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Opinión

Violencia política en la Argentina del siglo XX: militantes católicos en el 55 y en los años setenta.

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La presente es la décimo segunda entrega que forma parte de una serie de notas sobre la violencia política en la Argentina, en las que intento un análisis del contexto, la oportunidad, los costos, y los limites de la violencia política. 
Aldo Duzdevich

Militantes católicos en el 55 y en los años setenta

En esta nota voy hablar de la militancia católica, entre ellos muchos sacerdotes (algunos de los cuales conocí) excelentes personas, que en 1955 adhirieron o militaron contra Perón. Y  que luego, en los años setenta, acompañaron las luchas populares e incluso el nacimiento de las organizaciones armadas, en especial Montoneros.

Decir antiperonista no es un juicio de valor, es una descripción de ubicación política en determinado momento de la historia. Que según desde donde se mire, se puede presumir equivocada o correcta. Yo creo que en política solo hay verdades parciales; y que el otro a quien considero mi adversario o enemigo también tiene su parte de verdad.

En 1930 Perón apoyó el golpe contra Yrigoyen, de lo que se arrepintió después. Y solía decir: “hay una linea nacional, que nace en la Primera Junta, Rosas, Yrigoyen y Perón…”, o sea se consideraba como una continuidad del yrigoyenismo, pero, había contribuido a voltearlo.  No debe sorprendernos entonces que muchos sacerdotes e intelectuales católicos, en 1955 apoyaron la “revolución libertadora”,  en los años setenta los encontremos en posiciones afines al peronismo o a la izquierda.

Perón  y la Iglesia, un conflicto inútil.

Cuando planteamos revisar los errores del peronismo en los años 50, lo primero que surge es el conflicto con la Iglesia. Previo al golpe, la Iglesia ofició como catalizador de toda la oposición. Liberales, socialistas, radicales, comunistas, conservadores se encolunaron en multitudinarias procesiones detrás de la bandera pontificia y  el “todos somos la Iglesia” . Cincuenta años después, en una versión menor, un gobierno peronista tuvo su “todos somos el campo”. 

En sus inicios, Peronismo – Iglesia fueron sólidos aliados. Perón y Evita eran devotos católicos. Peron explicaba que la doctrina peronista nació de la doctrina social de la Iglesia. A fines de 1945 la Iglesia emitió una Pastoral, que solapadamente instaba votar al peronismo.

En 1947 el peronismo sancionó la ley de enseñanza religiosa en las escuelas publicas. Con la enseñanza religiosa, la Iglesia afirmó su poder y ensanchó su base popular. Pero al poco tiempo, se vio que entre los aliados (Peronismo-Iglesia) no había comunión sino competencia.

La Fundación Eva Peron ocupó el espacio de la “caridad católica”. Evita reivindicaba un cristianismo de los pobres; en contraposición al clericalismo de las jerarquías eclesiásticas. Tras su fallecimiento, Evita se convirtió en una especie de santa popular. En las casas humildes crecieron altares con su retrato rodeado de velas. Esto también molestó a un sector de la Iglesia.

Los sectores nacionalistas católicos que habían votado al peronismo, se sintieron molestos y traicionados por el “obrerismo” de Perón. Otro foco de tensión nació a partir de las mayores libertades y reconocimientos a otros cultos religiosos  por parte del gobierno.

El punto de quiebre para Peron fue la creación -con auspicio eclesial –  de la Democracia Cristiana (DC) en julio de 1954, de sesgo  abiertamente antiperonista. El conflicto aumentó en septiembre  por la disputa del estudiantado secundario -en Córdoba – entre los jóvenes católicos y la UES.

A fines  de 1954,  Perón dio un duro discurso acusando de conspiración a varios de curas y obispos que mencionó con nombre y apellido. Con la guerra declarada, el gobierno suprimió  la enseñanza y feriados religiosos. Y envió al Congreso  las leyes de divorcio; de equiparación de hijos legítimos e ilegítimos; de reglamentación de la prostitución y la separación de Iglesia-Estado.

A partir de ese momento los púlpitos de las iglesias se convirtieron en barricadas antiperonistas. Las esposas de los militares que concurrían asiduamente a misa, volvían a sus hogares con el discurso de que Perón era el anti-Cristo.

