de ustedes me entregará.
Tengo sed.
Por qué me has abandonado.
Todo se ha cumplido.

Te propongo que hablemos con los amigos más cercanos de las heridas que habitualmente escuchamos, que recibimos, ¿qué actitud tomamos? ¿Damos espacio? ¿Encontramos espacio? ¿Reconozco con humildad que soy indigente? ¿Qué me dice la fe?

Aprendamos, como nos enseña San Pablo, llorar con el que llora y reír con el que ríe. (Rm 12, 15)

Comentando el Evangelio de este domingo, nos dice San Agustín que Jesús “sabía que en el corazón de sus discípulos quedaban heridas, y para sanarlas conservó las cicatrices de su cuerpo”.

Como canta Cristóbal Fones, “al final de la vida llegaremos, con la herida convertida en cicatriz”.

¡Feliz Pascua, nuevamente!


Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Ahora San Juan.

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