El punto mas alto se alcanzo el 16 de junio de 1955,  cuando aviones de la marina pintados con la cruz de Cristo-Vence bombardearon al pueblo indefenso produciendo 308 victimas fatales. Esa noche los agredidos “desde el cielo” descargaron su bronca incendiando varias iglesias en el centro de Buenos Aires.

Los jóvenes militantes católicos se sumaron  a los Comandos Civiles. Muchos colegios e iglesias se convirtieron en sitios donde se guardaban y distribuían  armas.    

Los jóvenes católicos de los años 60/70

Durante el gobierno peronista, la Iglesia desde  la Acción Católica promovió diferentes estructuras de jóvenes laicos para disputarle espacio político-social al peronismo. La organización para niños Aspirantes de Acción Católica, la JAC (Juventud de la Accion Catolica), la JEC (estudiantes secundarios), la JUC (universitarios), la JOC (obreros) . Estas estructuras se mantuvieron y renovaron después de 1955, llegando activas hasta los años 70.

Estas mismas organizaciones incluso,  en algunos sitios con los mismos guías espirituales, fueron semilleros de militancia setentista en especial de la organización Montoneros.

En 1973 Montoneros, -tal vez por coincidencia natural – va a organizar estructuras de superficie casi espejo a las de la Acción Católica: JP, (barrial) UES (secundarios), JUP (universitarios), JTP (obreros) .

Los grupos juveniles católicos y los sacerdotes que los guiaban, en los años 60, van a recibir la influencia del Concilio Vaticano Segundo convocado por Juan XXIII que revolucionó los conceptos político-sociales de la Iglesia. Como una derivación del Concilio, entre 1967/70 va a nacer en Argentina el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo.

Los jóvenes de izquierda tuvieron como referencia al Che Guevara. En cambio para los grupos católicos la referencia fue el sacerdote guerrillero colombiano Camilo Torres, muerto en combate en 1966.

Voy a exponer algunas de esas continuidades, en apariencia muy contradictorias, de la historia de estos grupos católicos.

Parroquia Cristo Obrero de Córdoba

Donde mayor envergadura tuvieron los Comandos Civiles fue en la ciudad de Córdoba; se calcula que participaron mas de 1500 civiles armados, entre ellos muchos estudiantes secundarios y universitarios. Entrevistado por Ismael Juri un protagonista de los enfrentamientos, Luis Bas recuerda: “en la Iglesia del Pilar, Quinto Cargnelutti proveía de armas a los chicos”.

El resistente peronista cordobés  Julio Ulderico Carrizo, recuerda haber visto en la Iglesia del barrio San Vicente al padre Lazaro y el padre Martinez repartiendo armas a los jóvenes católicos en los días de la “libertadora”; y también menciona al padre Quiroga de una iglesia de la calle Dean Funes como promotor de comandos civiles.

Isidoro Ruiz Moreno en su libro “La Revolución del 55”  escribe: “en Córdoba dos jóvenes sacerdotes acaudillaron el movimiento juvenil. Eran los padres Quinto Cargnelutti y Enrique Angelleli, el primero como jefe general y el segundo como encargado de la acción en las fabricas, a los cuales pronto se sumo el padre  Eladio Bordagaray liderando grupos en los Colegios Mayores que influían en los universitarios . (…) su local central se instaló en el edificio de la Acción Católica y otro en la Iglesia de Cristo Obrero”.

Quinto Cargnelutti años mas tarde abandono los hábitos y fue un dirigente del radicalismo cordobés. Angelleli que era asesor de la JOC con sede en Cristo Obrero siguió vinculado a los jóvenes.  En 1964, los sacerdotes Vaudagna, Gaido, Dellaferrera y Viscovich, que participaban de la linea pos-conciliar, hicieron declaraciones publicas que causaron conmoción interna.  Enrique Angelleli que (para ese entonces) era Obispo Auxiliar en Córdoba, salió en su defensa, lo que originó una sanción y su exclusión temporal del gobierno eclesiástico . Unos años después en la Parroquia Cristo Obrero donde concurrían los padres Vaudagna, Gaido, Dellaferrera, Alberione, Rojas y Fugante, va a nacer el primer grupo originario cordobés  de la organización Montoneros.

El padre Ernesto Leyendeker del Ateneo Santa Fe

En Santa Fe, el Colegio Jesuita La Inmaculada y el Ateneo Universitario  fueron los centros de la militancia antiperonista. Incluso en septiembre del 55, el Ateneo de Santa Fe  emitió un comunicado “desde la clandestinidad” saludando a la “Libertadora” y pidiendo que se retiren cuadros y bustos peronistas de los claustros universitarios. El padre Leyendeker asesor del Ateneo, fue uno de  los “curas conspiradores”  mencionados por Peron en su discurso del 10 de noviembre de 1954 .

En 1969 entre los jóvenes del Colegio Mayor y el Ateneo Universitario,  va a salir el grupo fundacional de Montoneros Santa Fe. Sus asesores espirituales eran los padres Ernesto Leyendeker, Rafael Yacuzzi y Ruben Dri.  Y,  el Colegio Inmaculada en los 70 pasará a ser catalogado como “cuna de montoneros” porque de sus aulas saldrán una docena de conocidos militantes montoneros.

El padre Carlos Mugica

En Capital Federal el núcleo fundacional de Montoneros (Firmenich, Abal Medina, Ramus y otros) eran militantes del JEC (secundarios católicos) del Nacional Bs As. , y su asesor espiritual era el padre Carlos Mugica.  Los Mugica eran una familia anti-peronista; su padre Adolfo fue en 1956 integrante de la Junta Consultiva que avaló los 29 fusilamientos de Aramburu. Carlos Mugica reconoció que siendo seminarista participó  “del júbilo orgiástico de la oligarquía por la caída de Perón”. Sin embargo su pensamiento cambió y al momento de su asesinato era un ferviente peronista que incluso se había distanciado de Montoneros por no coincidir con su política de enfrentamiento a Perón.

El cuarto grupo originario de Montoneros que lideraba Sabino Navarro también tenía origen católico. Sabino (el único obrero que tuvo la conducción de montoneros) había sido militante de la JOC (Juventud Obrera Católica).

Padre Santiago Raúl Mac Guire de Rosario

En el libro “Los Panfletos – Su aporte a la Revolución Libertadora” de Felix Lafiandra (h) , una recopilación de panfletos antiperonistas de 1954/55, aparece  la detención de varios sacerdotes por el delito de desacato y otros. Los sacerdotes mencionados son: Egidio Esparza, de Capital Federal;  Jesús Borlandelli, cura párroco de Cañuelas; Aldo Usseglio, cura párroco de Tortugas (Santa Fe); Antonio Lorenzo Fratin, cura párroco de Josefina (Pcia. de Santa Fe), Juan Requena, teniente cura de Lincoln (Buenos Aires); Edilio Moncalvo, teniente, cura de la parroquia de La Merced, de Villa Ballester (Buenos Aires);  Miguel S. Fox, cura párroco de Alberti (Pcia. de Buenos Aires) en todos los casos se menciona la imputación y el juez interviniente.

Entre este listado aparece el padre Santiago Raúl Mac Guire, acusado de haber “incurrido en
desacato al Sr. Presidente de la República, en un sermón pronunciado el domingo 24 de abril, en la misa celebrada en la capilla del Centro de Salud San José, de la Ciudad Evita (ex- Cañada de Gómez). Prisión preventiva decretada por el Juez Federal, Dr. Affranchino Rumi, de Rosario

Santiago Mac Guire en los sesenta fue uno de los mas activos promotores del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. En 1968 dejo los hábitos y se caso pero siguió vinculado al trabajo social en la Parroquia Itati del barrio Saladillo de Rosario. Años después paso a colaborar con la organización Montoneros.  En abril de 1978,  Mac Guire fue secuestrado, torturado y finalmente paso a estar detenido a disposición del PEN hasta 1983.

El Seminario de Villa Devoto

El Seminario de Villa Devoto hasta 1959, estuvo dirigido por la Compañía de Jesús . A partir de esa fecha lo toma el clero diocesano y su primer Rector es  el Padre Eduardo Pironio quien propicia una gran apertura teológica y pastoral. Allí se formaron entre otros, los curas: Alejandro Mayol,  Carlos Mugica,   Rodolfo Ricciardelli, Jorge Galli, Jorge Goñi. Domingo Bresci, Eliseo Morales, Juan de Laurenti.

Entre los seminaristas estaban: Eduardo Moreno, Jose Pepe Ledesma, Eduardo Ciordia, Federico Mirré, Ricardo Agazzi, Titi Grilia; J.C. Saccomanno, el “Negro” Montero, Jose Deslarmes,  Carlos Falaschi, Arturo Ferre Gadea, varios de estos jóvenes seminaristas tendrán participación en las FAP  y Montoneros.

El Colegio Máximo de San Miguel estaba considerado por el gobierno peronista como el centro de acopio de armas y explosivos de los Comandos Civiles. Veinte años después Jorge Bergoglio lo abrirá a los intelectuales del pensamiento nacional y popular, y su tercer piso servirá de refugio de paso para algunos jóvenes perseguidos por la dictadura de 1976.  

La participación política y el mal manejo de la utopía

La Iglesia Católica tuvo un rol central en la oposición y golpe contra el peronismo en 1955. De sus filas salieron muchos jóvenes católicos que empuñaron armas como Comandos Civiles contra el gobierno constitucional del General Perón.

En los años setenta importantes sectores de la Iglesia renovados en su concepción y práctica por el Concilio Vaticano II, van a ser fermento y semilla de militancia revolucionaria en toda América Latina. En nuestro país la organización  Montoneros nació del seno de grupos católicos, y como hemos visto en algunos casos vinculados a sacerdotes que en 1955 habían estado en el antiperonismo. En ambos momentos históricos estuvo presente la violencia en manos de los mas jóvenes.

El Papa Francisco el 28 de febrero del 2014, en su discurso a los miembros de la Pontificia Comisión para América Latina, expresó: “Otra cosa que es importante  transmitir a la juventud, es el buen manejo de la utopía. Nosotros en América Latina hemos tenido la experiencia de un manejo no del todo equilibrado de la utopía y que en algún lugar, en algunos lugares, no en todos, en algún momento nos desbordó. Al menos en el caso de Argentina podemos decir cuántos muchachos de la Acción Católica, por una mala educación de la utopía, terminaron en la guerrilla de los años ’70. Saber manejar la utopía, saber conducir –manejar es una mala palabra–, saber conducir y ayudar a crecer la utopía de un joven es una riqueza.”

Las palabras de Francisco abren la puerta a un análisis, sobre un aspecto del papel de la Iglesia, que todavía no ha sido puesto en debate.


Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Ahora San Juan

Opinión

Jorge Elbaum cuestionó el apoyo de Javier Milei a Israel: “Está involucrándose de forma irresponsable”

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“En vez de ser neutral, está sobreactuando un aspecto ideológico, Milei no entiende lo que son los intereses de nuestro país”, añadió el sociólogo y primer presidente del Llamamiento Argentino Judio.

El Presidente Javier Milei mostró su completo apoyo hacia Israel tras el ataque sufrido desde irán, sin embargo, hay varias cuestiones a tener en cuenta a la hora de llevar a cabo lo que se refiere a un alineamiento bélico. Es por eso que para desarrollar este tema en profundidad, Canal E se comunicó con el sociólogo y primer presidente del Llamamiento Argentino Judio, Jorge Elbaum.

“La justicia argentina, específicamente la sala de la Cámara de Casación, no se expidió sobre la causa del atentado, sino sobre la causa del ocultamiento del mismo, en el cual fue llevado a juicio y condenado el juez de instrucción de la causa Galeano”, comentó Jorge Elbaum. “Esa es la causa en la cual 3 jueces de casación se expidieron”, agregó.

No se llevaron a cabo las testimoniales del caso AMIA

Posteriormente, Elbaum planteó: “Uno de ellos sugirió, por fuera de la causa de su tratamiento, referirse a otra causa, específica del atentado, que no ha habido juicio hasta ahora porque no se llevaron a cabo las testimoniales de los 8 acusados”. Luego, manifestó que, “estamos viendo un alineamiento político estratégico muy irresponsable por parte del Gobierno argentino, ya que cualquier vinculación estratégica bélica tiene que ser decidida por el Congreso”.

El Gobierno argentino hace un alineamiento y una sobrevaloración muy irresponsable, llamando al representante diplomático de Israel a presenciar una reunión de gabinete, en el marco de un alineamiento que Argentina históricamente no posee”, sostuvo el entrevistado. “Argentina, tradicionalmente, busca la paz, ha sido un ejemplo de no alineamiento, salvo en la época de Menem”, complementó.

El desconocimiento de Milei sobre lo establecido en la Constitución

Por otro lado, el sociólogo señaló: “El tema no es si Milei toma la decisión como Presidente de hacer una alianza diplomática, el problema es que está participando de una situación de guerra y no estaría mal en el caso de que fuese una decisión tomada por el Congreso”. A su vez, remarcó que, “lamentablemente, el Presidente desconoce la Constitución y se toma atribuciones que tendrán que ser juzgadas”.

El Presidente no puede establecer los alineamientos que está realizando en términos bélicos, apoyando a aquellos países como Israel y Estados Unidos, que son los que votan en contra de Argentina en los foros internacionales relativos a Malvinas”, expresó Elbaum. “En vez de ser neutral, está involucrándose de forma irresponsable, sobreactuando un aspecto ideológico, Milei no entiende lo que son los intereses de nuestro país”, concluyó.

@Perfil.

/Imagen principal: Archivo/

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La misión es responsabilidad de todos. 

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NOTA de OPINION de monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo

Así lo entendieron y vivieron los primeros cristianos.

En la Biblia, el libro de los Hechos de los Apóstoles nos muestra a quienes abrazaban la fe poniendo todo en común y atendiendo a las necesidades de los más pobres y excluidos. El testimonio de vida acompañaba la predicación, ya que “la multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba sus bienes como propios, sino que todo era común entre ellos (…) Ninguno padecía necesidad”. (Hechos 4, 32)

Y esta práctica no solo era promovida entre las personas de la misma comunidad, sino también entre las de diversas geografías. De este modo, vemos a San Pablo organizando una colecta entre las iglesias ubicadas en ciudades más prósperas para auxiliar a las más pobres de Jerusalén.

Con el tiempo se ha ido perdiendo esa conciencia, junto al abandono de la intensa actividad misionera y la disponibilidad a la entrega generosa de la vida. Una manera más cómoda e inocua de vivir la fe en algunas regiones del mundo, fue reemplazando a la audacia y la confianza en la Providencia de Dios.

A los obispos, sacerdotes, diáconos y otros agentes pastorales nos cuesta hablar con franqueza de las cuestiones económicas. Nos da cierto pudor o vergüenza, pero tampoco damos cabida a los laicos para que lo hagan.

A esto se suma que más de la mitad de las Parroquias de la Arquidiócesis (me animo a decir que del país) no tienen formado el Consejo de Asuntos Económicos, y las que sí lo han convocado, no siempre logran que funcione de modo adecuado.

La falta de Catequesis sobre el Precepto del sostenimiento del culto hace que se instalen algunos mitos. Entre ellos, los más frecuentes son que los sacerdotes reciben su sueldo del Estado o del Vaticano; que las parroquias no tienen los gastos habituales de las familias en energía eléctrica, gas, internet y otros servicios; que los libros de catequesis son gratuitos; que el combustible que utilizan para recorrer las capillas va de regalo; y otras cosas más en las cuales no abundo en razón de la brevedad.

Una de las actitudes evasivas que a veces he escuchado es “que primero pongan otros”. La avaricia de los ricos no puede ser excusa que justifique la falta de compromiso personal.

Es bueno preguntarnos: ¿cómo es mi vínculo con el dinero?

San Pablo nos dice que debemos cuidarnos de la avaricia para no caer en la idolatría del dinero. Es bueno dejarnos interpelar por las enseñanzas en la Palabra de Dios acerca de lo económico. “Dios bendice al que da con alegría.” “Hay más alegría en dar que en recibir.” “Lo tenían todo en común.” “La avaricia es una idolatría.” “No se puede servir a Dios y al dinero.”

Este fin de semana en todas las iglesias de la Argentina estamos realizando esta campaña de conciencia y compromiso con el sostenimiento de la misión evangelizadora que todos tenemos por ser bautizados. Lo llamamos “Domingo del compartir”.

Como dice el mensaje de la Conferencia Episcopal para este año 2024, “es necesario fortalecer la pastoral económica en nuestras comunidades, impulsar la catequesis sobre el sostenimiento económico de la misión de la Iglesia, buscar una gestión eficiente de nuestros recursos y animar la transparencia y rendición de cuentas”.

Te propongo preguntar qué necesidad concreta hay en tu comunidad. 

Sostengamos entre todos lo que es de todos, compartiendo el compromiso por la misión evangelizadora de la Iglesia. 

Durante la semana que comienza estaremos reunidos en Pilar, Provincia de Buenos Aires, todos los obispos de la Argentina. Acompañanos con tu oración para que en las deliberaciones y decisiones nos dejemos mover por el Espíritu Santo.


Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Ahora San Juan.

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Las heridas abiertas de Jesús

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NOTA de OPINION de monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo.

Rezamos en el Salmo 62: “Tengo sed de Ti como tierra reseca, agotada y sin agua”.

Todos tenemos heridas que vamos adquiriendo a lo largo de la vida. Hablo de las del alma, aquellas que se producen por amar y no ser amados. Recuerdo la letra del tango tan expresivo: “de cada amor que tuve tengo heridas/ heridas que no cierran y sangran todavía”. (Julio Sosa, “Tarde”)

En este sentido, me conmueve también el poema de Miguel Hernández que con suma belleza y hondura nos comparte “llegó con tres heridas, la del amor, la de la muerte, la de la vida”.

Acojamos nuestras experiencias.
La herida de la soledad, del abandono.
Herida de la pobreza y el hambre del desamparo.
Heridas de la guerra que mutila, destruye y mata, no sólo los cuerpos; también los sueños, los proyectos…

Heridas en la familia por historias no resueltas, en que el egoísmo, la avaricia por la herencia, la traición, provocan golpes muy hondos y dolorosos.
Heridas en la Iglesia o con la Iglesia. No haber sido recibidos, ni acompañados, ni escuchados. Experiencia de negación de consuelo y aliento. Lo que te cobran en algunos lugares por bautizar un niño.
Heridas en la fe. Le pedí a Dios y no me respondió.
Heridas con los amigos porque juzgan sin escuchar.
La herida de la indiferencia y la no comprensión.

Y seguramente vos podrías sumar unas cuántas heridas más de tu propia vida, y realizar un largo elenco de las llagas que siempre quedaría incompleto. 

Sabernos heridos es algo muy común. Sin embargo, nos cuesta hablar de lo que nos lastima. Solemos conversar acerca de los logros, talvez de algunos fracasos, pero no de las heridas. Pensamos que nos hace vulnerables, débiles ante los demás.

Te comparto una experiencia que he atesorado especialmente en los Santuarios. Allí podemos acercarnos como peregrinos heridos o simplemente como turistas curiosos. Los peregrinos buscan consuelo y, si se puede, respuesta a cuestionamientos existenciales. 

En el Evangelio que proclamamos este fin de semana se presenta Jesús Resucitado ante sus discípulos, pero está ausente el Apóstol Tomás que se negaba a creer en el testimonio de los demás. Les dijo: “Si no veo la marcade los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré”. (Juan 20, 25) A la semana siguiente Jesús se aparece nuevamente y cumple el deseo de Tomás.

A Jesús lo encontramos vivo en sus llagas, ellas representan distintas formas de sufrimiento y exclusión. Por eso quise iniciar esta reflexión volviendo la mirada a nuestras heridas, para reconocer en ellas al Señor. Lo llamamos Jesús Misericordioso porque Él sabe lo que es sufrir, y se presenta mostrando sus heridas luminosas y su costado abierto por la lanza del soldado.

Miremos nuevamente a Jesús en la cruz. Recordemos sus Palabras.
Aparta de mí este cáliz. 
Uno de ustedes me entregará.
Tengo sed.
Por qué me has abandonado.
Todo se ha cumplido.

Te propongo que hablemos con los amigos más cercanos de las heridas que habitualmente escuchamos, que recibimos, ¿qué actitud tomamos? ¿Damos espacio? ¿Encontramos espacio? ¿Reconozco con humildad que soy indigente? ¿Qué me dice la fe?

Aprendamos, como nos enseña San Pablo, llorar con el que llora y reír con el que ríe. (Rm 12, 15)

Comentando el Evangelio de este domingo, nos dice San Agustín que Jesús “sabía que en el corazón de sus discípulos quedaban heridas, y para sanarlas conservó las cicatrices de su cuerpo”.

Como canta Cristóbal Fones, “al final de la vida llegaremos, con la herida convertida en cicatriz”.

¡Feliz Pascua, nuevamente!


Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Ahora San Juan.

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